Al fallecer este miércoles Karima Aboid vino a mi mente la belleza de las pequeñas estrellas. ¿Qué hace que nos extasiemos (salgamos de nosotros) mirar un cielo estrellado? ¿Por que aunque busquemos la osa mayor lo que nos conmueve es esa infinidad incontable de luces tan pequeñas como verdaderas? ¿Por qué nos emociona cuando no deslumbran? ¿Por qué esa serena belleza habita en la humildad?

Karima ha sido una estrella más, desconocida para los grandes, pero ahí estaba con la sonrisa, con la palabra, con la escucha, con el aliento. 

Cuando se jubiló por razones de salud publicó en Facebook que no se quería jubilar. Me dejó gratamente asombrado y le pedí una entrevista en la emisora diocesana. Lo contó con toda sencillez. Hoy el capitalismo explota brutalmente el trabajo. El bando aparentemente contrario al capitalismo pide subsidios como la renta básica. Karima, como la inmensa mayoría de ciudadanos exige trabajo digno. Nos contó que había sido feliz en el trabajo, por las personas atendidas, por poder colaborar a sostener económicamente su familia y por la experiencia de trabajo en equipo con sus compañeros

Dedicada toda la vida al trabajo en sanidad vivió con espanto las condiciones en que tuvo que vivir la enfermedad, especialmente en el Insular de Las Palmas de GC. La carencia de cobertura (de teléfono) para comunicarse con la familia, los largos días en el área de Urgencias y en Tránsitos... Su consuelo muchas veces fue ver el denodado esfuerzo de quienes sentía como compañeros de profesión.

Los vericuetos de la enfermedad y las circunstancias sociosanitarias se terminaron llevando a Karima. Es "media noche en la tierra" decía Hélder Cámara refiriéndose a las injusticias y tenía razón. En el cielo brilla una pequeña estrella más, y en la tierra también porque el pueblo sigue pariendo personas así, personas que de su trabajo hacen un acto de amor, un acto permanente de solidaridad.