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Ministerio de Defensa

Civiles que juran bandera: un regimiento de más de 100.000 personas que vuelve tras la pandemia

En 2018, coincidiendo con el 'procés', se alcanzó el récord de jurandos, con casi 20.000, frente a los 1.733 de 2010

Jura de bandera civil en la plaza del Pilar, en 2017.

“¡Españoles! ¿Juráis o prometéis por vuestra conciencia y honor guardar la Constitución como norma fundamental del Estado, con lealtad al Rey y, si preciso fuera, entregar vuestra vida en defensa de España?". La pregunta se oyó fuerte y contundente en la madrileña plaza de Oriente, frente al Palacio Real. “¡Sí, lo hacemos!”, gritó un coro no demasiado afinado de casi tres centenares de hombres y mujeres. El sol calentaba los cuerpos de quienes, pese a un aire gélido que cortaba la piel, se congregaron a media mañana. Todo estaba preparado: las vallas junto a las que se arremolinaban los curiosos decoradas con banderas de España, un espacio reservado para familiares y amigos, la banda de música, los altavoces, la tarima para las autoridades. Fue la primera jura de bandera de civiles que ha celebrado Madrid tras el parón de la pandemia, un acto al que se habían inscrito casi 300 mujeres y hombres para “manifestar su compromiso con la defensa de España”. El pasado 14 de mayo fue el turno de Barcelona: hasta 600 catalanes, según el Ministerio de Defensa, se dieron cita en el cuartel del Bruc para retomar una actividad que llevaba dos años parada.

En 2001 fue la primera vez que Defensa acogía una jura de bandera con personal civil. Habían pasado meses desde que el entonces ministro del ramo, Federico Trillo, pronunció su “señores, se acabó la mili”. Sin servicio militar obligatorio, el acto solemne de besar la enseña nacional quedaba reservado a los militares. “La bandera es patrimonio de todos los españoles y el patriotismo no es exclusivo de los militares”, dijo en aquel acto Federico Trillo. Desde entonces, el protocolo se ha modernizado. Primero, en 2004, con una orden que fijaba el procedimiento para hacerlo. Basta haber cumplido los 18 años, tener la nacionalidad española y no estar incapacitado por sentencia firme. Después, en 2017, con la reforma que fijaba que la renovación del juramento solo puede hacerse cada 25 años.

Sin besos a la enseña

En Madrid, algunos juraban por primera vez, como un joven enfundado en un traje de chaqueta cuyo padre, al otro lado de la valla, iba comentando cada momento del acto segundos antes de que ocurriera. “El juramento que han hecho hoy, del que doy fe, supone que saldrán en defensa de nuestros valores cuando sea preciso”, aseguró el Comandante Militar de la capital, Enrique Millán, antes que gritar un ‘Viva España’ con esa entonación tan característica de los miembros del Ejército, y antes también de que los papeles que tenía agarrados se los llevara una ráfaga de viento. En tiempos de pandemia, no hay beso a la enseña: los jurandos inclinan su cabeza frente a ella.

De las 47.469 personas que han jurado desde que se creó el registro centralizado a mediados de 2017, el 62% tiene más de 50 años

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En 2010 comenzó a contabilizarse el número de participantes. Fueron 1.733, según los datos que publicó Defensa. Antes de la pandemia, la cifra se había disparado. En 2014 hubo un primer repunte, con 10.159 jurandos. Incluso Mariano Rajoy se convirtió en el primer presidente del Gobierno que presidió un acto solemne de jura de bandera de civiles, en el acuartelamiento de la Guardia Real, en El Pardo.

El año del 'procés'

En 2018 se alcanzó el máximo, con 19.884 jurandos, una cifra que bajó hasta las 16.314 personas en 2019. Fue la respuesta de una parte del país al procés en Cataluña y a la consulta del 1-O: el fervor nacionalista español no solo colgaba desde los balcones. Precisamente en el cuartel del Bruc, en Barcelona, la jura de mayo de 2018 fue de las más numerosas. Hasta 611 personas juraron bandera ese año frente a las 370 de 2019, según los datos a los que ha accedido EL PERIÓDICO, diario perteneciente al grupo Prensa Ibérica al igual que este medio. En la provincia de Lleida lo hicieron 151, y en 2019 fueron 70. En 2020 y en 2021 Cataluña no ha acogido ninguno de estos actos. 

Los datos desglosados por edad dejan poco margen para la duda. De las 47.469 personas que han jurado o prometido desde que se creó el registro centralizado a mediados de 2017, el 62% tenía más de 50 años. La franja de edad más popular es la de los que están entre los 50 y los 60 años. Entre 30 y 50 fueron 12.817 y menores de 30, solo 5.201. Jurar bandera parece ser cosa de familia: entre los jurandos más jóvenes es poco habitual encontrar a alguno que no tenga un padre, madre o abuelos que no hayan jurado primero. 

En caso de guerra

A los jurandos se les cita horas antes. Mientras se prepara la logística, reciben indicaciones sobre el protocolo del acto. Entre los invitados, familias enteras con sus mejores galas y gesto de llevar días esperando ese momento y otros como de paso, mirando desde un rincón más discreto y cargados de bolsas de tiendas de ropa. “Entonces, si España entra en guerra, ¿los que habéis jurado bandera tenéis que ir?”, pregunta una joven al hombre al que ha venido a acompañar. “Si España entra en guerra, tendrán que ir todos los hombres, hayan jurado o no. Mira lo que ha pasado en Ucrania”, responde él. La chica insiste: “Y entonces, ¿por qué se hace?”. “Es algo simbólico... Por amor al país, por sentirte parte”, sentencia. 

La Constitución española establece que los españoles tienen “el derecho y el deber de defender a España”, delega en la ley las obligaciones militares y reconoce la objeción de conciencia. La Ley de Seguridad Nacional regula los deberes de los ciudadanos en los casos de “grave riesgo, catástrofe o calamidad pública”. Todos, con independencia de que hayan jurado bandera en un acto solemne. 

“Es un acto muy bonito, para acercar las Fuerzas Armadas a la gente”, explicaba en la Plaza de Oriente la subteniente que controlaba la valla de acceso a dos señoras que preguntaron qué estaban celebrando los militares en la calle. “A la próxima, no duden en animarse. Cuando ya hayan cumplido los 18”, bromeó con ellas. También les explicó qué significaban cada una de las medallas que lucía en el pecho, una de ellas por participar en la Operación Balmis, el trabajo de las Fuerzas Armadas en las residencias de ancianos durante la pandemia. “Esta es por llevar más de 20 años de servicio, tengo 44 años pero empecé muy jovencita, fui de las primeras mujeres en llegar al Ejército”, explicaba, sonriente. De nuevo, el amor por los símbolos tiene algo de familiar: su padre y su hijo también juraban bandera esa mañana.

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