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La segunda oportunidad para una pareja zaragozana a la que se le perdonó una deuda de 320.000 euros

Tuvieron que hacer frente a diversos ERES en los que la plantilla iba variando según las necesidades de los clientes, el cambio y la deriva hacia una actividad más tecnológica hacían necesarios muchos más recursos que pronto la empresa no pudo asumir

Audiencia de Zaragoza.

No quieren dar sus nombres porque no quieren que se les pueda reconocer. Ahora mimo su único deseo pasa por retomar su nueva vida y olvidarse de su pasado deudor. "Ha habido mucha gente que no nos conocía y que cuando se ha enterado de nuestra situación han dejado de vernos con buenos ojos. Son muchos los que piensan que si hemos dejado de pagar una vez vamos a dejar de hacerlo de nuevo", asegura el hombre.

Fue en 2008 cuando comenzaron los problemas. La crisis económica afecto enormemente al negocio del sector gráfico que la pareja había fundado en la década de los 90. "Estábamos perdiendo clientela y nuestra solución pasaba por meternos en proyectos propios, reinventarnos y trabajar con nuevas tecnologías con las que intentar atraer nuevos clientes y más trabajo", explica.

El problema llegó cuando las inversiones no dieron resultados tan rápido como los empresarios esperaban. "Habíamos tenido muy buena trayectoria, la gente tenía una confianza en nosotros que fue la que nos permitió seguir obteniendo créditos y financiación mientras esperábamos poder cobrar los trabajos que hacíamos", añade el empresario zaragozano.

Las dificultades continuaron creciendo durante los siguientes años. Hasta el cierre definitivo de la empresa en 2019, se sucedieron diversos eres en los que la plantilla iba variando según las necesidades de los clientes, el cambio y la deriva hacia una actividad más tecnológica hacían necesarios muchos más recursos que pronto la empresa no pudo asumir.

La pareja asegura que llegaron a perderlo absolutamente todo por intentar saldar unas deudas personales que llegaron a ascender hasta los 320.000 euros, aproximadamente. "Nos quedamos sin piso, sin ninguna propiedad y sin ningún ingreso, hemos pasado mucho tiempo sobreviviendo gracias a la ayuda de nuestros familiares", explica el zaragozano. "Fue un continuo no parar, si conseguía un trabajo necesitaba una tarjeta prepago en la que me ingresaran en dinero para poder ir a la compra, nuestras cuentas estaban completamente intervenidas, todo lo que entraba desaparecía para pagar las deudas", añade el hombre.

La situación llegó a un punto que fue "estresante y agobiante". "Durante mucho tiempo estuvimos trabajando de la forma que nosotros considerábamos que era la correcta, llevábamos toda la vida trabajando por cuenta propia y siempre nos había ido bien, probablemente esa misma seguridad de no haber tenido nunca ningún problema fue la que nos llevó a pecar de un exceso de confianza", reconoce el empresario.

"De lo que te quedan ganas ahora que ya no tenemos la deuda es de querer hacer las cosas de nuevo, aprender de los errores y hacer las cosas bien", añade, y recuerda que desde su apertura en los años 90 "han sido muchas las familias que han comido de nuestra mano y nuestro principal objetivo ha sido siempre ser sinceros, seguir pagando su seguridad social y seguir anteponiendo sus intereses ante cualquier otra cosa", asegura.

Ha sido esta sinceridad la que les ha permitido que un juzgado de Zaragoza haya sentenciado el perdón de la deuda que mantenía la pareja con varios bancos. "El proceso consistió básicamente en poner las cartas encima de la mesa y que quedara claro que no teníamos absolutamente nada, que nunca intentamos esconder otras propiedades o cuentas con las que podríamos haber saldado nuestras deudas" , explica el empresario aragonés.

Una vez que esta sentencia ha sido firme, la pareja ha quedado completamente libre de cualquier carga económica. Ninguno de las entidades bancarias con las que la pareja tenía deudas podrá reclamarlas, ni introducirles en ningún tipo de registros de morosos. Aunque actualmente la libertad de la pareja es total, el sentimiento todavía es agridulce. "Estamos contentos porque tenemos la oportunidad de rehacer nuestras vidas y de empezar de cero, verdaderamente es una segunda oportunidad pero realmente es algo que no te sacas de la cabeza, moralmente no vuelves a estar tranquilo porque al final detrás de la entidad a la que le debes el dinero también hay personas trabajando que también tienen que dar de comer a sus familias", explica el empresario.

Además, asegura que durante estos meses lo más complicado ha sido "mantener los pies en el suelo para no desmoronarte". "He tenido muchos ataques de ansiedad por encontrarme en un punto en el que no sabía por donde tirar. Tenía que intentar mantenerme calmado porque sabía que para la familia una actitud depresiva no era lo más adecuado", añade, y concluye recordando que lo más complicado ha sido "todo el proceso para recuperar la confianza y volver a empezar".

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