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EFECTOS DE LOS INCENDIOS FORESTALES

Proyectos de vida calcinados en el Valle del Tera en Zamora

Negocios locales como la granja escuela de Santibáñez, obligados a reinventarse | Ganaderos de Melgar temen la llegada del invierno

Cómo han quedado los pastos de Melgar tras los fuegos. E. P.

"Cuesta mucho mirar hacia el futuro”, “nos estamos planteando abandonar”, “el futuro lo veo negro, esto es una catástrofe”. Son solo algunas de las reflexiones que vecinos del valle del Tera hacen al ver las consecuencias que han acarreado los dos graves incendios de la Sierra de la Culebra y Losacio que han arrasado miles de hectáreas en esta zona de la provincia de ZamoraEl valle del Tera en la comarca de Benavente tiene aún mucho que ofrecer a lugareños y visitantes desde el punto de vista medioambiental, y también histórico, arqueológico y etnográfico. Pero es complicado, aseguran, seguir adelante con proyectos “de toda la vida” y otros que se iniciaron hace unos años con el fin de apostar por el mundo rural en esta zona de la España Vaciada.

Las rutas en canoa muestras la riqueza de la ribera del Tera. E. P.

Javier Bodego, bombero profesional y voluntario en causas humanitarias de calado internacional, y Jenny decidieron hace unos años dejar su vida urbanita para trasladarse a Santibáñez de Tera. “Yo me he criado aquí en Santibáñez de Tera. Decidimos venir para emprender una nueva vida y pusimos en marcha el proyecto de la granja escuela. Ahora poco sentido tiene”, lamenta y hace hincapié en que “apostamos por revitalizar y desarrollar un proyecto aquí, irnos de la ciudad al pueblo, dar un poco ese paso para que la gente viese que hay posibilidades, nuevos proyectos relacionados con el turismo en zonas como esta. La granja escuela tiene ese trasfondo también, que la gente vea que hay posibilidades de vivir del turismo en este entorno”.

Lo que queda del carro que albergaba la granja escuela de Santibáñez. E. P.

Ahora toca “reinventarse o morir”. Reinventarse puesto que les quedaba un año por delante para finalizar este proyecto “con el que pretendíamos dar visibilidad a los animales domésticos en peligro de extinción. La visita a la granja escuela incluía talleres con los niños para conocer las huellas de animales salvajes, paseos por el monte. Eso ahora es imposible. No tiene sentido alguno”.

Aún así el proyecto debe seguir adelante, asegura, puesto que para su puesta en marcha han contando con ayudas europeas, a través de Macovall y, si no completan la iniciativa, se verán obligados a devolver los importes subvencionados. “Está todo abrasado, quemado y no le ves sentido. El proyecto como tal se ha quedado muy tocado, del todo. Pero vamos a ver cómo tiramos para adelante, cómo podemos darle una vuelta a esto”, explica mientras se prepara para retirar los restos de un carro totalmente calcinado.

“Todo lo que tiene que ver con el monte se ha ido al traste, sí continuamos con las iniciativas puestas en marcha en la ribera del Tera y entorno al río”. Se refiere a las rutas que organizan en canoas para disfrutar de lo que viene a denominar “el Amazonas zamorano”. La ribera del Tera ofrece lugares con encanto para el disfrute de la naturaleza y la práctica deportiva durante todo el año.

Ganaderos en Melgar ven "negro" su futuro

También en la zona del Tera hay ganaderos que han dedicado prácticamente toda su vida a sus explotaciones de vacuno u ovino y que ahora han visto truncado su proyecto de vida a corto plazo y ven muy complicado el futuro a medio o largo plazo. Eso ocurre en Melgar de Tera, víctima de los dos incendios. Uno de estos ganaderos es César Panizo, con más de treinta y tres años dedicado a su explotación de ganado de vacuno en extensivo y que tras el primer fuego explicaba que buscaba alternativas para el pastoreo de sus vacas.

Ahora explica que “lo que quedaba de monte se ha quemado y yo ahora ya no puedo pastorear con las vacas. Vamos pasando los días como podemos. Estoy dando de comer a las vacas lo que me van regalando algunos agricultores y también una cooperativa de piensos de Salamanca. La paja no la he visto apenas”. César cree que “lo peor está por venir, el problema es cuando llegue el invierno, que todo lo que tenía se lo llevó el fuego y ahora tengo vacas con ubres quemadas que en vez de engordar, adelgazan”, lamenta.

Otro ganadero de Melgar, este de ovejas, es Miguel Ángel quien solo tiene palabras de agradecimiento hacia la gente del pueblo que le ayudó para que el fuego no entrara en la nave ganadera y a todos aquellos que quisieron ayudar pero no les permitieron entrar en el pueblo. Este ganadero, que empezó con su padre con las ovejas cuando tenía quince años y de eso hace ya cuarenta, ve el futuro “muy negro”.

Tiene 550 ovejas y estos días ha logrado darles de comer gracias a la ayuda de la gente de los pueblos. “Tenía forraje para dos años y me he quedado sin nada. Pero es que además hay poco forraje y el poco que hay está muy caro, si no me sirven nada de todas esas ayudas que dicen que dan tendré que quitar las ovejas, no me queda otra”.

Los ganaderos de Melgar muestran su indignación por la gestión del fuego y lamentan que se han visto solos a la hora de defender lo que es el sustento de su vida.

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