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Salud

Una vocación sin límites

Un joven de 29 años aquejado de espina bífida logra obtener el Grado en Medicina | El doctor preparará el examen MIR con la finalidad de ejercer de internista

Faya Semidán Mederos, junto al presidente del Colegio Oficial de Médicos de Las Palmas, Pedro Cabrera, en el acto de reconocimiento a los nuevos graduados. | | LP/DLP

Faya Semidán Mederos, un joven de 29 años aquejado de espina bífida, ha logrado cumplir su sueño de graduarse en Medicina. El doctor tiene muy claro que quiere ejercer la especialidad de Medicina Interna, por lo que ya ha empezado a preparar el examen MIR. A su juicio, su ejemplo puede servir para romper las barreras sociales y animar a las personas con problemas de movilidad a conquistar sus metas.

Desde que Faya Semidán Mederos era muy pequeño, tenía claro que nada iba a frenar su sueño de convertirse en médico. Ni siquiera, la afección que padece. Y es que este joven grancanario de 29 años está aquejado de espina bífida, una dolencia que afecta a la columna vertebral y que lo ha llevado a hacer uso de una silla de ruedas desde los 10 años. «Quería conocer de primera mano cómo es el cuerpo por dentro, entender por qué se producen muchas enfermedades y despejar incógnitas. En realidad, creo que mi situación personal reforzó mi vocación», relata Mederos, que conquistó su meta el pasado junio al lograr graduarse en Medicina en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC).

El camino no ha sido fácil. Además del sacrificio que ha supuesto dedicar tantos años a su formación, el universitario ha tenido que lidiar con algunas dificultades. «Para mí, lo más complicado han sido las prácticas en quirófano. No solo a la hora de manejarme en el espacio, también porque era necesario contar con una silla de ruedas estéril», apunta.

Esto implicaba comunicar con antelación los días que debía acudir al área para que la institución educativa pudiera facilitarle el material necesario. «Cuando la silla no estaba disponible por algún motivo, tenía que buscar otra alternativa para poder hacer ese día las prácticas como el resto de alumnos. La opción entonces era rotar por otra parte del servicio en la que pudiera permanecer», anota.

Con las camillas de quirófano, en cambio, no había problema, pues al ser regulables en altura podían adaptarse a sus necesidades. «Si la situación lo requería, también podía trasladarme desde la silla a una banqueta dentro del propio quirófano y hacer la tarea con total normalidad», cuenta Mederos.

El doctor, que comparte piso con tres compañeros en la capital grancanaria, se desplazaba cada día hasta la facultad de Ciencias de la Salud en guagua, su medio de transporte habitual. Pero la dolencia no ha impedido que esté en posesión del carnet de conducir. «Aún no tengo coche propio. Por eso, también utilizaba la guagua para trasladarme hasta los hospitales cuando teníamos que hacer prácticas», aclara.

«Quería conocer de primera mano por qué se producen muchas enfermedades», sostiene Mederos

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Ahora bien, para poder desenvolverse con soltura y llevar a cabo todas las tareas sin complicaciones, siempre ha tenido que analizar las condiciones de cada espacio. «Es fundamental que haya puertas anchas, que las mesas puedan adaptarse en altura y que no haya objetos punzantes en el suelo. He tenido sillas que funcionan con aire y hay que tener muy presente esto último», advierte el joven.

Tal y como indica, la ULPGC tiene muy en cuenta la situación particular de cada alumno. De hecho, cuenta con un servicio especializado para valorar los casos. «Es cierto que se puede producir algún incidente, pero si los alumnos comunicamos cualquier percance, siempre están dispuestos a escucharnos y a poner todos los medios que estén al alcance para solucionar el conflicto».

Tras haber cerrado esta etapa académica, Faya Semidán Mederos se prepara para asumir un nuevo reto: especializarse en Medicina Interna. Para eso, ya ha empezado a estudiar los contenidos del examen MIR. «Estoy muy ilusionado. Las enfermedades infecciosas llaman mucho mi atención y quiero dirigir mi carrera por esta vía», manifiesta con entusiasmo.

Su propósito es tan firme que, si no logra obtener la nota suficiente para realizar la residencia en la Isla, está dispuesto a trasladarse a la Península. «Si la plaza se encuentra en un hospital que tenga buenas referencias, no tendría ningún inconveniente. A veces, es necesario salir de la zona de confort para obtener beneficios en el futuro».

El joven no puede estar más orgulloso de lo que ha conseguido, por lo que no duda en animar a las personas que se encuentran en su misma situación a luchar por sus sueños. «No hay nada más frustrante que quedarse con dudas. Conozco a otras personas con problemas de movilidad que han estudiado la misma carrera que yo y a día de hoy son muy felices. Esto debe servir de ejemplo, ya que es evidente que hay que creer en uno mismo para romper las barreras sociales», sostiene este médico, que cree firmemente en que la perseverancia es la clave del éxito.

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