La llegada de tormentas tropicales del Atlántico a las cercanías del Archipiélago canario ha aumentado en los últimos 20 años, según explica David Suárez Molina (Las Palmas de Gran Canaria, 1982). El delegado de la Aemet en las Islas sostiene que no todos los fenómenos meteorológicos se deben atribuir al calentamiento global, pero que hay datos desde el año 1951 que avalan que el cambio climático «ya está aquí».

El pasado domingo hubo inundaciones en una estrecha franja de terreno junto al aeropuerto de Gando, mientras que en la mayor parte de Gran Canaria no caía una gota, brillaba el sol y se registraban temperaturas por encima de 31 grados. ¿Es esto lo que se debe esperar en el futuro por el cambio climático?

Esa situación del pasado domingo fue de inestabilidad asociada a una Dana, a una vaguada, y se produjeron precipitaciones intensas de forma puntual. En este tipo de situaciones es habitual que, debido a otros fenómenos más locales, se produzcan realces de precipitación y hay algunas zonas más propensas a esos realces. Son pequeñas tormentas que descargan en un punto concreto, pero esto es a causa del tiempo. Sí es cierto que en el sexto informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) se remarca que los episodios de precipitaciones intensas y de corta duración podrán ser más frecuentes y que acarreen otro tipo de problemas, como pueden ser las inundaciones repentinas que hemos visto este verano en muchos puntos del planeta.

Este fin de semana tenemos a la tormenta tropical Hermine descargando con fuerza sobre el Archipiélago. ¿Son ahora más frecuentes estos fenómenos en el Atlántico o es que antes no se detectaban?

Hemos hecho estudios retrospectivos de los últimos 50 años y hemos visto un incremento desde el año 2000 hacia adelante. Los ciclones se han acercado más a las aguas de Canarias en los últimos 20 años y hay ejemplos recientes como el Nadine, Leslie, Paulette o Delta. El Centro Nacional de Huracanes de Miami muestra que ha habido un incremento de la actividad ciclónica en el Atlántico, pero también puede estar relacionado con que hayan mejorado los métodos de detección. Los datos empiezan a ser robustos y certeros a partir de 1850-1900 y se ha visto que ha habido una tendencia al alza. Para relacionarlo con el cambio climático hay dos variantes principales y van un poco en contra. En el cómputo global parece que en el Pacífico la tendencia es a disminuir y en el Atlántico al revés. Hay un poco de discrepancia en algunos puntos, pero en los últimos años hay bastantes ejemplos de ciclones en Canarias.

"Con datos desde el año 1951 hasta ahora podemos ver que el cambio climático ya está aquí"

¿Cuántos de estos fenómenos meteorológicos se pueden atribuir al calentamiento global y cuántos están dentro de la normalidad histórica?

Es complicado atribuir directamente fenómenos concretos al calentamiento global, pues por otro lado tenemos lo que es tiempo y lo que es clima. Cuando ocurre un episodio de ola de calor o una inundación hay que hacer estudios rigurosos para determinarlo. Es más sencillo hacerlo cuando se trata de sequías prolongadas, olas de calor y algunos episodios de lluvias intensas, pero debemos distinguir lo que es el tiempo y clima y que no todos los fenómenos pueden ser directamente relacionados con el cambio climático.

Cada día llegan noticias de catástrofes meteorológicas en todo el planeta, algunas nunca vistas. ¿La situación geográfica del Archipiélago canario ofrece alguna ventaja o también estamos expuestos a cualquiera de esas alteraciones climáticas?

El sistema climático es global y estamos todos dentro, pero es cierto que el calentamiento no incide por igual en todos los territorios. Afecta más a zonas polares y dentro de una misma zona a las de más altitud. En el caso de Canarias vemos que las zonas de montaña están más afectadas que las costeras. Y dentro de cada zona hay riesgos asociados. Evidentemente, la región mediterránea está más afectada que nosotros. También depende de la vulnerabilidad de territorio, por eso es importante transmitir el mensaje de que el cambio climático no afecta por igual.

¿En qué sentido?

Cuando se sacan tendencias de aumento de las temperaturas se habla a nivel global, por ejemplo un promedio de 1,5 grados, pero no sube igual en todas partes, pues afecta más a altas latitudes que a bajas latitudes. Esta es una región subtropical y los cambios pueden ser más parecidos a los que ocurran en el norte de África. Que el clima sea más árido y que las temperaturas sigan ascendiendo a partir de ese calentamiento. Y los efectos que pueda tener en Canarias ya los conocemos.

"No todos estos fenómenos se pueden atribuir directamente al calentamiento global"

Han pasado 13 años desde la riada de Tasarte que destruyó esa localidad; casi 17 años de la tormenta tropical Delta, que causó graves daños en todo el Archipiélago; y 22 años desde la gota fría sobre Santa Cruz de Tenerife, en la que fallecieron ocho personas. Es decir, llevamos más de una década sin grandes desastres atribuibles al clima. ¿Es porque han mejorado los métodos de predicción o simple azar?

Hay episodios que por su magnitud quedan grabados e igual no nos acordamos de otros más cercanos. Yo empecé de predictor hace más de diez años y tengo en mente muchas situaciones que no son esas tres que ha citado. Por ejemplo, la tormenta tropical Nadine, en 2012, que nos dio bastante trabajo y hubo avisos rojos. También el invierno de 2010 fue relevante, con un ciclón híbrido. La población canaria recuerda esos tres, pero ha habido más. Evidentemente los sistemas de predicción han avanzado, pero también puede haber mejorado la comunicación con los ciudadanos y con los sistemas de Protección Civil. Lo que intentamos es tomar decisiones para minimizar el peligro, porque no podemos frenar a la atmósfera, aunque también somos críticos con nuestro trabajo y siempre queremos mejorarlo.

¿Pueden las predicciones meteorológicas evitar esos daños o siempre habrá fenómenos que son imposibles de prever?

Los fenómenos de menor escala son más difíciles de predecir. Por ejemplo, en la Dana de la semana pasada se habían emitido avisos e incluso las zonas con más probabilidad de precipitaciones, las vertientes del Sureste. Sin embargo, corrieron los barrancos, hubo peligro y se asumieron riesgos. El Gobierno de Canarias sacó las prealertas correspondientes y estábamos todos avisados con antelación. Entiendo que con estas medicas se minimizó el riesgo, no sabemos que hubiese pasado sin esos avisos. Son esas situaciones a escala local las más complicadas para los modelos de predicción. Esos modelos se actualizan y están en continua mejora, mucho más en las últimas décadas debido a la mejora de la informática, de la supercomputación.

En Canarias siempre ha llovido y han corrido los barrancos sin mayores incidencias ¿La diferencia está en que ahora se construye sin tener en cuenta que, tarde o temprano, vendrá un temporal y se llevará viviendas, coches y hasta personas?

Ahí estaríamos valorando otras variables que no son puramente meteorológicas. La población ha crecido muchísimo en las últimas décadas y, por tanto, aumenta la vulnerabilidad. Más personas están expuestas a esos riesgos meteorológicos y a partir de ahí entran otras variables, como la gestión del territorio o cuestiones como que la población haga caso a la normativa que impide aparcar el coche en la salida del barranco de Ojos de Garza. Nuestro trabajo es predecir, transmitir esa información y el impacto que puede crear.

"Es probable que este otoño sea más cálido, pero no hay tendencias claras sobre precipitaciones"

Aseguran ustedes que no se pueden hacer pronósticos certeros de más de tres o cuatro días, pero sí proyecciones a más largo plazo. ¿Cómo será este otoño?

Las predicciones del tiempo, en función de las circunstancias, tiene una incertidumbre mayor o menor. En Aemet hacemos unas predicciones que desde el punto de vista regional o insular llegan hasta los cuatro días. Hablamos en términos de probabilidad y mostramos los escenarios más probables. También tenemos otras predicciones que llegan más allá, más generalistas y a nivel nacional. Y por último, hay otro tipo de predicciones que son las estacionales, que son por las que me pregunta. Para ello se coge un periodo de tiempo, en este caso un trimestre, y se compara con la climatología, con las variables de temperatura y de precipitación para ver si están por encima, por debajo o con la media. Este próximo trimestre vemos que lo más probable en Canarias es que sea más cálido de lo normal, por el tercil superior. En cuando a precipitaciones no tenemos tendencias, son probables los tres terciles, no podemos decir que va a ser más húmedo, más seco o normal. No hay tendencias claras.

Los estudios sobre el cambio climático anuncian una subida de temperaturas y, en consecuencia, olas de calor, sequías y una subida del nivel del mar por el deshielo en los polos, por poner solo tres de los efectos más evidentes. ¿Qué se puede hacer contra eso desde el campo de la meteorología?

No solo tenemos las proyecciones hacia el futuro, sino que hemos analizado lo ocurrido en las últimas décadas. Se ha publicado recientemente una nota técnica muy interesante sobre la evolución del clima en el territorio nacional y en Canarias y hemos visto que desde el año 1951 hasta la actualidad ha habido un descenso de los climas tipo C, los templados, y un aumento de los tipos B, los áridos, con una subida de 5 puntos, lo que equivale a que han crecido los climas de tipo árido en 6 kilómetros cuadrados al año. Además, desde el año 1951 hasta ahora ha habido un ascenso de temperaturas de 0,18 grados por década, lo que quiere decir que ha aumentado en torno a 1,26 grados en el cómputo de Canarias. El cambio climático ya lo tenemos aquí, con datos de observación desde mediados del siglo XX hasta ahora. Lo que cabe esperar para el futuro es que las olas de calor tengan una duración superior y que el clima sea más seco, en torno a 1,5 grados más para el año 2050. Y con ese clima más seco habrá entre un 10% y 15% menos de precipitaciones.

¿De qué medios dispone actualmente la Delegación de la Aemet en Canarias?

El Estado tiene las competencias en meteorología y las ejerce a través de la Aemet. De esta delegación territorial [con sede en Tafira Baja] también depende el centro meteorológico de Tenerife y las estaciones de los aeropuertos. Tenemos personal en todos los aeropuertos de las islas. Nuestra labor es hacer la vigilancia continua de la atmósfera y la predicción. Para ello necesitamos otro tipo de unidades, como es la de sistema básicos, que se encarga de hacer el mantenimiento, calibración y verificación de los equipos que utilizamos. También disponemos de un grupo de prevención y vigilancia con expertos en el clima de Canarias. Actualmente tenemos una plantilla de unas 100 personas, con 70 estaciones automáticas y otras 300 normales, así como una radio-sonda que se lanza desde Güímar dos veces al día.

"Una agencia autonómica o insular sería un derroche para llegar a la misma conclusión"

¿Son suficientes estos medios técnicos y humanos?

Sí.

Los sistemas de información a los ciudadanos han mejorado mucho, basta mirar el móvil para saber qué tiempo habrá mañana en cualquier pueblo del Archipiélago. ¿Se puede aún afinar más con las nuevas tecnologías?

Este es un mundo que está en constante mejora. Ahora se empiezan a aplicar nuevas técnicas de tratamiento de datos, inteligencia artificial o datos de observación de aviones, satélites o radares, con actualizaciones y mejoras de los modelos numéricos.

En alguna ocasión se ha propuesto crear una agencia meteorológica autonómica y algunas islas incluso intentan tener su propia red de estaciones. ¿Lo ve acertado o es un derroche de dinero teniendo ya los servicios de la Aemet?

El presupuesto de la Aemet en Canarias es de unos 5 millones de euros anuales y lo que invierte el Estado en modelos numéricos es superior a los 40 millones. El presupuesto para satélites supera también los 40 millones. Tener todo eso por duplicado puede ser un derroche de dinero, más cuando el personal de Aemet está en Canarias, en todos sus territorios y con equipos de vanguardia. Sería duplicar el gasto para utilizar los mismos medios y llegar a las mismas conclusiones.