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Seguridad vial

El colapso de la Autopista del Mediterráneo reduce los accidentes más graves en Cataluña

La cifra de siniestros con muertos y heridos de consideración cae un 21,3% a pesar de que las víctimas mortales son 77, las mismas que en 2019

Retención en la AP-7, a la altura de la estación de servicio de la Porta de Barcelona, este jueves. MANU MITRU

Tras décadas reclamando el fin de los peajes, ya son muchos en Cataluña los que echan de menos las barreras y las casetas naranjas. Durante los días del puente de Sant Joan sucederá, amplificado, lo que ya es habitual en los últimos meses, tanto en días laborables como en fines de semana: colas kilométricas, en muchos casos agravadas por incidencias en la calzada. El tráfico ha basculado desde las carreteras secundarias a las autopistas principales y esto ha tenido un efecto dominó en la siniestralidad, que también ha mutado la piel. No hay buenas noticias cuando se habla de seguridad vial y hay una sola vida afectada, pero en toda esta situación puede convalidar el dicho de que 'no hay mal que por bien no venga'. Es cierto que los siniestros han crecido de manera sustancial en la AP-7 (un 30% más y suponen el 40% de los accidentes registrados en las principales vías catalanas), pero en términos globales, la caída de la siniestralidad es casi del 20%.

Lo que aquí se comparará, gracias a los datos facilitados por el Servei Català de Trànsit, son 12 tramos de las arterias vitales de Catalunya y en el mismo periodo con y sin peajes, es decir, del 1 de septiembre de 2021 (día en el que se levantaron las barreras en la AP-7, la C-32 norte y la AP-2) al 8 de junio de 2022, y las mismas fechas entre los años 2018 y 2019, antes del covid. Lo primero que llama la atención es que en estas carreteras catalanas se ha registrado ahora un 37% menos de accidentes con víctimas mortales y heridos graves, pero la cifra total de muertos este 2022 en toda la red es exactamente la misma que en 2019, con 77 vidas perdidas en el asfalto; la última, la conductora de un turismo que el sábado falleció tras colisionar con otro vehículo en la A-2, a la altura de Esparraguera en sentido hacia el Bruc. Si miramos la cifra de toda Catalunya y referente a lo que llevamos de año, el descenso global de accidentes con muertos y heridos graves es del 21,3% respecto a 2019. Heridos graves, un 23% menos; heridos leves, un 18,1% menos.

Sin choque frontal

El análisis de los datos refleja perfectamente el tránsito de vehículos sobre todo hacia la AP-7, pues el crecimiento de los siniestros con muertos y heridos graves en el eje del Mediterráneo es del 25% en el tramo sur y del 66,7% en el del norte. Mientras que las carreteras que circulan en paralelo y que eran un hervidero antes del levantamiento de barreras han experimentado una caída espectacular de la siniestralidad más grave: un 75% menos en la N-340 (se ha pasado de 20 a cinco) y un 60% menos en la N-II norte (de 10 a cuatro).

Causa-efecto; pasan muchos menos coches, porque la AP-7 tiene un 40% más de tráfico que antes del fin de los peajes, y hay menos accidentes. Pero con un añadido: los de las autopistas suelen ser menos graves, porque no hay choque frontal al existir una mediana entre ambos sentidos de la marcha. De hecho, el 55% de los registrados en esta arteria son alcances, es decir, un vehículo cuyo morro choca con la parte posterior del que va delante.

Que haya el mismo número de fallecidos a pesar de que hay menos siniestros graves tiene una explicación: los atropellos. Òscar Llatje, coordinador de Seguridad y Movilidad de Trànsit, explica con cierta inquietud que en la AP-7 se han producido en lo que llevamos de año siete atropellos mortales, por uno en todo 2019. Tres de ellos eran personas que, inexplicablemente, andaban por la autopista. Los otros cuatro eran conductores que bajaron del coche al tener un percance con otro vehículo. Sin atender a su entorno, fueron arrollados por otros automóviles. La mortalidad en la AP-7, de hecho, se ha triplicado, pasando de 4 a 12 fallecidos, el 16% del total. Llatje aporta más cifras sobre la AP-7 que ayudan a entender la magnitud del problema: "En lo que llevamos de año, y respecto a 2019, los accidentes con víctimas en esta autopista han crecido un 25%, mientras que en el resto de carreteras catalanas ha bajado un 19%".

Carreteras menos trágicas

En cuanto a la cifra total de accidentes, con independencia de la gravedad del mismo, la situación se ha disparado en la AP-7 sur, con un aumento del 60% (de 97 a 155) amortiguado por la caída en la N-340, que cae un 33% (de 162 a 109), lo que deja un balance positivo en el corredor del 1,9%, con cinco siniestros más que dos años atrás. La situación es distinta en el tramo central de la AP-7, donde incluso se han registrado más accidentes (de 30 a 31), pero el descenso brutal en la C-35 (de 51 a 17) deja un global de -40,7%. Al norte, la autopista pasa de 30 a 38 siniestros (+26,7%) y la N-II baja de 63 a 45 (-28,6%), con un resultado global de -10,8%.

Las paralelas C-33 y C-17 también han modificado su comportamiento. La primera, donde el paso de vehículos ha llegado a incrementarse hasta en un 50%, ha pasado de 20 a 24 siniestros, y la segunda, con menos tráfico, ha bajado de 69 a 17, casi un 70%, el porcentaje de caída más alto de todos los tramos estudiados. Por último, la AP-2 y la N-240 presentan un escenario similar, con incremento en la vía principal (+75%, de cuatro a siete) y descenso a la mitad en la secundaria (de 22 a 11). En total, las vías analizadas registran una caída global del 19,2% de la siniestralidad global al pasar de 692 a 561 accidentes. El 40,7% se producen en algún punto de la AP-7.

Vehículos pesados

Los camiones también han basculado hacia autopistas principales con la caída de las barreras de pago, pero las cifras no son tan llamativas como las de los coches. Quizás porque ya eran muchos los que veían compensado sacar la cartera a cambio de circular por arterias mucho más rápidas que la red secundaria de carreteras. En la AP-7 se han producido un 27,7% más de accidentes con camiones implicados. El impacto del paso de los camiones hacia arterias rápidas queda muy bien reflejado en la estadística de siniestros con fallecidos y heridos graves. La N-340, la C-35 o la N-II registraron entre septiembre de 2018 y junio de 2019 un total de seis accidentes de este tipo. Desde el fin de los peajes, ni uno. "Desde el punto de vista de la seguridad vial, nos interesa que estén en la autopista, aunque es verdad que su presencia entorpece la circulación, pero no podemos olvidar que están trabajando", señala el responsable de Trànsit.

El fin de los peajes ha llenado la AP-7 y eso está resultando positivo (siempre dentro de la prudencia) para la siniestralidad. La congestión, sin embargo, no se solucionará por ciencia infusa y requiere de medidas dinámicas que suplan las reformas estructurales (mejoras en los accesos y en las conexiones con otras autopistas), que deben correr a cargo del Gobierno. En la operación retorno de este puente se pondrá en marcha el nuevo carril adicional en la AP-7 entre Sant Celoni y La Roca en sentido sur que se unirá al de esta misma autopista en Vilafranca y El Papiol y al de la C-32 de Mataró a Montgat. Lo que no está listo todavía es el despliegue de grúas para retirar cuanto antes los vehículos averiados o accidentados que complican el tráfico. Hay que licitar el proyecto, y esas cosas requieren tiempo.

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