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Crítica

Nueve estrenos de la Joven Escuela Canaria de Composición

La asociacion de compositores Promuscan continúa su andadura en este segundo año de refundación con la directiva que encabeza Jose Brito y que ha traido nuevas iniciativas como esta feliz de las Eclosiones, concierto (el segundo ya) dedicado a obras de compositores jóvenes o de trayectoria iniciada después del año 1999, inicio de la actividad de Promuscan y del imparable despliegue de la creación musical canaria.

Nueve nuevas obras de otros tantos compositores a cargo del Ensemble Lothar Siemens y bajo los auspicios del Auditorio Alfredo Kraus, que acogerá cuatro conciertos en esta nueva temporada. Obras todas interesantes, de sólido planteamiento y adecuada factura que dicen mucho de la calidad técnica y de la oportunidad de la iniciativa. La homogeneidad de la plantilla (flauta, clarinete, trompa, violín, violoncello y piano en casi todos los casos) permitió apreciar mejor la variedad estilística de los enfoques y acercamientos.

Muchos de los autores son jóvenes nacidos en torno al cambio de milenio. Así, Elisa Cancio (1997, única mujer del conjunto en esta ocasión), alumna de nuestro Conservatorio Superior, nos presentó con Balanza un trio para clarinete, trompa y piano articulado en tres movimientos breves en un lenguaje modal (una de las coincidencias de varios de los autores) y con una escritura compacta y equilibrada que hace honor al título. Una obra de atractivo creciente, sobre todo en el relajante segundo movimiento y el rítmico final en forma de rondó. A continuación un muy original Melquíades Álvarez (1999, autor desconocido para este cronista) nos sorprendió en Ouroboros (serpiente que se muerde la cola) con un original planteamiento conceptual circular en el que pudimos disfrutar dos veces seguidas (pudieron ser más según la propuesta del compositor) de un tríptico para clarinete, violín, violoncello y piano de hermosas sonoridades en el que la idea estructural del bucle es omnipresente.

Isaac Rodríguez (1996), otro miembro del alumnado del CSMC aportó su In crescendo para flauta y trompa, también en un lenguaje modal deudor de la estética cinematográfica, y que sólo en sus lances finales alcanza a cumplir del todo la promesa del título. La mayor sorpresa de la sesión matutina nos la dio el benjamín Alexander Cáceres (2004), salido del fantástico proyecto Barrios Orquestados, que a sus apenas 18 años y cursando aún Bachillerato nos regala en El viento se levanta una obra sutil y excelentemente escrita, carente de complejos y de una singular variedad estilística. Una gran sensibilidad en ciernes que esperamos persevere en la composición.

José Buceta (1981), un músico maduro y experimentado versado en el mundo del viento metal y la banda, nos anunció con su Serenata del amor perdido un viaje por los dolorosos sentimientos de pérdida. Luce una escritura muy competente, aunque creemos que el ropaje sin duda romántico viste a la partitura de una sentimentalidad que no acaba de dejar traslucir el propósito doloroso. Sólida música en todo caso. Carmelo Tejera (1959) es el autor de mayor edad del concierto. Sin ser músico de profesión parece seguir la estela de una burguesía liustrada que ha sido un ingrediente esencial de nuestra cultura, y en esa línea es capaz de ofrecer una mirada propia y de factura más que correcta. Fue el único autor que transcurrió por sonoridades atonales (aunque no por ello carentes de expresividad) en unos Pasajes sonoros de la noche que evocan la noche dublinesa.

Álvaro Alemán (2001), otro fruto de Barrios Orquestados y reciente alumno de Composición del Conservatorio aportó Pernocto, que describe una noche en vela de insomnio, preocupaciones y obsesiones servidas con aires de tango-milonga (incluyendo un solo de trompa bien planteado) que acaba felizmente en el ansiado descanso. Otro también miembro de Barrios Orquestados y alumno del Conservatorio fue Álvaro Lorente (1995) que presentó Dos breves disforías muy interesantes con aires de vals oscuro (¿percibimos referencias al Yann Tiersen de Amelie?) que viste de un ropaje tonal-modal con inestables disonancias.

uso una de nuestras mayores promesas, el venezolano Wilfredo Angulo (1970), próximo a finalizar unos estudios de Composición que han sido en su caso especialmente fructíferos y en los que ha desarrollado su completa y generosa personalidad artística con una capacidad compositiva sorprendentemente versátil. Si recientemente pudimos escuchar cuatro de sus obras en su Recital de fin de curso y próximamente podremos conocer su producción para conjunto de vientos, en este Carpentier se propone un reto singular y muy ambicioso: poner música nada menos que al capítulo VI del “Concierto Barroco” de Alejo Carpentier en el que músicos barrocos viven con Stravinsky y visitantes caribeños una noche de Carnaval. Consecuentemente, Angulo son plantea un neobarroco muy stravinskiano excelentemente llevado a cabo y con muy variadas referencias al jazz de Charlie Parker o a la música de Silvestre Revueltas, entre otros. En manos menos expertas esta idea podría haber caído en el pastiche, pero nuestro compositor sale victorioso.

El Ensemble Lothar Siemens se va consolidando con miembros jóvenes pero de sólida ejecutoria (Alberto Gómez al piano, Eva Cabrera al violín, Tania Cantallops al violoncello, Texenén Díaz a la flauta, Sebastián Angulo al clarinete y Rubén Ortega a la trompa) y en esa línea fue sobradamente capaz de hacer justicia a un programa interesante, variado y bien estructurado.

La composición canaria sigue en buenas manos. La próxima cita en la misma sala será el concierto del Aula de Composición del CSMC el próximo 15 de mayo, con nueve nuevas muestras de la excelente labor que se lleva a cabo en el centro educativo.

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