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Educación

Habla un estudiante de bachillerato: "¿Es obligatorio ir a la universidad?"

Cuatro jóvenes cuentan los motivos que, con el apoyo de sus familias, les llevaron a elegir la FP tras acabar bachillerato

Marc Llorens, junto a su madre, Silvia Galiana. Jordi Cotrina

Los alumnos de 2º de bachillerato han acabado el curso y están inmersos en la preparación de los exámenes de la selectividad para acceder a la universidad. No todos. Hay alumnos, aún minoría pero que aumentan año a año, que ya han decidido que harán un grado superior de Formación Profesional, una alternativa a la universidad que cada vez está más prestigiada, en buena parte por la formación práctica y más profesionalizadora y por la alta empleabilidad que tienen sus estudiantes una vez acabado el grado. Cada vez más alumnos contemplan esta opción y cada vez más las familias lo ven con buenos ojos.

Es el caso de Igor Lalana. Acaba de acabar bachillerato en el colegio Claver de Lleida. Tiene claro lo que quiere hacer: un ciclo superior de Gestión Forestal y Medio Natural. Lo hará en Huesca. "Me gusta la naturaleza y hay muchas asignaturas que me interesan en este ciclo", cuenta este vecino de Esplús, en la Franja. A la hora de decidirse le ha pesado la formación más práctica y las salidas laborales. "Quería algo más práctico, no tanta teoría para luego vomitarla en un examen", explica. También ha tenido en cuenta que "hay grados universitarios sin salidas laborales".

En casa, sus padres tomaron bien la decisión. "Lo que sí que me pidieron fue que acabase el Bachillerato y que hiciera, sin presión, la selectividad. Pero al final, la selectividad no la haré. Ya estaba cansado", confiesa. Su madre, Cristina Labat, maestra en el Claver, explica que cuando llegó el momento de decidir, decidieron confiar en el chico. "Decidimos que Igor decidiría lo que le hiciera feliz. No siempre la universidad es la mejor opción. Lo mejor es que él decida, que encuentre su lugar", dice, contenta de que su hijo haya tomado las riendas de lo que será su vida futura. Admite que en muchas familias todavía "no se ha normalizado" la opción del grado superior como vía tan válida como la universidad. Labat, que apunta que el colegio orientó "muy bien" a Igor, ha podido constatar el cambio "increíble" que ha experimentado la FP.

Igor Lalana y su madre, Cristina Labat, en su casa

Jana Salas ha acabado bachillerato de artes escénicas en el instituto Poeta Maragall de Barcelona. No hará la selectividad porque tiene claro que no irá a la universidad. "Estuve mirando, y no hay ningún grado que me guste". En su lugar, cursará un ciclo formativo de grado superior de Realización para Audiovisuales y Espectáculos. Y lo compaginará con un curso preparatorio para el examen de acceso al Título Superior de Canto Moderno, una formación de cuatro años equiparable a un grado universitario. "Miré si necesitaba la selectividad para esto, pero al ver que no, decidí no hacerla", explica.

El grado lo ha elegido porque es el ámbito de estudio que le gusta. "Y porque es más práctico. Aprendo desde la práctica. Y en un ciclo aprendes realmente y te da instrumentos para moverte en el mundo laboral". "Tengo muchas ganas de hacer por fin algo que me gusta", afirma.

Salas es muy crítica con la orientación que le han dado desde el instituto. "No te orientan. De FP no explican nada". "Es una pena", apunta su madre, Carme Navarro, que opina que "la orientación debería ser la gran reivindicación".

En casa siempre dieron por hecho que seguirían el camino bachillerato-selectividad-universidad. "Incluso hace años que ya me angustiaba pensando en la selectividad", dice ahora, liberada. Es el camino que inició su hermano mayor para acabar dejándolo y optar por un ciclo. "Empezó Ciencias Políticas y en segundo vio claro que no era lo que le gustaba y lo dejó. Ahora está haciendo un ciclo superior de Sonido para Audiovisuales y Espectáculos. Para su madre, es ejemplo de la mala orientación. "Perdió dos años por una mala orientación. Y lo pasó mal cuando tuvo que decirnos que dejaba la universidad", recuerda. Ahora, el chico está "feliz, sacando excelentes y dedicando horas a lo que le gusta".

Navarro admite que la universidad siempre ha estado en el imaginario pero en su casa siempre han visto bien la opción de la FP. "Ahora se está viendo que la universidad no es tanto como uno piensa y que la FP funciona muy bien y, en general, tiene más salidas profesionales que algunos grados universitarios".

Jana Salas y su madre, Carme Navarro, en Barcelona.

"¿Es obligatorio ir a la universidad?". Fue la pregunta que Marc Llorens hizo a sus padres cuando, cursando 2º de bachillerato en el Claret de Barcelona, llegó el momento de plantearse qué camino tomar. "No tenía claro ir a la universidad. Me planteé hacer el grado de Administración de Empresas, pero había asignaturas que no me gustaban y las matemáticas no me iban demasiado bien", explica a días de acabar el grado superior de Comercio Internacional. Sus padres le apoyaron y fueron los que le ayudaron en la búsqueda de opciones. "El colegio no daba información detallada sobre los ciclos formativos, más allá de apuntar la opción. Eché de menos esa orientación", recuerda Llorens, que realizó y aprobó la selectividad. "En el colegio hacían énfasis en la universidad", corrobora su madre, Silvia Galiana.

Este joven y su familia acudieron a la web del Departament d'Educació y allí analizaron todas las opciones de ciclos formativos de grado superior que cuadraban con los intereses que este estudiante tenía. Dio con el de Comercio Internacional y con uno de Administración y Finanzas. Eligió el primero. Y la valoración ahora es muy positiva. "Me ha gustado. Ha sido muy práctico, ves la utilidad de lo que estudias y te pones a prueba", cuenta Llorens. Su camino seguirá ahora por la universidad: en septiembre empezará el grado de Negocios Internacionales. Su familia está contenta con el camino hecho. "Fue una opción acertada. La práctica les anima a seguir estudiando. Ven la utilidad", señala Galiana. Explica que todavía hay gente a la que "le choca" que un buen estudiante elija un ciclo formativo, pero apunta que "cuando investigas y te informas, ves que es un camino igual de válido y con muchas opciones".

El mismo camino recorrió Cristina Muñoz. "Decidí estudiar un grado superior porque no tenía claro qué carrera estudiar. Vi que el ciclo era una buena opción porque son más prácticos y te enseñan cosas que quizás la universidad no", recuerda. Se acabó de decidir después de que amigos le hablaran de sus experiencias en los ciclos formativos. Así que tras acabar bachillerato, se matriculó en el ciclo superior de Laboratorio de Análisis y Control de Calidad en el instituto Miquel Biada de Mataró. "Siempre me han gustado las ciencias y quería saber si trabajar en un laboratorio me podría gustar", explica. Este mes se gradúa y la experiencia no podría ser mejor: "Por suerte me ha encantado. No me arrepiento en absoluto de mi elección. He aprendido mucho y me ha abierto muchas puertas", cuenta, entusiasmada.

Sus pasos se dirigen ahora a la universidad. En septiembre empezará Ingeniería Química.

En casa, la elección de Cristina se la tomaron con prudencia inicial. "Siempre me han apoyado para que estudiara lo que quisiera, pero al principio, cuando les dije que quería hacer un ciclo superior, no estuvieron muy convencidos porque no sabían qué era y lo que me podía aportar", relata. La información fue la clave del cambio. "Cuando supieron de qué se trataba y de las salidas que ofrecía les pareció una buena decisión. Ahora están muy contentos".

Cristina Muñoz, estudiante de ciclo superior del instituto Miquel Biada de Mataró.

Tímido cambio de las expectativas

La visión que las familias tienen de la opción de un ciclo formativo de grado superior va cambiando, aunque todavía queda para que la equiparen a la universidad. "Las familias no lo ven mal porque la FP ha evolucionado para bien y se ha prestigiado. Ven que es una buena salida, que permite conocer el terreno y acceder a un conocimiento específico", afirma Teresa Comas, directora del Miquel Biada.

"La transmisión a las familias es muy importante", subraya Nerea Guerendiain, orientadora del Instituto Joan d'Àustria. "Nos encontramos con la familia que solo contempla que su hijo vaya a la universidad; otras que valoran que les informes de opciones y luego están aquellas que en principio rechazan la opción de ciclos pero luego te llaman para que se lo vuelvas a explicar". La mayor oferta, el prestigio creciente de los ciclos y la mayor información son elementos que están ayudando al cambio. "A las familias cada vez les llega más información, ven que hay opciones abiertas y todo el mundo conoce a un vecino, amigo o primo que ha elegido el camino del ciclo superior", confirma Guerendiain, que advierte de que "todavía faltan unos cuantos años de concienciación".

De la misma manera lo ve Oriol Rodón, director del instituto El Joncar de Barcelona e impulsor de un proyecto pionero en Catalunya de Bachillerato orientado a la FP en el instituto Joaquima Pla i Farreras de Sant Cugat. "Las familias tienen expectativas y mayoritariamente esperan que sus hijos hagan la Selectividad y vayan a la universidad", apunta. Opina que esa mentalidad ha empezado a cambiar. A ello ha ayudado que se haya prestigiado la FP, que tienen ciclo superiores como el de Radiología, "con una nota de acceso altísima y unas salidas profesionales brutales". Advierte, sin embargo, que hace falta más tiempo y que los centros educativos abran la vía de visibilizar el camino de los ciclos igual que lo hacen con el camino a la universidad.

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