Una familia canaria pide auxilio para evitar que su hija muera de anorexia. Jenny Arteaga Cowper, de 26 años y natural de Tenerife, padece desde hace años anorexia nerviosa purgativa, un trastorno de la conducta alimentaria (TCA). Su familia, con su padre Tony Arteaga, denuncia el abandono al que está sometidos estos enfermos en Canarias y pide ayuda para evitar que la enfermedad acabe con la vida de su hija. «Mi hija se muere. La anorexia nerviosa purgativa es una enfermedad mental, una patología que no está suficientemente visibilizada y que no cuenta con recursos sanitarios para atenderla como debería», denuncia Tony.

La joven ha estado dos veces ingresada en la Unidad de Psiquiatría del Hospital Universitario de Canarias (HUC) en Tenerife. En la primera ocasión permaneció ingresada en dicha unidad tres meses, desde septiembre a diciembre de 2021. Entró con 56 kilos y salió con 51 kilos. En su segunda estancia hospitalaria, de la que salió el pasado mes de abril, la joven llegó a pesar 46 kilos midiendo 1,70.

«Es una enfermedad que es diferente en cada persona normalmente la padecen niñas de 13 y 14 años. Mi hija ha estado ingresada en Psiquiatría junto con otras personas con patologías diversas con las que no debería estar. Están todos mezclados y sin una atención específica para ellos», opina.

Cada vez que pasa el tiempo, y con cada nuevo ingreso, el estado de salud de Jenny se resiente poniendo su propia vida en riesgo. 

Antes de caer en este trastorno de la conducta alimentaria Jenny trabajaba como azafata y llevaba una vida totalmente independiente. Todo eso se lo ha llevado por delante su enfermedad, que marca el día a día de su vida y la de sus familiares. Estos se desviven para que la joven tenga un atención adecuada y pueda superar esta patología, pero el camino no está siendo nada fácil.

Vida de pesadilla

Su vida se ha convertido en un auténtico infierno. A su diminuto peso, con un índice de masa muscular bajísimo, se suman ataques de ansiedad, depresión e intentos autolíticos. «Jenny no ha parado de luchar pero ya está cansada, dice que solo lo hace para mantener la esperanza de sus padres y su hermana. Estamos desesperados. No sentimos abandonados», denuncia su padre.

En las últimas semanas ha intercalado momentos buenos de estabilidad con recaídas. Desde el primer momento ha contado con el apoyo de su familia, su pilar fundamental para batallar contra esta enfermedad mental. Pero las fuerzas están llegando a su límite.

«No ha parado de luchar pero ya está cansada, dice que solo lo hace por su familia»

«La queremos muchísimo. Su madre y yo estamos separados pero nos llevamos muy bien y ella pasa largas temporadas en la Isla cuidando de su hija. Es una gran mujer, volvió a Inglaterra con su marido y en unos días regresa a Tenerife por la situación de mi hija. Hay días en los que va todo bien, de hecho estuvimos hace unos días en la playa, pero de repente cambia de humor y vuelve a recaer», explica entre lágrimas de impotencia.

Su familia denuncia la falta de apoyo desde el Servicio Canario de Salud (SCS) a los pacientes con un trastorno de la conducta alimentaria y la escasez de recursos para hacer frente a unas patologías, que si bien afectan en mayor parte a jóvenes adolescentes, está cada vez más presentes en otros rangos de edades. «Canarias no tiene en ninguno de sus centros hospitalarios ni en ninguna Isla una unidad específica para curar los trastornos de la conducta alimentaria. Es una vergüenza que en todo el Archipiélago no haya una unidad para tratar este tipo de patologías mientras sí hay en varias comunidades autónomas de la Península», añade.

Ingresos hospitalarios

Tras dos ingresos hospitalarios y con su salud gravemente afectada el único camino que le quedaría a la joven es trasladarse a alguna de las unidades específicas que hay en la Península, como las ubicadas en Madrid o Barcelona. Pero esto, de momento, no ha sido posible. «Me dicen que tiene que haber seis o siete ingresos para poder trasladarla a la Península, tenemos derecho a que vayan a una unidad especializada que las hay en varias comunidades autónomas como Madrid o Cataluña. Es incomprensible. Cinco o seis ingresos de mi hija es llevarlo al límite. Mi hija sufre una enfermedad y el sistema fracasa con ella», relata.

«Solo pedimos la creación de una unidad específica en cualquier Isla o un hospital de día»

Cada vez que le han dado el alta hospitalaria el proceso vuelve a un punto muerto, en el que la atención sanitaria pasa a ser de carácter ambulatoria. «Cuando sale del hospital le hacen un seguimiento en lo que se llama medicina ambulatoria el psicólogo la ve media hora cada veinte días, el psiquiatra la ve un mes y medio después y el endocrino no la ve nunca. Así mi hija nunca se curará de su trastorno por eso necesitamos una unidad especializada en Canarias. ¿De que me sirve que le den el alta si no la ve ningún especialista? Nunca se curará, así vuelven a caer. Ahora mismo está en casa. Es terrible. La desesperación es tremenda», explica.

Teme que una de esas recaídas sea la definitiva, por eso remueve cielo y tierra para que su voz sea escuchada y mejore la atención a estos pacientes en Canarias. «No entiendo cómo se despilfarra dinero público como con el circuito de coches del sur de Tenerife mientras hay enfermos desatendidos. Llevan años reclamando la creación de una unidad, lo han prometido varias veces pero nunca lo hacen», denuncia.

Recogida de firmas

Ante esta situación en la que la impotencia por ver como su hija se deteriora cada día, Tony ha comenzado una recogida de firmas en www.change.org para reclamar la creación en Canarias de una unidad específica para el tratamiento de todos los tipos de trastornos de la conducta alimentaria existentes. Una petición que de momento suma más de 56.000 firmas y que no es la única que hay ahora mismo en marcha.

Tony Arteaga con el cartel reivindicativo que suele llevar con él

«No se trata de crear o construir un hospital. Solo pedimos la creación de una unidad específica en cualquier Isla o un hospital de día. Donde los pacientes hagan terapias de grupo, coman o se alimenten principalmente allí y reciban todos los días de la semana la visita de un psicólogo, un psiquiatra y un endocrino. No se puede cronificar una enfermedad así, la recuperación se consigue si se actúa rápido y en Canarias no se está haciendo. Esta misma petición ya la han hecho más familias con el mismo problema que tiene mi hija. Es el momento de unir fuerzas para que nos oigan», adelanta.

De hecho, solo en la plataforma www.change.org hay en marcha seis peticiones de recogida de firmas para apoyar la creación de esta unidad específica. La más antigua se remonta al 2015, lo que evidencia que se trata de una reivindicación que lleva años esperando ser atendida. En total cuentan con 180.269 firmas. Un ejemplo de la magnitud del problema sanitario y del grito de auxilio que lanzan las familias de pacientes con trastornos de la conducta alimentaria a través de las redes sociales como último recurso.