La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Universidad

Las Palmas de Gran Canaria: ¿por qué se inunda en el siglo XXI?

La ULPGC analiza los graves daños por lluvia en la capital en 1954, 1989 y 2022, e identifica los retos para adaptar la ciudad a las amenazas del cambio climático

Investigadores del Grupo de Geografía Física y Medio Ambiente de la ULPGC. Arriba, A. Hernández, N. Ferrer, A. San Romualdo y L. García; abajo, L. Romero, Pablo Máyer, E. Pérez-Chacón, C. Peña y E. Pérez. LP/DLP

¿Por qué Las Palmas de Gran Canaria se inunda en pleno siglo XXI?, ¿cuáles son los puntos negros de la ciudad frente a las fuertes precipitaciones? A raíz de la tormenta tropical Hermine acaecida a finales del pasado septiembre, el grupo de investigación de Geografía Física y Medio Ambiente del Instituto de Oceanografía y Cambio Global (IOCAG) de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, a través del profesor Pablo Máyer Suárez, ha analizado los distintos episodios de fuertes lluvias ocurridos en la capita grancanaria en los años 1954, 1989 y el de hace unas semanas, con el objetivo de identificar los problemas y los retos que hay que asumir para convertirla en una «ciudad resiliente», preparada para enfrentar los fenómenos naturales adversos como lluvias fuertes e inundaciones, amenazas reales derivadas del cambio climático.

«La resiliencia es la capacidad de adaptación a una realidad distinta y hostil. Después de la situación vivida en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, como consecuencia del paso de la tormenta tropical Hermine, cabría preguntarnos si seremos capaces de aprender y gestionar las lecciones que la Naturaleza -a veces caprichosa y destructiva- nos pone en el camino y aumentar con ello nuestra capacidad de resiliencia», señala Máyer, en referencia a que las inundaciones por fuertes lluvias acaecidas en la capital los pasados 24 y 26 de septiembre, no es una situación nueva. «Ni siquiera lo es el origen de las precipitaciones que causaron los graves daños que hemos vivido y visto en los medios de comunicación».

El investigador del IOCAG, Pablo Máyer, da las claves para avanzar hacia una ciudad resiliente ante los fenómenos naturales adversos

decoration

Como ejemplo, el investigador del IOCAG cita, en primer lugar, el temporal de lluvias intensas que ocurrió entre el 22 y 23 de noviembre de 1954 por la presencia de una perturbación tropical al Sur de las islas, acompañada de sistemas nubosos originados por una masa de aire tropical muy húmeda, que se saldó con víctimas mortales, gran cantidad de materiales erosionados en las diferentes vertientes que generaron graves problemas en las vías de comunicación, la destrucción de viviendas y muros de contención, inundaciones y el corte del suministro eléctrico. «Se produjo la parálisis de prácticamente toda la ciudad que, en aquel entonces, albergaba a poco más de 135.000 habitantes. Con respecto a las víctimas, éstas estuvieron motivadas por la caída de un muro de contención de piedra seca sobre el techo de una vivienda situada en la calle Girasol, en el barrio de San Nicolás».

El episodio se tradujo en gran cantidad de desprendimientos que motivaron la destrucción total o parcial de numerosas viviendas ubicadas en los riscos, así como de otra que resultó destruida al socavar sus cimientos las aguas de avenida del barranco de Guanarteme (calle El Salvador), evacuaciones de los habitantes de las casas cueva existentes en la ciudad, calles anegadas e inundaciones prácticamente de la totalidad de las manzanas situadas entre el mar y la calle León y Castillo.

Redes de saneamiento obsoletas, nuevas urbanizaciones..., entre las causas que elevan el riesgo de inundación en la capital

decoration

Desde entonces, según relata el profesor Máyer, la ciudad padeció diferentes episodios de lluvia con variable intensidad, que mostraron la difícil relación entre el espacio urbano, sus habitantes y el medio físico sobre el que se asentó. Se terminó por soterrar la mayor parte de los barrancos bajo vías de comunicación, muros de contención, edificaciones, campos de fútbol y polideportivos; una red de saneamiento que se fue incrementando con el paso de las décadas y que quedó rápidamente obsoleta al aumentar la altura de las edificaciones de la Ciudad Baja y la ejecución de nuevas urbanizaciones; la construcción de la Avenida Marítima transversalmente al desagüe de los barrancos, la cual quedó a una cota superior al elevar la línea costera convertida en autovía; la impermeabilización de amplias zonas de la Ciudad Alta por la construcción de nuevas urbanizaciones, cuyas aguas pluviales deben circular por las vías de comunicación, las escasas redes de pluviales y la red unitaria de saneamiento; el incremento de las viviendas en los riscos de la ciudad y en zonas de una pendiente considerable como las existentes en el Paseo de Chil. «Todo ello son algunos ejemplos que sirven para entender las consecuencias que las lluvias producen en nuestra ciudad, incluso sin alcanzar los valores de septiembre de 2022».

El 16 de febrero de 1989, un nuevo episodio de lluvias extremas puso de manifiesto las deficiencias existentes en materia de evacuación de aguas pluviales, además de otros problemas. «La diferencia de este episodio con respecto a los anteriores fue la toma de conciencia por parte de las autoridades municipales de la necesidad de abordar de manera urgente los problemas de la evacuación de aguas pluviales. La principal medida fue la restitución de la mayor parte de los antiguos cauces de la ciudad mediante la construcción de diversas canalizaciones», indicó Máyer. También señaló otras actuaciones posteriores como la construcción de bermas en las laderas de los riscos y eliminación de múltiples núcleos de chabolas; la ampliación de la sección de las conducciones de agua residual y pluvial; la mejora de los muros de contención en diferentes puntos con alta recurrencia de arrastre de materiales detríticos, etc.. «Todo ello permitió reducir la severidad de muchas de las inundaciones que se venían produciendo, y paliar el acuciante problema de la destrucción de las viviendas de los riscos. Sin embargo, muchas partes de la ciudad siguen inundándose desde entonces, al tiempo que aparecen nuevas áreas anegadizas en las urbanizaciones que se han ido construyendo, especialmente por la Ciudad Alta».

30 litros por metro cuadrado

El especialista asegura que las obstrucciones en la red de alcantarillado y, en muchos casos, su ineficiencia para evacuar el agua de lluvia genera que en bastantes puntos de la ciudad se produzca inundaciones con precipitaciones del orden de 30 litros por metros cuadrado -«que por lo general suelen precipitar en poco tiempo»-, siendo los garajes y partes de las edificaciones construidas bajo la rasante de las calles las primeras en anegarse.

El profesor Máyer asegura que en estas últimas décadas se ha avanzado de forma considerable en la predicción meteorológica, con modelos físicos que pronostican, con varios días de antelación, la probabilidad de que se produzcan precipitaciones con variable intensidad y, gracias a ello, existe la posibilidad de avisar a la población. También han habido importantes mejoras en la gestión de las emergencias, los medios de protección civil y, en general, la información que se facilita a la población sobre el fenómeno meteorológico en concreto.

A su juicio, ahora toca volver a identificar los problemas ocasionados por las lluvias recientes y, al igual que se hizo en 1989, que las autoridades decidan las medidas prioritarias que deben adoptarse en la ciudad para evitar, en la medida de lo posible, las inundaciones. «Solo así seremos más resilientes ante el impacto de las futuras tormentas que, sin lugar a dudas, volverán a producirse», apuntó el investigador. «Las generaciones futuras, más longevas que las de nuestros antepasados, se merecen vivir en una ciudad más resiliente, máxime en este contexto de cambio climático, donde la previsión y la prevención deben priorizarse ante las incertidumbres que nos depara el tiempo y el clima, que tantos recursos ha aportado -y aporta- a nuestra economía», concluyó Pablo Máyer.

Compartir el artículo

stats