La Provincia - Diario de Las Palmas

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Entrevista

“Los deberes me parecen una falta de respeto para el tiempo libre de los niños”

“Esta sociedad nos impone un ritmo de consumo demoledor que contagiamos a los hijos”

El Hematocrítico, profesor, tuitero y escritor.

En plena ola de calor, llega un salvavidas en forma de libro para los padres estresados entre la conciliación, los macrocumpleaños, los fines de semana planificados al milímetro para los hijos y los grupos de WhatsApp. ¡Escúchalos! Por una crianza con empatía (Paidós), del profesor y tuitero gallego El Hematocrítico (Miguel López), invita al ante todo mucha calma. Y especialmente al carpe diem. Tormenta de risas para este verano. Y consecuentemente, dolor de barriga.

¿Para algunos padres, madres y docentes, estos libros son un disparo en la línea de flotación?

¡No, no! Este libro no es el típico de crianza y educación, invita a reflexionar con humor pero no es un manual. No ofrece claves, solo comparto mi visión de mejora de la crianza y mis experiencias: como padre de dos niñas y dedicado muchos años a la docencia. Creo que una buena crianza es la que se adapta a cada uno, diferente de una familia a otra.

¡Escúchalos! se dirige a una sociedad saturada: saturados los profes, los padres y los niños.

Estamos todos saturados. La sociedad nos impone unos ritmos de trabajo y consumo demoledores, que contagiamos a los hijos. Los momentos libres, de ocio real, se miran con sospecha. Muchas cosas las hacemos al ritmo que imponen las escuelas, los amigos de tus hijos y no puedes escapar porque realmente no vives solo. Pero mi filosofía es ponerte en el pellejo de los niños y las niñas, también en el pellejo del niño que eras tú. Y pensar en cómo te sentirías tú si llevases ese ritmo. A mí me criaron con mucha libertad, pasaba tiempo solo y me buscaba la vida. Tenía un hermano pequeño pero a veces me tocaba estar a cargo de él, mis padres trabajaban. Cuando era pequeño no valoraban mi opinión de qué hacer y ahora los fines de semana son entretenimiento sin parar.

La infancia de los 80: los padres trabajando y los hermanos mayores cuidando de los pequeños.

Sí y te buscabas la vida. Con el prisma actual puede parecer una novela de Dickens, con los niños solos en la calle hasta la noche. Pero esa infancia no fue un trauma precisamente. Ahora las ciudades están hechas al servicio de los coches, antes podías pasarte la tarde en la calle sin vigilancia ni riesgo. Pero eso desapareció, los niños no pueden tener esa libertad porque les hemos quitado las ciudades a los peatones. Pero tener las tardes libres como ocurría en nuestras infancias también te permitía autogestionar tu tiempo, ser más autonómo.

¿Qué ha pasado entre esa infancia y la nuestra? ¿La aceleración del capitalismo?

Es verdad: el capitalismo necesita que estemos todo el tiempo comprando o trabajando. Parece que despreciamos al que dedica las tardes libres a pasear.

Del libro sacamos el mensaje más importante del mundo: Carpe Diem.

Cuando vi El club de los poetas muertos y estaba de moda el mensaje en carteles me parecía incluso ñoño. Pero en el fondo es la única verdad, hoy estamos aquí, mañana no... y hay que ser felices lo que podamos. No podemos ser como la hormiga de la fábula que ahorra para el invierno. Ya desde pequeños sacrificamos el ocio con extraescolares como inglés, japón o informática... y es un error muy grave perder la infancia.

¿Vivimos en la paradoja de no tener tiempo libre pero querer llenar el de los hijos con todo tipo de actividades?

Sí que es una paradoja. La sociedad nos impone hacer algo a todas horas. Parece gravísimo quedarte en casa leyendo, siempre hay que consumir. Y la manera de consumir los niños es con extraescolares de pago con la excusa de hacerlo por su futuro. Pero si no tienen tiempo ahora para leer y ver pelis, ¿cuándo lo tendrán?

¿Por qué da un no rotundo a los deberes y a las notas?

Las notas deberían ser un documento informativo entre tutores y familias, cuanto menos participen los niños pequeños mejor. Son más valiosas las entrevistas de los tutores con madres y padres. Los deberes son una falta de respeto al tiempo libre de los niños y niñas, que necesitan esas horas para su ocio y para existir. Un tuitero me recordó que los niños pasan en clase el 50% de las horas que están despiertos. No les robemos el tiempo.

Usa una metáfora muy divertida: “los niños chasqueando los dedos ante los regalos como un Luis XVI aburrido”.

He visto a niños pasar del tercer al cuarto regalo saturados. En mis libros de Max Burbuja, el protagonista pide en su cumpleaños tiempo para disfrutar de sus regalos.

“Con trabajos fastidiados recurrimos a los abuelos como canguros, pero ellos también tienen derecho a descansar”

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¿Por qué al final de cada capítulo marca unas pautas para progenitores y profesores?

Se me ocurrió según desarrollaba el libro. Aportan un valor extra para el proceso de reflexión que hagas con otros padres y madres en el parque o en tu casa, para comentar con tus amigos o incluso con tus hijos algunos aspectos en voz alta. Cuando verbalizas algunas cosas, les das sentido. Por ejemplo, cuando le decimos siempre a los niños que hay que compartir les enseñamos a rendirse.

¿Somos pesados con que los niños tienen que compartir?

El hecho de compartir no puede ser un acuerdo según el cual tú dejas de jugar con tus juguetes porque los quiere otro niño. Compartir debe salir de dentro para hacer algo entre todos, pero no quitarle las cosas a tu hijo solo porque otro las quiere porque así les estás quitando también importancia a sus opiniones. Al final, son imposiciones. Te pongo un ejemplo. Una de mis hijas le cogía la pelota a un niño en el parque y él no quería, y su padre le obligaba a darle la pelota a la niña incluso castigándolo delante de mí. Es una manera de ejercer poder sobre tus hijos, obligarlos a darles algo a otro solamente porque tú lo has decidido. En los parques, el mensaje de que hay que compartir significa que hay que obedecer contra todos tus instintos. Al final se trata de sumisión.

Nos movemos entre la sensación de ser siervos y esclavos de nuestros hijos... y la culpabilidad por recurrir a los abuelos. ¿Qué hacemos?

Los adultos de nuestra generación tenemos celos extraños al ver cómo tus padres no te dejaban poner los pies en el sofá... y ahora permiten que sus nietos salten sobre ellos. En cuanto a que cuiden siempre de nuestros hijos, hay gente con dinámica de trabajos fastidiados que recurren a los abuelos como canguros... pero ellos también tienen derecho a descansar.

“Los peques nos dieron una lección en el confinamiento”

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¿Qué hacemos con las redes sociales?

Los límites de edad de las redes sociales deben ser respetados. Hay niños de 5º de Primaria con su propia cuenta de Instagram, se saltan las normas de uso. Por presión de grupo les abren antes de tiempo las redes. Y algunos grupos de WhatsApp de las madres y padres del cole también son otra manera de complicar la situación.

Nos prometemos que no caeremos en estereotipos de género cuando seamos madres o padres, pero al final pecamos.

Nuestra sociedad está hecha para esto. Por mucho que intentes explicar los estereotipos de género, en las jugueterías te ofrecen papel de regalo para niños o niñas. Los estereotipos invaden todos los aspectos de los padres y educadores, debemos tener los ojos bien abiertos. No se pueden erradicar de un día para otro pero sí podemos lograr que se detecten, si voy con una hija a la tienda a comprar que vea los machismos.

Los trucos pasan por la paciencia y la fortaleza física, ¿sobre todo para las madres en materia de conciliación?

Aconsejo a todos paciencia, también empatía. Padres y madres tenemos que escuchar a los niños. Por ejemplo, yo tengo a una hija esperando a que acabe esta conversación para charlar sobre lo que haremos esta mañana.

¿Los niños fueron la sal de la vida en el confinamiento?

Los niños se han llevado una parte tremenda, nosotros íbamos viviendo noticias de lo que pasaba y pensabas en cómo serían sus vidas. El confinamiento fue duro para ellos, pero nos dieron una lección. Por eso este final de curso con los niños aún enmascarados fue duro, mientras los demás estaban con libertad. Ellos aguantan lo que les echen, son los campeones de la resiliencia.

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