La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Contra el vicio de desperdiciar se prepara la ley de no tirar: ¿Está Canarias preparada?

El Ministerio de Agricultura presenta un anteproyecto de ley de Prevención de las Pérdidas y del Desperdicio Alimentario que entrará en vigor en 2023

Se establece un proyecto de ley para reducir el desperdicio de alimentos

Se establece un proyecto de ley para reducir el desperdicio de alimentos Agencia ATLAS

Para ver este vídeo suscríbete a La Provincia - Diario de Las Palmas o inicia sesión si ya eres suscriptor.

Se establece un proyecto de ley para reducir el desperdicio de alimentos Paz Bernal

Aquellos que están educados en el axioma de que «hay que comerse todo lo que está en el plato» no van a tener mucho problema a la hora de aplicar la nueva normativa que prepara el Gobierno central para evitar el desperdicio alimentario. Los que, por contra, planifican poco y mal, se verán englobados en el cupo de los derrochadores de comida, mirados mal en general y mucho peor después del 1 de enero de 2023.

Eduardo Planas lo presentó la semana pasada en la posterior rueda de prensa del Consejo de Ministros, se llama anteproyecto de ley de Prevención de las Pérdidas y del Desperdicio Alimentario, se propone que entre en vigor el año que viene y pondría a España en un podium donde sólo están dos países europeos, Francia e Italia.

Los datos aportados por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación cifran en 31 kilos el desperdicio por persona en España. Cuando se intenta rastrear la realidad más cercana, todos los afectados, se trate de cadenas alimentarias, tiendas, restaurantes o gestores de pequeños negocios de alimentación, minimizan los daños.

¿Y en Canarias? Tiendas, supermercados y restauración

«Yo no tiro casi nada», explica Gorretty Herrera, propietaria de una frutería, El Club del Goumert de la fruta y la verdura, cuyos productos son los que menos posibilidades de supervivencia tienen; «mis clientes ya saben que el negocio tiene un hueco donde coloca la mercancía que está muy madura o que tiene algún problema, sobre todo en el caso de la fruta de verano que es la que más rápido se estropea, y que ellos llaman el oulet, y que se vende a mejor precio; también», añade, «yo aprovecho lo que se estropea porque tengo gallinas y me sirven para su alimentación».

La frutera destaca aquellas clientas, «es verdad que coincide con las más mayores, que aprovechan estos productos que ya no se venden para hacer mermeladas y otros tipos de postres y así que, tirar, tiro muy poco». Sobre si son los hogares los mayores culpables a la hora de tirar comida a la basura, Goretty opina que, según su experiencia, «a la mayoría nos cuesta mucho encontrar el tiempo para planificar un menú y comprar en consonancia porque la mayoría prefieren la comida rápida y no complicase la vida y a todos nos ha pasado en un momento determinado que hemos comprado para hacer un potaje, después no nos da tiempo y esa verdura termina en la basura».

El objetivo de la norma que quiere implantar el Gobierno de Pedro Sánchez en sintonía con lo que recoge la Agenda 2030, consiste en reducir a la mitad a lo largo de los próximos siete años y medio el derroche de comida en la venta al por menor y el consumo individual.

A pesar de que el grueso del problema reside en los hogares, porque es en ellos donde se concentra la mayor parte del derroche alimentario, el proyecto de ley no contempla sanciones para los consumidores. «Esta ley no pretende ser intervencionista, es reguladora y de concienciación», explicó Eduardo Planas durante su presentación de la iniciativa.

Al otro lado están las grandes cadenas de alimentación, también señaladas por ser culpables de desperdiciar. «Hace ya mucho tiempo que nosotros tratamos de evitar los excedentes», afirma la responsable de Comunicación de SPAR Gran Canaria, Ayla Caballero, «y desde nuestras centrales logísticas donamos todo aquello que podemos aportar. También tenemos permanentemente ofertas en todas nuestras tiendas de productos de consumo preferente, es decir, todos aquellos con una fecha de caducidad próxima que se venden a precios rebajados en lieales específicos para ello».

Ayla Caballero añade que «nuestra empresa, en el caso concreto de los productos frescos de fruta y verdura trabajamos con el concepto de kilómetro 0, que juega un papel muy importante en nuestra logística por lo que no nos hace falta acumular de forma importante, ya que los pedidos los podemos hacer más o menudo porque nuestro suministrador está muy cerca de nuestras tiendas».

En el caso de la otra gran cadena de alimentación en las islas, Hiperdino y la Fundación Dinosol impidieron que 520 toneladas de alimentos acabaran en la basura en 2021 gracias al proyecto Alimentos conVida, según un balance que presentaron al inicio de este año.

 En este documento también se recoge que esta Fundación ha permitido ayudar cada día a 13.441 usuarios de 32 comedores y entidades sociales con servicios de dispensación de alimentos para familias de Fuerteventura, Gran Canaria, Lanzarote, La Palma y Tenerife.

Una de las características más destacadas de este proyecto tiene que ver que, entre los alimentos que se donan diariamente, se incluyen productos frescos como fruta, verdura, carne, pescado y pan, contribuyendo también a que los beneficiarios tengan una dieta variada y equilibrada.

El proyecto de ley del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación tampoco olvida otra de las fuentes más tradicionales de desperdicio alimentario, los bares y restaurantes, aunque ya, desde hace años, al cliente cada día le cuesta menos pedir que envasen los restos de sus platos de comida y llevárselos a casa.

Esta opción, que en países como Estados Unidos, forman parte de su cultura, se convierte ahora en obligación de los locales de restauración, que deben ofrecer siempre esta posibilidad a todos su clientes. «Lo que nosotros denominamos el desperdicio de mesa», explica Adal Santana, gerente del restaurante El Pote, en la capital grancanaria, «llevamos ya mucho tiempo ofreciéndoselo al cliente, con el envase pertinente».

Con el local de raíz gallega, «nosotros trabajamos con cocina de producto y con la técnica del envasado al vacío, con lo cual podemos cocinar determinados productos y conservarlos durante bastante tiempo».

Alda asegura que en este tema del desperdicio, «nuestra política siempre es avisar al cliente si vemos que pide demasiada comida o se queda corto, aconsejar lo que nos parece más adecuado y, por supuesto, ofrecerle para llevar lo que no se hay comido”.

Respecto a las sanciones se concentran en los agentes de la cadena alimentaria, que deberán disponer siempre de un plan de prevención de las pérdidas, en el que evaluarán sus procesos productivos, identificarán dónde tiene lugar el desperdicio de alimentos y fijarán medidas para minimizarlos y destinarlos a otros usos.

La norma fija cuatro prioridades, ordenándoles por jerárquía: el consumo humano, la transformación en otros productos (cremas, zumos, mermeladas...), la alimentación animal y, por último, la elaboración industrial para obtener compost o combustible.

Los agentes deberán también suscribir convenios de colaboración con empresas, onegés, y bancos de alimentos para la donación de comidas, estableciendo con claridad las condiciones de recogida, transporte y almacenamiento de los productos. Las entidades receptoras tendrán que garantizar la trazabilidad de los alimentos.

En el caso del Archipiélago, donde los establecimientos hoteleros son mayoritarios, consultado el presidente de la Federación de Hostelería y Turismo de Las Palmas, José María Mañaricúa, sobre este nuevo proyecto de ley explicó que le parecía un poco pronto para saber exactamente cómo le puede afectar al sector».

Compartir el artículo

stats