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Los doctores Murias, un relevo en una saga de excelencia

Tras ocho años de espera el doctor Adolfo Murias cumple el sueño de trabajar con su hija

Los doctores Adolfo Murias Rosales y Carmen Murias Henríquez, en su consulta de Oncología. Juan Carlos Castro

El doctor Adolfo Murias Rosales está cumpliendo la ilusión de poder trabajar codo a codo con su hija la doctora Carmen Murias Henríquez en el Servicio de Oncología Médica de Hospitales Universitarios San Roque antes de jubilarse. Esta experiencia profesional y personal única comenzó en marzo de 2021. Una nueva etapa que les sirve para compartir la experiencia con el objetivo de mejorar la vida de sus pacientes.

El doctor Adolfo Murias Rosales, una de las eminencias canarias en la Oncología Médica, siempre había tenido el sueño de poder trabajar codo a codo con uno de sus cuatro hijos. Lo que no sabía era que esa ilusión se cumpliría en sus últimos años de vida profesional.

 «Siempre tuve la ilusión de que alguien de la familia fuese médico. Hay compañeros que siempre han desechado esa idea pero yo considero que la medicina uno lo lleva por dentro. Era mi gran ilusión que mi hija estuviera conmigo. Yo pongo mi experiencia y ella su visión, es una gran satisfacción estar con ella», explica en la consulta que comparten en el Servicio de Oncología Médica de Hospitales Universitarios San Roque.

Y es que, desde pequeña, Carmen siempre tuvo claro que su vocación estaba en ayudar a los demás, ya fuese como enfermera o como doctora en Oncología. Una vocación que ya vibraba en su interior cuando corría junto a su hermano por la consulta de su padre, en los bajos de la vivienda familiar, repartiendo una merienda de juguete entre los pacientes oncológicos que acudían a él. 

«Estar rodeada de pacientes oncológicos era algo natural. Me gustaba mucho la relación que tenía mi padre con ellos que era una unión para toda la vida. Se genera un enlace estrecho y especial con cada paciente. Poco a poco eso me fue enamorando, cuando empecé las prácticas en la universidad las hice con él y me encantó la manera en la que los pacientes le querían y le admiraban y es por eso que opté por la especialidad de Oncología Médica porque para mí mi padre ha sido y es una inspiración», relata Carmen.

Formación en el extranjero

Ella estudió en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) y realizó la especialidad de Oncología en la Universidad de La Laguna, haciendo las prácticas en el Hospital Universitario de Canarias (HUC) antes de marcharse a la ciudad texana de Houston (EE UU) donde siguió formándose. Al volver a la Isla coincidió brevemente con su padre en el Complejo Hospitalario Materno-Insular de Gran Canaria, una unión profesional que fue fugaz.

El tiempo en ese momento no jugó a favor de ellos al coincidir la finalización de la especialidad con la jubilación de su padre de la sección donde había ejercido como jefe durante décadas. 

"Lo que más me llena es poder disfrutar de él en todos los sentidos, y poder aprender de él", comenta Carmen

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«Nunca tuve la oportunidad de trabajar con él siendo especialista, estuve trabajando en el Insular durante siete meses y decidí irme a Londres para hacer investigación, desarrollar la tesis, vivir la experiencia, aprender inglés y publicar. Estuve allí seis años. Estuve trabajando primero en investigación básica. Siempre tenía en mente que quería volver, que quería tener hijos y estar con mis padres», relata Carmen Murias.

Cambios

De repente, tras seis años en la capital británica, la Covid-19 irrumpió de forma abrupta cambiándolo todo y abriendo la posibilidad de cumplir el sueño que compartían padre e hija de trabajar juntos. «Me quedé embarazada, vino el Covid-19 y me volví. Cuando regresé empezamos a trabajar juntos en el Servicio de Oncología Médica de Hospitales Universitarios San Roque, en cierta manera había hecho esta especialidad por él, porque le admiraba y nunca había tenido la oportunidad de trabajar con él y ahora estoy viviendo el sueño por el que tanto he trabajado», subraya.

Su regreso a Gran Canaria abrió las puertas a poder cumplir una ilusión largamente soñada, en concreto durante ocho años. «Yo estoy encantado. Me había imaginado pasar consulta con ella anteriormente pero por las circunstancias de que ella estaba en Londres ya se me había ido esa idea. Al final se hizo posible, fue una ilusión que se hiciera realidad», expone Adolfo.

"Siempre tuve la ilusión de que alguien de la familia fuese médico y de trabajar juntos", explica Adolfo

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Comenzaron a pasar consulta juntos allá por el mes de marzo de 2021, todavía con la pandemia marcando terreno, y seguir disfrutando de esta nueva etapa junto a su hija. De lunes a jueves y en horario de mañana pasan consulta tanto a pacientes oncológicos a los que comenzó a tratar Adolfo hace décadas como a nuevos. «Es un honor tenerlo aquí, al final el ver como los pacientes que llevan 20 o 30 años que ahora la transición sea con su hija es súper bonito y se genera una relación de amor y confianza. Creo que me aporta toda su experiencia, yo le aporto una nueva perspectiva y hacemos muy buen equipo. Además, siento que estoy compartiendo más tiempo con él, no solo en el trabajo sino tiempo de calidad porque al final estamos todos los días juntos y estoy viendo y disfrutando de él. Es un lujo», comenta.

Y es que, ambos forman el tándem perfecto combinando la experiencia de décadas al pie del cañón profesional con una visión nueva, fresca e innovadora que sin duda está repercutiendo de forma positiva en los pacientes. 

«Lo que más me llena es poder disfrutar de él en todos los sentidos, y aprender. Se genera una relación mágica con sus pacientes que vienen por él y que ahora están conmigo. Les encanta, encima en vez de un oncólogo tienen dos y ver que es padre e hija les parece muy tierno y les da confianza porque al fin y al cabo es lo mejor la experiencia unido con la juventud y lo nuevo», opina Carmen. 

Mejores tratamientos

Además de su pasión por la Medicina a padre e hija también les une, entre otras muchas cosas, el interés por acercar el mejor tratamiento posible y la mejor atención a los canarios. «Cuando empecé en Medicina, aquí no había facultad y me tuve que ir a Madrid. Volví a Gran Canaria porque veía que estas Islas, que están a 2.000 kilómetros de distancia, no tenían los mismos medios y quise traerlos y que los pacientes tuvieran los mismos tratamientos que veía en Madrid. Iban muchos canarios para allí a tratarse, pero muchos otros no podían costeárselo. Fue el motivo por el que vine al Hospital Insular. Además, siempre procuré que el hospital tuviera algo de investigación en Oncología y procuré los medios suficientes para los ensayos clínicos. Ahora el doctor Delvys Rodríguez sigue investigando allí», añade.

En el caso de Carmen su paso por las mejores clínicas oncológicas privadas de Londres como la Leaders in Oncology Care o en el Sarah Cannon Research Institute de Londres (SCRI) le valieron el premio Pearl Award a la excelencia clínica, una experiencia que ahora pone al servicio de sus pacientes. «Aprendí mucho en investigación, como promover el bienestar con todo lo que hay alrededor del cáncer y los tratamientos, y traerlos para aquí es una satisfacción muy bonita», comenta.

De hecho, trajo desde Londres una máquina Paxman, que frena la caída del cabello en pacientes oncológicos y que ya está usando.

A Carmen no le importaría que su hija Candela, de dos años, siguiese sus pasos en el futuro y consolidará el legado de ambos. «Me gustaría, pero me encantaría más que hiciese lo que le apasione. Lo importante es que sea feliz con lo que decida», subraya.

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