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SALUD

Boticaria García: "En cosméticos de más de 50 euros se paga la fantasía, a las influencer"

La televisiva farmacéutica afirma, tras participar en las jornadas sobre Dermofarmacia organizadas por el Colegio de Farmacéuticos en Cartagena, que "miramos más las etiquetas de los plátanos que las de los cosméticos"

Marián García (Boticaria García), este jueves en el auditorio El Batel de Cartagena. IVÁN URQUÍZAR

La farmacéutica Marián García, más conocida como Boticaria García, ha hecho en Murcia una radiografía de los cosméticos junto a su compañera Gema Herrerías, con quien ha escrito su último libro bajo ese título y con quien este jueves abrió la II Jornada de Dermofarmacia ‘DermoConCiencia’, organizada por el Colegio Oficial de Farmacéuticos de la Región de Murcia en el auditorio El Batel de Cartagena.

¿En qué elementos debemos fijarnos a la hora de elegir un cosmético? 

El consumidor debe saber que es mucho más difícil interpretar la etiqueta de un cosmético que la de un alimento. La legislación es mucho más permisiva en los cosméticos y esto hace que, por ejemplo, en un cosmético ponga que contiene ácido azelaico y no diga la concentración que tiene, si es de procedencia vegetal o animal, cuando en un yogur con avena sabemos la cantidad exacta que lleva. Por eso recomendamos que a la hora de elegir un cosmético se busque un consejo personalizado y en nuestro último libro nos mojamos y mencionamos marcas concretas de antioxidante, filtros solares o de retinoles.

¿Qué debemos mirar en esas etiquetas?

Yo en lo primero que me fijaría es si se indica la concentración de los ingredientes. Pero también hay que saber que los ingredientes están formulados de mayor a menor en orden de aparición, por lo que si un ingrediente importante aparece en los últimos puestos podemos intuir que no lleva mucha concentración. Tampoco nos solemos fijar en las materias primas, si son de origen local o las traen de la otra parte del mundo. Eso lo miramos con los plátanos, pero no con los cosméticos. Y no es lo mismo que sea de China que de cerca, ya que la huella de carbono tampoco es la misma.

¿Nos debemos fiar de todo lo que se anuncia?

Hay que intentar no dejarnos guiar por esos reclamos engañosos que nos dicen que un producto ha sido testado dermatológicamente, ya que esto sólo supone que un médico ha supervisado el estudio, pero puede ser un estudio de seguridad, no de eficacia del producto. Otros reclamos nos dicen que ocho de cada diez mujeres sintieron la piel más tersa, pero esto es un estudio subjetivo y no ha sido medido en el laboratorio con parámetros concretos. Hay reclamos que inducen al error, como el que se ha puesto de moda de decir que un producto es ‘cruelty free’ (no probado con animales), cuando en la UE está prohibido desde hace muchísimos años experimentar con animales, incluso en China para casi todos los productos. Nos dicen que es ‘cruelty free’ cuando ningún producto se experimenta en animales.

"Es mucho más difícil interpretar la etiqueta de un cosmético que la de un alimento»

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Existe un boom de la cosmética natural. ¿Es tan beneficiosa como se intenta hacer ver? 

Esa es una de las preguntas del millón. La cosmética natural ni es más eficaz, ni es más segura, ni es más sostenible. Se ha visto que una gran parte de las alergias y las dermatitis que hay se deben al uso de productos naturales, en el sentido de mezclas caseras, como el propio aloe vera. El aloe vera de manera natural tiene multitud de alérgenos y causa dermatitis e irritaciones. La industria lo que hace es extraer del aloe vera los compuestos que son hidratantes, refrescantes y reparadores, y se dejan aquellos que son alergénicos. En este caso, los productos más seguros son los que han sido testados y evaluados en el laboratorio. Puede haber cosmética con ingredientes naturales que sea muy eficaz y otra que no lo sea, como si nos da por hacer mascarilla con aguacate en casa. 

 ¿Un buen cosmético tiene que costar 200 euros?

No hay que gastarse 200 euros, pero tampoco 3 euros, como cuestan algunas cremas de supermercado de marca blanca. En nuestro libro ‘Radiografía de un cosmético’ argumentamos por qué no está justificado un precio de 200 euros. En un rango por debajo de 50 euros podemos encontrar cosméticos de todas las categorías con los ingredientes de máxima eficacia a concentraciones adecuadas. En los cosméticos de más de 50 euros se paga la fantasía. Está la celebrity o la influencer que los anuncia o promociona, el empaquetado espectacular y los reclamos publicitarios. Es como cuando vas a comprar un bolso que marca 3.000 euros, pero sabes que el valor de ese bolso de piel no es superior a los 300 euros. Pero si quieres llevar el logo en grande del diseñador te va a costar 3.000. En cosmética tú también puedes preferir una crema de 200 euros frente a la de 50 euros porque represente un estatus determinado, porque te guste más la textura o el aroma, pero la diferencia es que el bolso no promete nada mientras que la cosmética reivindica unas condiciones de eficacia sobre tu piel. 

"Brad Pitt es el retinol, el actor que todos quieren, pero el Oscar es para las Tortugas Ninja, que son los 4 filtros solares»

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En el libro llegan a comparar los compuestos cosméticos con actores conocidos. 

Planteamos la cosmética como una película en la que Brad Pitt es el retinol, que es lo que todos quieren; Santiago Segura es el ácido hialurónico porque aumenta su volumen; Thor es el ácido glicólico por su potencia; y Julia Roberts es la vitamina C, iluminadora, la sonrisa de Hollywood. Y dentro de esas comparaciones, el Oscar se lo llevan los Tortugas Ninja, que representan los cuatro filtros solares: el ultravioleta B (previene las quemaduras); el ultravioleta A (protege contra las arrugas y las alergias); el infrarrojo A (previene el envejecimiento) y el filtro frente a la luz azul VIF (protege la piel morena frente a las manchas). En el caso de las Tortugas Ninja, Leonardo que es el jefe lucha bien, pero las cuatro juntas lo hacen mejor. Y eso es lo que ocurre con los filtros solares.

En el caso de la protección solar, llega una etapa del año, el invierno, en la que se descuida más la piel frente a las atenciones que le prestamos en verano. ¿Es un error muy común?

Cualquier factor externo puede ser agresivo y está demostrado que el frío deshidrata y reseca la piel, alterando la protección. Cuando nuestra piel no está bien sellada empiezan a aparecer las pequeñas grietas y ahí están las arrugas. Podemos evitar que esto ocurra con hidratación, aunque hay cremas hidratantes de 3 euros, sólo con glicerina, y otras de 40 euros, con otros activos como ácido hialurónico y reparadores de la función barrera que vayan un paso más allá. 

¿Se puede comprar una crema en cualquier supermercado o debemos buscar el asesoramiento profesional?

Es complicado, pero lo ideal sería analizar primero el tipo de piel que tenemos y saber qué es lo que necesita en cada momento. No es igual el cosmético que se necesita después del verano que el que debemos usar con el frío en el mes de enero. El mejor experto para asesorar es alguien que se haya formado en dermocosmética, alguien que aconseje desde la experiencia y no desde el ‘brilli-brilli’ y ahí es donde nosotras apostamos por el farmacéutico, que actúa como un agente de salud, y al que se puede acceder de forma gratuita y que podemos encontrar a pie de calle en cada esquina.

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