La Gomera, la isla esmeralda fue el último punto que pisó Cristóbal Colón antes de adentrarse en el Atlántico en busca de las Indias, para finalmente descubrir "sin saberlo" un nuevo continente. Pequeña, redonda, húmeda y verde, es un pedazo de paraíso en medio del Atlántico. También es la isla que mejor conserva las tradiciones ancestrales de los antiguos aborígenes y el mayor bosque de laurisilva, un árbol de la era terciaria. Una jungla llamada Garajonay, cuyos riachuelos crecen en otoño... Pero hay un enclave en la isla colombina que ha enamorado al National Geographic, que le ha dedicado un amplio y detallado reportaje en su última revista: los Órganos.

Si las condiciones marítimas lo permiten podrás disfrutar de una vista inolvidable del monumento natural Los Órganos, una formación rocosa única y caprichosa de columnas verticales que se asemejan a los tubos gigantes de un enorme órgano de una iglesia. 

Uno de los fenómenos volcánicos más sorprendentes

Son muy raras las ocasiones en la que la naturaleza permite mostrar con tanta claridad uno de los fenómenos volcánicos más sorprendentes: La primera vez que se observa sobrepasa cualquier idea previa que pudieses imaginar.

Se trata de una arquitectura que no es producto del azar, un patrón matemático que, dadas las condiciones de formación, distribuyó la lava en columnas de base hexagonal.

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Maravillas de Canarias: Los Órganos de La Gomera

Este gigantesco órgano mide unos 87 metros de alto por 191 metros de ancho, alcanzando cada columna un grosor de más de un metro. En sus orígenes era parte de un volcán que entró en erupción. Esta extraña formación se explica por la viscosidad de las lavas que hizo que ascendieran con mucha dificultad y muy lentamente por el conducto eruptivo. Cuando finalmente se enfriaron, lo hicieron formando la estructura hexagonal que se puede ver ahora. La erosión las ha dejado al descubierto.

Los acantilados están situados en una de las zonas más antiguas de La Gomera, con unos 20 millones de años y representan un punto de gran interés científico para geólogos de todo el mundo. La única forma de apreciar su belleza por completo es desde el mar.

Durante el trayecto marítimo es probable que vean delfines y ballenas. La Gomera es un lugar privilegiado para la observación de cetáceos en libertad, si bien es más común verlos más al sur. Las aguas de la isla son elegidas por estos mamíferos por su temperatura y la abundancia de alimentos. Hay especies que viven permanentemente en las aguas de La Gomera.

Situado en una de las zonas más antiguas de La Gomera

Durante el trayecto hasta Los Órganos es una oportunidad única para ver la costa de la isla y sus pueblos. Si inicias tu visita desde el puerto de Valle Gran Rey, camino al norte podrás ir viendo los diferentes pueblos costeros que merecerán una visita posterior, Taguluche, Alojera, Tazo y Arguamul. Todos ellos con el encanto de los pueblos alejados de la masificación, con sus silencios y sus paisajes casi intactos. Las casas tradicionales de esta zona parecen estar colgadas en las inclinadas laderas que descienden bruscamente hacia el mar. Ideal para perderse en La Gomera más profunda, con la presencia de muchos elementos etnográficos como bodegas, lagares, eras, terrazas y hornos domésticos.

Maravillas de Canarias: Los Órganos de La Gomera LP/DLP

Esta curiosidad geológica no sólo se ve en superficie, sino que desciende bajo el mar dando lugar a unos fondos marinos muy particulares. La riqueza biológica que alberga en todo este sector de la costa gomera, ha permitido que se lo declare Reserva Marina. Es el lugar ideal para la cría y desarrollo de peces como “la vieja”.

No es sólo un monumento natural de gran belleza paisajística, esta área destaca por las aves que podrás observar como águilas pescadoras y charrán común. Por todo ello es una zona especial de protección para las aves.

También, hace mucho tiempo, los gomeros se descolgaban por las resbaladizas paredes para rascar de la roca un liquen que se utilizaba para hacer tintes de color púrpura y que nacen en lugares expuestos a los vientos alisios.

Un foclore anclado en el pasado

Unos viajeros de otras tierras recorren una carretera secundaria en su coche. El mapa, de repente, se ha vuelto un misterio y no saben en qué pueblo de la isla se encuentran. "Perdona, pequeño, ¿dónde estamos?" El niño, que lleva un palo en una mano y una sombra en forma de perro peludo a sus pies, responde, mirando extrañado: "En La Gomera". Los extranjeros, muertos de risa, le piden que concrete un poco más. "Ahh, en Chipude", dice el muchachillo, pensando, seguramente: "¿Dónde van a estar?" Esta anécdota, que, como diría aquel, es verídica y además pasó de verdad, resume un poco el carácter del pueblo gomero, sin duda, lo mejor de la isla colombina, que no tiene ni un solo rincón que no valga la pena visitar.

Lo primero que viene a la cabeza cuando se piensa en La Gomera, además del silbo, es su pulmón de laurisilva: el Parque Nacional de Garajonay. La exuberancia de esta vegetación del Terciario es impactante. La humedad suspendida entre los brezos, las fayas y los barbuzanos le da un aspecto misterioso que hace disparar la imaginación. No tiene precio pasar por los túneles excavados en la piedra que destila gotas como si fuese la pila gigante de una casa canaria. El Parque está lleno de senderos deliciosos.