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La ULPGC cuantifica el papel de las algas para frenar el cambio climático

Investigadores del Instituto Ecoaqua participan en el estudio que lidera ABAS sobre los bosques marinos de rodolitos y su capacidad para atrapar CO2 de la atmósfera

Buceadores que colaboran en el proyecto Mac-Rodo, en un hábitat de rodolitos en Madeira. Pedro Neves

Cartografiar las extensiones de rodolitos en Canarias y en el conjunto de la Macaronesia, y cuantificar la capacidad de estas algas rojas coralináceas de atrapar CO2 de la atmósfera y, por tanto, de contribuir a la mitigación del cambio climático. Este es el objetivo del proyecto Mac-Rodo que lidera la Asociación Biodiversidad Atlántica y Sostenibilidad (ABAS) en el que participan investigadores del Instituto Universitario de Investigación en Acuicultura Sostenible y Ecosistemas Marinos (IU-Ecoaqua) de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC).

El proyecto contempla tres bloques de acciones para arrojar más luz sobre estos ecosistemas, muy presentes en Canarias y de los que se conoce muy poco. A través del mismo se realizarán labores de cartografiados de los fondos de rodolitos en Madeira y en Gran Canaria; así como experimentos en estos hábitats para cuantificar la absorción de carbono, y en el laboratorio para estimar su sensibilidad al incremento de nutrientes y disminución de la luz. Con una duración de 12 meses y unos 40.000 euros de financiación, Mac-Rodo forma parte del programa Life4Best de la Unión Europea para el Medio Ambiente y la Acción Climática en las regiones ultraperiféricas. Por parte de ABAS participan Francisco Otero Ferrer -investigador principal-, y Nestor E. Bosch; y por parte del IU-Ecoaqua de la ULPGC, Fernando Tuya, Ricardo Haroun, Fernando Espino y el investigador predoctoral Marcial Cosme de Esteban.

Prioridad

El estudio y conservación de estos hábitats son una prioridad para la Unión Europea dado su papel para soportar la biodiversidad asociada y posible contribución a la mitigación de los efectos del cambio global. «En Canarias los rodolitos tienen esa forma de roscas, con muchos huecos que sirven como nidos para pequeños animales, y por tanto es un lugar de cría para muchas especies. Además, al ser un vegetal, hace la fotosíntesis y fija dióxido de carbono, lo cual es importante para la regulación del CO2 en el agua. Cuando hablamos de bosques, tenemos en la mente a poblaciones de árboles, pero desde el punto de vista de la función los hábitats de rodolitos también son pequeños bosques», apuntó Otero, al tiempo que señaló su importancia como reclamo para actividades turísticas y recreativas, como el buceo, cuando están en buen estado.

El estudio de las algas rojas coralináceas, que tienen forma de roscas o palomitas de maíz, facilitará los primeros mapas de estas poblaciones en aguas de la Macaronesia, en Madeira y Gran Canaria

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Entre las acciones que se han llevado a cabo figura la primera campaña de mapeo de estos hábitats submareales en la zona del Parque Natural Marino de Cabo Girao, al sur de Madeira, a finales del pasado mes de marzo, en colaboración con investigadores de la Asociación de Madeira para la Conservación Marina (Amaco). La cartografía se llevó a cabo con un sónar de barrido lateral, una tecnología que permite caracterizar el tipo de fondo submarino y la extensión de hábitats de interés como es el caso de los fondos de rodolitos. «Este fue el primer objetivo del proyecto y le vamos a dar continuidad en Gran Canaria, a finales de agosto o principios de septiembre, realizando mapas de áreas de rodolitos que ya conocemos, principalmente en el noreste y en el sur de la Isla».

Acción humana

El segundo bloque de acciones consistirá en chequear el estado de salud de estos bosques marinos, y estudiar cómo les afecta la actividad humana. «Queremos recrear en el laboratorio las condiciones donde viven estas algas, e interactuar produciendo efectos de origen humano que pudieran perturbarlas, como la contaminación. Podemos simular, por ejemplo, un vertido accidental de una depuradora para ver cómo esa contaminación orgánica puede afectar a la salud de estos organismos», apuntó Francisco Otero.

También en el laboratorio se va a recrear el efecto del calentamiento, «para ver como estos organismos responden en un escenario potencial de aumento de temperatura»; y estudiarán como crecen, dado que el esqueleto de los rodolitos está formado por carbonato de calcio y su crecimiento es extremadamente lento -uno o dos milímetros al año-. «Conocer su modelo de crecimiento nos ayudará a saber el estado de salud de estas poblaciones».

El tercer bloque del proyecto estará centrado en dar a conocer y concienciar sobre la importancia de estos hábitats marinos, y aportar a las autoridades el conocimiento necesario para su gestión.

«Ingenieros del mar» que dan nombre a El Confital



Los rodolitos son unas algas rojas coralináceas que crecen sueltas sobre el lecho marino formando nódulos. Calificados por los investigadores como «ingenieros ecosistémicos» pueden ocupar grandes extensiones del litoral y al morir pueden ser transportados por las corrientes y mareas a las playas, contribuyendo así a la generación de arena, algo que se conoce coloquialmente en Canarias como «confite», que da nombre a la bahía de El Confital, en Las Palmas de Gran Canaria. Suelen cubrir grandes extensiones, y en Canarias se desarrollan principalmente entre los 15 y los 100 metros de profundidad. Están presentes en los fondos que rodean las ocho islas y en muchas playas, aunque suele ser más notable en las islas orientales, que son las que cuentan con mayor plataforma insular y atesoran más edad geológica. Cuando están vivos, su color es rosado o violeta y una vez finalizado su ciclo de vida pierden esta coloración y se vuelven blancos. Se asemejan a las populares «roscas o cotufas», algo que ha convertido a algunas playas canarias en un reclamo turístico. | M. J. H.

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