Los menores y las nuevas tecnologías son casi uno solo. Según el Observatorio Nacional de Tecnología y Sociedad, el 98% de los niños de entre 10 y 15 años de edad utiliza internet de manera habitual. Siete de cada diez menores tienen su propio teléfono móvil. La pandemia, además, aceleró la puesta en marcha de medidas tecnológicas que afectaron al sistema educativo y a menores, familias y personal docente, como las clases virtuales. Tanto que entre los expertos ahora ahonda la preocupación por las adicciones al móvil entre menores de edad.

Es verano y muchas familias que viven en una ciudad acuden al pueblo a pasar los meses estivales. Allí, los niños se encuentran con amistades veraniegas que no ven el resto del año. Seis de ellos se encuentran en una de las calles del pueblo, cinco con su propio móvil. Todos conectados pero en silencio. La niña que no tiene el teléfono mira por encima del hombro la pantalla de una amiga, pero asegura que se aburre. La escena la relata Mari Carmen Díez, psicopedagoga: "Esa niña lee muchísimo y va al teatro y a museos con sus padres, así que le están ofreciendo otras posibilidades más culturales y amplias. Claro, en el pueblo no tiene esa variedad".

Tomás Cantó, psiquiatra infantil del Hospital Doctor Balmis, señala que las adicciones llegan cuando no hay alternativa: "El entretenimiento es más individual a través de la tecnología. Si un menor descubre actividades que le resultan gratificantes y no tiene alternativa, hay que sustituir una actividad con otra. La adicción llega cuando se termina teniendo conductas inapropiadas que significan abandonar por ejemplo las relaciones".

El propio conseller de Sanidad Universal ya habla de que la adicción a las tecnologías es un problema: "Es muy inquietante que en edades de 14 a 18 años veamos tan alto número de intentos de suicido como estamos viendo. Hay un aislamiento y adicción a las nuevas tecnologías y no observamos que la sociedad reaccione de manera lógica".

Díez indica además que la responsabilidad es de los adultos: "Los pequeños son mucho más sensibles a las tecnologías como el móvil y tienen menos armas para defenderse, por lo que las han cogido abiertamente. Sus padres son el ejemplo. Algunos adultos llegan a dar el pésame por Whatsapp. La culpa no les corresponde a los niños".

Las posibles soluciones, indica la psicopedagoga, pasan por prestar más atención a los menores. "Hay que dedicarle tiempo a los menores y no perder el contacto, incluso con los adolescentes que no tienen ganas de hablar con los padres. No hay que dejarlos en manos de las máquinas. Se trata de estar haciendo de padre". Cantó, por su parte, habla de apaños: "La tecnología no es ni buena ni mala. Ellos cogen los móviles si se les facilitan. Me preocupa que estén con los móviles porque no tengan alternativas. No es el uso de los videojuegos o las herramientas de comunicación, sino que sean la única alternativa a no tener otra cosa que hacer".

La llegada de la tecnología no se puede revertir, señala el psiquiatra infantil: "Esto ha crecido como una bola y ahora somos más conscientes estamos en la fase de buscar soluciones. Necesitamos alternativas y a ser posible que sean accesibles y baratas". Díez, además, señala que no se trata de ir contra la tecnología, sino de poner límites: "Yo misma uso el ordenador y el móvil, se trata del exceso del uso. Hay que regular el uso de la tecnología en los niños aunque sea más incómodo que darles el móvil".

Ambos expertos coinciden en que no se trata necesariamente de volver a lo que había antes, sino adaptar lo que hay ahora y motivar a los niños a hacer actividades: "Ningún niño va a querer leer por sí mismo. En cambio, si aparece un profesor de literatura entusiástico, puede hacer que a un chaval le guste. Pero no tiene que ser aburrida, no tiene que verla como un rollo".

El psiquiatra infantil, de hecho, quita importancia a los videojuegos y se la da más a otro tipo de contenido al que los menores pueden acceder sin filtro: "Ya sabemos que el que juega a un videojuego violento no se vuelve violento. En cambio, los mensajes cortos de TikTok o Instagram sí van modulando la realidad. Les dan mensajes sin filtro sobre qué es el mundo o cuál es la realidad, además de mensajes de carácter pornográfico. La creencia y los valores que conforman el mundo dependían de tu casa, amigos y colegio, pero ahora también de internet. La pregunta es, ¿en cuál vivo más tiempo? Si la respuesta es virtual, esa será mi mayor influencia".

Cantó además incide en que esta generación de menores no ha perdido habilidades como la paciencia o la capacidad de atención solo por ser jóvenes: "Biológicamente tienen la misma capacidad, solo que ahora tiene la posibilidad de sacar el móvil mientras que antes tenías que soportar el aburrimiento. Creo que es una cuestión de oferta y demanda. Si solo hay un programa para ver te lo tragas, si tienes Netflix das vueltas y no ves nada. Los niños no son diferentes".

La psicopedagoga aboga a su vez por fomentar las actividades en las que los niños se encuentren con otros niños: "Buscar grupos de gente es importante para los niños. Ahora muchos llevan una vida de colegio y casa. Si los padres plantean que conviene que estén un rato en el parque y se amplíe su radio de comunicación lo harán y esos encuentros nos convienen. Incluso eventos como bautizos, bodas y guateques nos convienen. Si no socializamos, acabamos encerrados".

Cantó señala además que "los deportes en general son buenos, en especial los de equipo y aquellos que ayudan a mejorar el autocontrol, como el taekwondo". La clave, subraya, es que sea divertido: "Si te apuntas y te aburres tres días al cuarto no vas a querer ir. Los adultos sabemos que convencer no es garantía de actuar. El médico puede decirte que tienes que perder peso y tú estar convencido como paciente y no ser garantía de nada. ¿Hay actividades disponibles para niños y adolescentes que sean lúdico-educativas? En un pueblo en el que todo está a 15 minutos todo es más fácil, en una ciudad como Alicante igual no tanto. Si los amigos no viven en un radio de 10 o 15 minutos, ¿cómo van a quedar con ellos?".

El psiquiatra infantil subraya que se trata de hacer pedagogía: "Hay que hacer una labor de educación y de enseñanza pero tiene que haber alternativas para que no se abandone al último recurso".