La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Pediatría

Lucía Galán: “Me quita el sueño que los padres lleguen a la adolescencia de sus hijos a pelo”

“Que tengamos que enterrar cada día en España a un joven que se ha quitado la vida es un fracaso; no nos lo podemos permitir”

Lucía Galán Beltrán, pediatra.

Lucía Galán Bertrand (Oviedo, 1978) es todo vocación: como pediatra, escritora y divulgadora. Fue incluida en la revista Forbes como “mejor influencer en Salud” en 2019 y también en el ranking de mejores médicos de España en 2021 (tiene su propio centro médico en Alicante). Autora de grandes éxitos editoriales, como 'El gran libro de Lucía, mi pediatra', convertido en manual de cabecera para padres en apuros, llega a Oviedo con su último libro bajo el brazo, 'La vida va de esto'. Firmará libros esta misma tarde en la Casa del Libro, a las 18.00 horas.

¿Mucho tiempo sin pasar por la casa familiar?

Llevo más de un año sin ir por Oviedo, así que tengo muchas ganas. El hogar siempre es el hogar y si voy a Asturias, como mínimo me pido cuatro días. Voy con mis hijos, así que vamos a disfrutar a tope.

¿Qué ha querido contar con 'La vida va de esto'?

Venía de escribir el 'Gran libro de Lucía', un gran manual de consulta, y muchos lectores me pedían que volviera la Lucía reflexiva, la que hacía análisis de cada pequeña situación. Me pilló en un momento vital singular, tras dos años de pandemia que nos ha pasado factura a todos y cerrando la puerta a la infancia de mis hijos. Así que me parecía que era un buen momento para hacer balance, mirar a la cara amable y compasiva de la maternidad y lanzar un mensaje de esperanza y de enseñanza a otras familias que creen que están en el túnel. Es un libro reflexivo, inspirador, que pretende llenar de sosiego a las familias.

¿Su éxito puede estar en haber llevado el 'coaching emocional' a la medicina?

No concibo la medicina sin inteligencia emocional hacia nuestros pacientes. No hay profesión más humana que la sanitaria. Tratamos con personas en momentos, muchas veces, críticos de su vida. Esa antigua imagen del doctor tras una mesa, con quien solo se puede hablar de signos y síntomas, es un modelo de medicina con el que nunca me he sentido identificada. Los mensajes típicos de la carrera de “no permitas que los problemas de tus pacientes se vayan contigo a casa”, o similares, son algo con lo que jamás comulgué. No estudié Medicina para eso. Tener la necesidad de ayudarles médica, científica y emocionalmente es lo que convierte a un médico bueno en uno extraordinario. Y yo lo intento.

Una enfermera contó recientemente en La Nueva España una vivencia demoledora por la falta de empatía y humanidad que encontró cuando su marido murió en un quirófano.

Me parece un fracaso profesional y emocional. Son experiencias que a la mayor parte de los médicos nos avergüenzan.

¿Nunca le ha pasado factura tanta naturalidad en la consulta?

Seguro que sí. Pero igual que se dice que los perros se parecen a sus dueños, yo esa teoría la aplico a mi consulta. La gente busca al pediatra con quien mejor se siente.

¿No teme ser 'doña perfecta' al tener respuestas para todo en algo tan complicado como la crianza?

Qué gracia. Ayer mismo reflexionaba sobre esto en Instagram. Sí, a veces me presionan los mensajes de “Lucía, eres perfecta”, “cómo llegas a todo”, “tienes respuesta para todos...” y no me gusta que la gente saque esas conclusiones sobre mí porque no es verdad. La Lucía que habla ahora ha pasado batallas y es el resultado de errores y derrotas, y ahora tiene muchas horas de vuelo. Es normal que la gente me escuche con cierta sabiduría, con serenidad y sensatez, pero es que soy ya una piloto experimentada. Es ahora cuando puedo hablar de temas de maternidad y pediatría con seguridad y confianza, pero ha sido fruto de la experiencia, ni más ni menos. Al final somos la suma de toda nuestra vida y, aunque me idolatren, detrás de mi imagen hay una mujer que lo ha peleado duro y ha tenido muchas dudas.

En su libro hay un capítulo en el que ayuda a sus hijos a despedirse de su abuela que iba a morir. ¿Hay que acercar de nuevo a los niños a la muerte?

A partir de los 6 años los niños ya tienen noción de lo que es la vida y la muerte y se hacen preguntas profundas. Y los padres tenemos que estar ahí. Despedirse siempre es bueno y cuando llega un momento así hay que darles a los niños la oportunidad de asimilarlo y, de la manera que sea, despedirse. Hay que educarles en la realidad, y la muerte es parte de la vida.

“Que no se me escape una meningitis, una sepsis, que no se me escape, por Dios”. Son palabras suyas, sobre la presión que sentía en el momento del covid.

Los pediatras desde el principio intuimos que el covid no era una enfermedad infantil, así que tuvimos que lidiar con el miedo de todos y con el miedo de que, con los niños, no se nos escapara algo importante que pudiera poner en riesgo su vida. Además, los pediatras somos médicos muy cercanos, que necesitamos ver a nuestros pacientes con frecuencia, tocarles... y la consulta al teléfono me parecía insuficiente. Fueron momentos de mucha angustia y fue difícil mantener la serenidad.

Lucía la pediatra ya habla de copas menstruales, de novias de hijos... ¿Por qué ha preocupado tanto la salud infantil y tan poco la adolescencia?

Me quita el sueño que los padres lleguen a la adolescencia de sus hijos a pelo, sin preparación, cuando es la etapa donde más cambios se producen a nivel intelectual, corporal, hormonal... Los padres deben prepararse para esta etapa y es importante que entiendan esos cambios que se van a producir y que el adolescente, ahí, le sigue necesitando. El bienestar emocional de un adulto depende mucho de cómo se cierre una adolescencia. Siento que mis hijos me necesitan ahora mucho más que con 10 años. Es una etapa de cambio brutal, y una mala decisión o una mala experiencia les cambia la vida para siempre, algo que no pasa en la infancia.

Y justo estamos con la avalancha de casos de salud mental infanto-juvenil.

El covid solo ha puesto en evidencia las grandes deficiencias que tiene nuestro sistema sanitario. Fui consciente de que los jóvenes y niños no tenían una adecuada asistencia sanitaria en salud mental hace 15 años y soñé con tener el centro que tengo, donde trabajamos a la vez médicos, psicólogos y sanitarios expertos en salud mental. No concibo la salud sin atender la salud mental. Y los médicos no estamos acostumbrados a trabajar con otras disciplinas como esas. Que tengamos que enterrar cada día a un joven que se ha quitado la vida es un fracaso. No nos lo podemos permitir.

Compartir el artículo

stats