España, al igual que el resto de los países de la Unión Europea, tiene que cambiar la hora todos los años. Esto se debe a la directiva europea del cambio de hora 2000/84/CE con el fin de contribuir con el ahorro energético y aprovechar las horas de luz solar en los meses de verano.

De este modo, este domingo, 27 de marzo, entra en vigor el horario oficial de verano, con el que se adelantan los relojes una hora. Es decir, a las 02:00 de la madrugada del sábado al domingo se cambiará el reloj a las 03:00 horas y, en consecuencia, se dormirá una hora menos.

El pasado martes 15 de marzo, el Boletín Oficial del Estado (BOE) publicó el inicio y final del periodo de la hora de verano correspondiente a los años 2022 a 2026, con lo que el cambio de hora seguirá al menos otros 4 años más. Esta modificación horaria se mantiene pese a la oposición de la ARHOE-Comisión Nacional para la Racionalización de Horarios Españoles que rechaza esta medida debida principalmente a sus repercusiones sobre la salud y las personas.

Desde ARHOE se considera que el mantenimiento del cambio de hora bianual "no es aceptable" y recuerdan que la propia Unión Europea "ha reconocido que dicho cambio no tiene un impacto económico y sí un impacto sobre la salud", mencionando estudios sobre el impacto de la mortalidad en las carreteras como consecuencia de un problema de fatiga originado por la alteración del sueño y el descanso a consecuencia del cambio horario, o una investigación publicada en la revista 'Science' en la que se aseguraba que "los ataques cardiacos durante los tres primeros días de las semanas después del cambio horario ascienden un 5%".

¿Cuál es el origen del cambio de hora?

El origen del cambio horario se remonta a la Antigua Roma, cuando las clepsidras o reloj de agua de los romanos tenían diferentes escalas en función del mes del año que fuera. Así, en la latitud de Roma, la tercera hora tras el amanecer, la hora tertia, empezaba (usando el horario moderno) a las 09:02 y duraba 44 minutos en el solsticio de invierno, pero en el de verano comenzaba a las 06:58 y duraba 75 minutos, según relata el historiador Jérôme Carcopino.

Mucho más cercano, otro de los antecedentes del moderno horario de verano se remonta al 30 de abril de 1916, cuando, en mitad de la Primera Guerra Mundial, el gobierno alemán decidió que todos los relojes se adelantarán una hora para reducir el uso de luz artificial y ahorrar energía.

Dos años más tarde y, con el mismo propósito de ahorrar energía en el marco de la Primera Guerra Mundial, el presidente estadounidense Woodrow Wilson firmó un decreto en 1918 para adelantar la hora. No obstante, todas estas iniciativas fueron revertidas una vez que acabó la guerra. La costumbre de atrasar el reloj en invierno y adelantarlo en verano se empezó a usar de forma generalizada en 1974, tras la primera crisis del petróleo, para poder aprovechar mejor la luz del sol y consumir menos electricidad.