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Las nuevas adicciones al fentanilo preocupan a los profesionales isleños

La ciencia busca alternativas para tratar los dolores crónicos sin que su uso provoque drogadicción

Las nuevas adicciones al fentanilo preocupan a los profesionales isleños

Tomás (nombre ficticio) empezó a tomar fentanilo porque se lo recomendó su médico. Los dolores que le causa el cáncer eran insoportables, pero ahora, meses después de empezar a tratarse, desearía poder volver atrás. Su cuerpo le pide más. Cada noche se ve mirando el reloj delante de la puerta de la farmacia, desesperado porque marquen las 12 y pueda volver a paliar su intenso dolor.

El relato de Tomás es un ejemplo de la peor cara del fentanilo. Los tratamientos basados en esta sustancia, altamente adictiva, preocupa a los profesionales de las Islas y así lo han señalado durante las XLIX Jornadas Nacionales de Socidrogoalcohol celebradas desde el 6 hasta el 8 de octubre en Tenerife. «Lo que sienten los pacientes es una adicción, porque pierden el control y en los peores casos acaban suponiendo un gasto de hasta 400 euros diarios al sistema público de salud», explica Miguel Ángel Dorta, médico en el centro de desintoxicación de Tenerife San Miguel Adicciones. El profesional lo sabe bien, pues en su consulta está tratando actualmente a unos 15 canarios que, sin embargo, «no son más que la punta del iceberg». «Los que vemos aquí son solo los casos en los que saltan las alarmas, porque los pacientes se convierten en adictos sin personalidad y con problemas en el entorno social y laboral», insiste el facultativo.

Aunque estos fármacos estaban en un principio diseñados para ser recetados a pacientes con un dolor crónico insoportable (como los de cáncer), en los últimos años, como advierten los profesionales, el fentanilo ha acabado por convertirse en un tratamiento más extendido. En Estados Unidos existe un grave problema asociado al consumo de fentanilo pues allí, además, se desarrolló hasta convertirse en una droga sintética. Conocido como Pink, China White, Apache, Drop dead o heroína sintética, este estupefaciente ha ido ganando adeptos también en Canarias, donde cada vez llegan más pacientes a las Urgencias de los hospitales con intoxicaciones por esta sustancia. En los últimos años esta droga y sus derivados suponen el 27% de las nuevas sustancias psicoactivas (NPS) identificadas en las áreas de urgencias de Canarias.

Hay solución, pues como insiste Dorta, «el 90% de los pacientes que tratamos salen de ahí». Aunque advierte: «hay un 10% que prefiere seguir consumiendo».

Ante esta situación la ciencia busca analgésicos opiáceos alternativos para tratar los dolores crónicos sin que su uso repetido pueda causar drogadicción. Es lo que investiga precisamente Verónica Casadó, investigadora postdoctoral en el laboratorio de Neurofarmacología de la Universitat Pompeu Fabra. «Nos dimos cuenta que la metadona es menos adictiva que la morfina», explica Casadó. Al comprobar que la reacción de ambos fármacos en el cerebro era distinto –uno activaba el sistema de recompensas en menor medida que el otro–, decidieron ir más allá y ver su composición molecular. «Fue así cómo nos percatamos de que la base molecular de ambos tienen formas distintas de unirse al receptor opioide, lo que supone cambios importantes en su capacidad para generar adicción». Casadó trabaja junto al National Institute of Drug Adiction de Estados Unidos, donde tratan de buscar una solución rápida a este problema.

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