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El desafío ruso | Testimonios en Canarias

Ucranianos residentes en Canarias que acogen a sus compatriotas por la guerra: "Ellos no quieren estar aquí"

La Asociación Oberig explica que los ucranianos huidos por la guerra quieren regresar pronto a su país, pero eso no será posible

Irina Zhayvoronok y Dmytro Shatruk, de la Asociación Oberig de ayuda a ucranianos

La abogada Irina Zhayvoronok acoge en su casa a dos hermanas, una niña de doce años y una joven de 19. Y realiza los trámites para que esa acción solidaria no acabe en «situaciones extrañas» y la menor sea enviada a un centro de acogida. Aunque hablan el mismo idioma, la comunicación con ambas es difícil, por lo «cohibidas y asustadas» que están. La integración efectiva pasa, en primer lugar, por aprender español.

Irina Zhayvoronok es abogada. Reside y trabaja en el Sur de Tenerife. Cuando tenía apenas tres años, su madre decidió sacarla de Ucrania. En aquella época el país inició la independencia de lo que fue la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Vivían en una zona próxima a Chernóbil y su progenitora pensó que era mejor salir a buscar el porvenir en el exterior. La pequeña Irina y su madre viajaron a Polonia. Después llegaron a Argentina, junto con una fuerte corriente migratoria de compatriotas hacia esa parte de Sudamérica. Y en el 2000 viajaron hasta Barcelona. Hoy, a Irina le toca ayudar a otras personas que salen de su país, pero en unas condiciones mucho más trágicas y en una emergencia humanitaria que aún no se sabe cuándo y cómo se va a resolver.

La letrada Zhayvoronok tiene acogidas a dos hermanas ucranianas que han huido de la invasión y la barbarie que se vive tras la invasión por parte de Rusia. Una niña de doce años y una joven de diecinueve han encontrado un lugar tranquilo y seguro para pasar los próximos meses; pero con la terrible intranquilidad de haber dejado a sus padres en Ucrania. Su madre ejerce de voluntaria en un hospital y su padre, por edad, está incorporado a las fuerzas militares que resisten al ejército de Putin. La familia procede de Odessa, uno de los enclaves que más duros bombardeos ha sufrido en los últimos días y uno de los pocos puertos importantes que le quedan a Ucrania como salida al mar.

La letrada agradece que los trámites burocráticos se hayan agilizado para estas víctimas del ataque

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Irina relata que esa acogida de emergencia no la ha hecho de la forma oficial, a través de los organismos que llevan tales trámites. En su caso afrontó la acción solidaria porque sus familiares en Ucrania conocían a los padres de estas hermanas, que se hallaban en una situación bastante crítica, por la actividad de dichos progenitores. E Irina tenía a un familiar que iba a viajar hasta Polonia. Consiguieron plazas para la joven y la menor. Viajaron con su pasaporte y con una autorización escrita a mano por sus padres y copias de los carnés de identidad de estos, pues no fue posible hacer un poder notarial, que es lo procedente en estos casos, según la abogada.

Una vez en Polonia, la propia Irina compró billetes de avión para que las dos «niñas» y su familiar pudieran llegar a Tenerife. Hace dos semanas que las hermanas están alojadas en su vivienda de Adeje. Admite que la comunicación con ambas es muy difícil, a pesar de que tienen la misma lengua. «Pero están muy cohibidas, muy asustadas de todo», explica Irina. Y es que, una vez aquí, la situación es muy compleja. Por ejemplo, la menor debe estar escolarizada y ya acude a clases al mismo centro que los hijos de la abogada. Pero no sabe hablar español. Y regresa a casa preocupada porque «no entiende nada». Su hermana mayor realiza un curso de español que la letrada encontró gracias al Ayuntamiento de la villa de Adeje.

Irina también ha acudido a Cruz Roja y otros organismos. Tiene interés en regularizar la situación de acogida lo antes posible para que no haya «situaciones extrañas» por motivos legales. Es decir, que no le gustaría que a la niña la separaran de su hermana o se la llevaran a un centro de menores. Y ya sus padres han firmado un certificado oficial en el que las autorizan a convivir con Zhayvoronok y, de forma temporal, la joven de 19 años se hace cargo de la custodia de la pequeña.

Irina Zhayvoronok

Abogada

  • Irina tenía tres años cuando salió de Ucrania con su madre. Vivía cerca de la central nuclear de Chernóbyl y eran los primeros años de la independencia de la URSS. Primero viajó a Polonia, después, a Argentina y en el 2000 llegó a Barcelona. Es abogada y, desde hace seis años, reside en el municipio de Adeje, en Tenerife.

Cualquier mínimo detalle devuelve el miedo y el sobresalto a quien huye de los ataques y bombardeos reales. Irina cuenta una anécdota. A uno de sus hijos se le ocurrió activar en su tableta una alarma con reminiscencias de alerta nuclear el pasado sábado. Cuando corrió a decir a su hijo que la quitara, se encontró a la menor paralizada en medio del pasillo, con los ojos reflejando su terror y le preguntó qué dónde podía esconderse. Esa reacción hizo a la letrada entender de primera mano por qué clase de vivencias pasan sus compatriotas en el día a día.

Irina y Dmytro Shatruk, vicepresidente de la Primera Asociación de Ucranianos en Canarias Oberig (protección, en su idioma), mantuvieron ayer un encuentro con Gustavo Matos, presidente del Parlamento canario. Ambos llevan veintidós años en España, primero en la Península y ahora, en el Archipiélago. Pero mantienen contacto con sus familiares en el país invadido por Rusia. Para Irina, portavoz de este colectivo, «es una situación bastante dramática», pues, al despertarse cada día, se preguntan si sus seres queridos seguirán bien; «y les mandas un mensaje y tardan horas en responderte, por lo que entras en pánico». No llega a entender qué hay en la cabeza de unos soldados que, según ellos, han ido a cumplir una misión especial, pero que han cometido unos actos tan atroces, con cadáveres de mujeres y niños maniatados, con múltiples daños y perforaciones en el cuerpo. «Ya no solo es un crimen de guerra, es algo más grave que eso, que no sé si existe», apunta la letrada.

En opinión de Dmytro, lo que pasa ahora en Ucrania es lo mismo que ocurrió en su momento con los rusos en Chechenia y sus ataques a niños o mujeres. Pero critica que, desde hace 23 años, nadie ha pagado por esos crímenes de guerra. «Y ahora lo hacen en pleno centro de Europa, porque ellos saben que son impunes y pueden hacer lo que quieran», manifiesta Shatruk. Esta convencido que los organismos internacionales deben apoyar a Ucrania con fortaleza, porque, en caso contrario, Rusia seguirá invadiendo otros países europeos. Advierte de que «solo hay que escuchar a Putin; él dice que van a estar en Polonia, Lituania, Bosnia Herzegovina o Berlín; está loco».

"Ni la ONU ni la OTAN están funcionando"

Dmytro Shatruk - Vicepresidente de la asociación Oberig

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A juicio de Shatruk, «ni la ONU ni la OTAN funcionan». «Nosotros siempre oímos que estamos en el lado de la democracia, defensa de los derechos humanos, que no se puede matar a los débiles; ahora en el centro de Europa se está produciendo un genocidio contra mujeres y niños, pero lo que estamos oyendo de la ONU o la OTAN es que estamos preocupados, vamos a ayudar, no vamos a ayudar», comenta el vicepresidente de Oberig. «Sabemos que estamos solos en esta lucha», comenta. Respecto al armamento que reciben de diversos países de la Unión Europea, señala: «eso es nada, armamento para defendernos, pero no podemos luchar contra una potencia nuclear solos». Cree que es el momento de enfrentarse contra la dictadura y el totalitarismo que, en su opinión, representa Rusia.

En estos momentos, 649 ucranianos que huyen del ataque ruso se encuentran alojados en hoteles del Puerto de la Cruz, mientras que otros 90 se hallan en establecimientos turísticos del Sur de Tenerife. Todos ellos están bajo la protección de Cruz Roja Española. Pero en esas cifras se incluyen quienes no tienen un hogar en el que residir. Hay otras personas que residen con familiares, amigos, conocidos o que deciden pagar el alquiler de una vivienda por seis meses, pues tienen recursos económicos para ello. Forman parte de los cinco millones de ciudadanos de Ucrania que han salido de dicho país. Algunos piden hacer contratos de alquiler por dos o tres meses, ya que desean regresar a su tierra tras ese tiempo. «Ellos no quieren estar aquí, quieren estar en su país», apunta Shatruk. «Ellos piensan que dentro de dos o tres semanas volverán a Ucrania, pero eso no se va a producir así». Tal y como están los ataques constantes, Dmytro señala que, cuando acabe la invasión, habrá que afrontar la reconstrucción. Dice que hay ciudades de dos o tres millones de personas que «ya no existen». Muchas de las personas que han escapado del país, ya no tienen ni sus casas, comenta el vicepresidente de Oberig, quien apela a la solidaridad que se debe tener con estas personas. Por ejemplo, el Ayuntamiento de Arona ha cedido una edificación grande para acoger a 15 personas de varias familias. En La Oliva (Fuerteventura) están acogidos veinte menores con sus educadores y cuidadores.

Dmytro Shatruk

Empresario

  • Hace 22 años que Dmytro Shatruk llegó a Madrid. No sabía español y su primer trabajo fue en la construcción. Hoy reside en el Sur de Tenerife y administra una empresa dedicada a realizar obras. Tiene 48 años y lamenta la ineficacia de la ONU o la OTAN contra el totalitarismo y la dictadura demostrada por Rusia.

Admiten que otro de los peligros es la posibilidad de que individuos sin escrúpulos se aprovechen de mujeres jóvenes o niños que viajan en solitario para cometer delitos de trata de personas. Dmytro comenta que, por la vulnerabilidad de estas potenciales víctimas, hay que tener «mucho cuidado». No obstante, señala que, en ese aspecto, ahora hay más control que en los primeros días en la frontera de Polonia.

Irina cree que, hasta ahora, por parte de las administraciones y todos los organismos implicados «estamos viendo muchísima colaboración». «Trámites que antes a lo mejor tardabas dos, tres, cuatro semanas, ahora hay coordinación para hacerlos en un plazo mucho menor ante el gran número de personas que necesitan regularizar su situación», explica la abogada. Según Irina, ante los gastos inevitables, muchos quieren ya buscar empleo. Gracias a la agilización de las gestiones, en un mes se puede conseguir un permiso de trabajo, «lo cual se agradece muchísimo». Pero el principal obstáculo para acceder al mercado laboral es el idioma. Según Shatruk, el hecho de que tengan permiso de trabajo no significa que «desde mañana estén ya trabajando», a pesar de que muchos de ellos se encuentran muy preparados.

Tanto la Policía Nacional, como Cruz Roja, la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), todos los organismos «están colaborando muchísimo para hacerlo de manera excepcional en un plazo mucho más corto».

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