Las altas temperaturas aumentan el riesgo de incendio forestal y los equipos de emergencias se preparan ante ese tipo de eventualidades. A partir del viernes y al menos hasta el próximo lunes con el debilitamiento de los vientos alisios se espera que el termómetro supere los 30 grados en distintos puntos de Canarias. Es el caso de las máximas de 37 grados centígrados que se esperan en Mogán (Gran Canaria) el viernes, 32 en la Orotava y Arona (Tenerife), 31 en Pájara (Fuerteventura) y 30 en Arrecife (Lanzarote), según la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet). Esos registros serán aún más elevados el sábado, cuando la Aemet prevé por ejemplo, 39 grados en Mogán y 33 en La Orotava y Arona. El mercurio escalará hasta los 41 grados en Mogán si se mantienen las previsiones de la Aemet.

Los recursos contraincendios, siempre en alerta para velar por la seguridad de los ciudadanos y del medio ambiente, están aún más pendientes por si tienen que actuar para sofocar posibles fuegos. Es el caso de los helicópteros del Grupo de Emergencias y Salvamento (GES) del Gobierno de Canarias. Uno de los pilotos del GES, Gabriel Pérez, explica en un vídeo difundido por el Centro Coordinador de Emergencias y Seguridad (Cecoes) 112, la importancia de los helicópteros en la lucha contra los incendios en el Archipiélago. Si esos aparatos son “imprescindibles” en la lucha contra el fuego, más aún son esenciales en Canarias por la distinta orografía de las Islas.

“Tenemos unos helicópteros que tienen una maniobravilidad enorme para meterse casi en cualquier sitio” y, además, “tenemos la posibilidad de hacer descargas muy puntuales en lugares donde otros medios les cuesta mucho más trabajo”, explica el piloto.

El viento es un factor a tener muy en cuenta a la hora de intervenir para sofocar las llamas. “En un barranco lo tenemos de una manera y en el barranco de al lado el viento lo tenemos de otra”. En esas situaciones “el helicóptero da mucha versatilidad para poder actuar contra el incendio”, subraya Pérez.

Otra de las ventajas es la posibilidad de cargar agua en casi cualquier sitio donde se pueda sumergir “el helibalde”, a lo que se une la rapidez del helicóptero y de su tripulación a la hora de acudir al lugar del fuego desde que el equipo es activado para controlar la situación y apagar las llamas.