La evacuación y rescate de un pueblo situado en la falda de un volcán en erupción, mediante el diseño y programación de unidades robóticas coordinadas por un «Pevolca» o puesto de mando avanzado para el que se ha diseñado todo un sistema de comunicaciones inalámbricas. Este es el proyecto sobre el que se ha trabajado en la novena edición de Ciberlandia, el programa de talleres de robótica impulsado por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria a través del Instituto Universitario de Ciencias y Tecnologías Cibernéticas (IUCTC) que dirige Alexis Quesada, y en la que han participado 1.200 estudiantes de educación primaria y secundaria de la provincia de Las Palmas.

Ciberlandia finalizó ayer en Gran Canaria -la semana pasada se cerró en Lanzarote y_en Fuerteventura-, con el acto de demostración final del reto, que se celebró en el Museo Elder de la Ciencia y la Tecnología, en la ciudad capitalina. En torno a 35 alumnos de nueve institutos y tres colegios, participaron en representación de todos los centros inscritos en los talleres. Para intervenir en el reto, que este año está inspirado en la robótica en situación de emergencia como homenaje a La Palma, se formaron cuatro equipos por cada nivel educativo.

Tras participar en los talleres formativos, los estudiantes han sido los encargados de diseñar y programar las unidades robóticas encargadas de evacuar a personas y animales de un pueblo en el que surge de forma repentina una erupción volcánica.

El alumnado diseña y programa las unidades robóticas encargadas de evacuar a personas y animales en riesgo

En este escenario, los equipos de secundaria han actuado como unidades de primera respuesta, trabajando directamente en las zonas afectadas del pueblo, tratando de evacuar a habitantes y mascotas hasta zonas seguras, todo ello bajo la coordinación del puesto de mando avanzado (PMA). Una vez evacuados, intervienen los equipos de primaria, como unidades encargadas de trasladar a los habitantes, según las necesidades de atención que requieran, hasta las zonas donde los afectados recibirán ayuda específica y concreta en función de su situación particular.

«Se trata de un reto colaborativo, algo que siempre queremos impulsar en Ciberlandia, frente a la competitividad, apostamos por la colaboración entre los equipos. Si cada grupo consigue hacer su trabajo, conseguimos el éxito en la evacuación de todo un pueblo», indicó el profesor Quesada.

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Ciberlandia en el Museo Elder Andrés Cruz

Comunicación

Además, el desafío implicaba la comunicación continua con el puesto de mando avanzado (PMA), encargado de dirigir en todo momento a las unidades robóticas en función de la evolución de la erupción y la entrada de lenguas de lava en el pueblo. «Se ha desarrollado toda un sistema de comunicaciones inalámbricas para que las unidades robóticas puedan consultar en cada momento las rutas que pueden seguir, de cara a no interferir ni coincidir en el mismo punto con otros robots, y poder subsanar los interbloqueos entre unidades», indicaron.

Como novedad este año, el profesorado de la ULPGC que imparte los talleres de Ciberlandia ha contribuido en la creación de un desarrollo para que funcione el sistema de comunicaciones en las unidades Lego EV3.

El reto educativo se completa con el desarrollo de un sistema inalámbrico de comunicaciones

«La valoración es positiva porque este curso hemos podido volver a ver a los chicos de forma presencial, después de haber pasado una edición online y sin posibilidad de hacer el encuentro final por la pandemia del Covid-19», apuntó Alexis Quesada sobre este programa formativo por el que han pasado en estas nueve ediciones cerca de 9.000 estudiantes. «Nuestro objetivo es poner un granito de arena para despertar esas vocaciones científico-técnológicas en los jóvenes, especialmente en primaria, y a todos les animamos siempre a seguir estudiando, por encima de todo», concluyó.

«Creatividad, innovación y soluciones originales»

Ciberlandia nació en junio de 2012 en el seno del Instituto Universitario de Ciencias y Tecnologías Cibernéticas de la ULPGC, con el objetivo de despertar la curiosidad y la vocación científica en jóvenes no universitarios de entre 8 y 19 años. Nueve ediciones después -ni siquiera la pandemia consiguió frenar el proyecto-, se ha consolidado como un espacio para la enseñanza y el aprendizaje activo, «en el que la creatividad, la innovación y la originalidad en el planteamiento de soluciones ante determinados problemas llegan a un punto de ebullición, que hace despertar en muchos de los participantes una vocación científico técnica aún por descubrir». Permite desarrollar habilidades y valores propios de una generación preparada para el cambio y las nuevas ideas, con la asunción del riesgo y el error como parte del proceso de aprendizaje. Con la robótica como protagonista, los talleres integran disciplinas como la física, matemáticas, electrónica, mecánica o computación. | M.J.H.