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Salud | Crisis del coronavirus

Canarias vive con cautela el final de la mascarilla obligatoria en interiores

La mayoría de los ciudadanos se muestran cautos antes de decidirse por eliminar las mascarillas en los lugares de interior

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Primer día sin mascarillas en interiores Andrés Cruz

Destape con cautela en Canarias este miércoles en el primer día del fin de la mascarilla obligatoria en interiores. Las coincidencias eran muchas, «casi el 99% de mis clientes siguen poniéndose las mascarillas», explicaban los propietarios de muchos de los puestos del Mercado de Vegueta, el barbero de la zona o la tienda de ultramarinos que lleva allí toda la vida.

Ellos, los propietarios, también «por respeto a las personas mayores y a todos los que tienen problemas y si se contagian pueden sufrir mucho», explica Manuel Quintana, detrás del mostrador de su tienda. «De paso», añade, «también protejo mi producto», en referencia a su escaparate y a la mercancía que expone.

Justo enfrente, la peluquería Barbería Claudio Luis, con todas las puertas abiertas pero también con profesionales y clientes con la mascarilla puesta sonríen ante la pregunta de si han empezado el día con muchos cambios. «La verdad es que no, sigo con la mascarilla puesta como si me la hubiesen soldado a la cara» bromea el barbero, Claudio, «y como verá mis clientes también se la siguen poniendo. Tengo que reconocer que cuando no estoy atendiendo, algunas veces me la quito un rato y después vuelvo a ponérmela».

Igual de precavida se muestra Estefanía, la propietaria de la Floristería Arcos Iris, «por el momento no me la voy a quitar, sobre todo por respeto a mis clientes entre los que hay muchas personas mayores y hasta los extranjeros los estoy viendo muy cautos y no se quitan la mascarilla dentro del mercado».

Y, de pronto, la sorpresa, un puesto donde su propietario y sus empleadas llevan el rostro al descubierto. «Estamos muy hartos de estar más de 12 horas al día con la mascarilla puesta, tenemos mucho respeto hacia el que se la quiera poner pero ya era hora de que se eliminara esta prohibición».

 Así se expresa Gonzalo González, que a estas alturas y después de dos años de pandemia «no sabemos la efectividad que ha tenido en favor de la salud, yo creo que es cuestión de días que las personas mayoritariamente se vayan animando a volver a lo que nunca debió desaparecer».

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El fin de las mascarillas: El destape cara a cara Andrés Cruz

Caty, con su negocio de fruta de Tejeda, no ha visto tampoco casi ningún cambio después de que este miércoles se pudiese entrar en interiores sin mascarilla. 

«Esta mañana en Mercalaspalmas, sin embargo, la mayoría trabajaban con la cara destapada», comenta esta profesional del comercio, que cree que «todavía hay muchos personas que se siguen contagiando aunque es verdad que después de las vacunas, la situación ha mejorado mucho».

Caty rememora que personas de su entorno se han contagiado «y me temo que seguiremos en esta línea» y que entiende que «cada uno debe tomar decisiones y, sobre todo, respetar a las personas más vulnerables».

Desde el exterior, uno de los segmentos sociales donde más cómodos y partidarios se sintieron con el fin de la obligatoriedad de llevar mascarillas, fue el cliente de los gimnasios y los entrenadores personales.

Salvo algunas excepciones con personas que tienen algún tipo de vulnerabilidad, los practicantes de las actividades típicas de estos centros agradecían sobremanera poder respirar con mucha más facilidad, no tener que aguantar la humedad de la mascarilla y poder recuperar el tiempo perdido.

En las calles de la capital este miércoles sí se notaba una cierta sensación de alivio, niños más libres, menos gestos de desconfianza hacia la persona que pasa más cerca de lo hasta ahora admitido y alguno que otro que no sabe exactamente si puede saludar con un beso.

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