Este lunes se cumplen 40 años de la primera visita de un Papa a España. Juan Pablo II fue recibido en Madrid por los reyes y durante 10 días recorrió un país que acababa de celebrar elecciones generales y que le acogió con entusiasmo, abarrotando plazas y estadios en misas multitudinarias.

El viaje, que tuvo que ser retrasado como consecuencia del atentado que el pontífice había sufrido el año anterior en la Plaza de San Pedro, coincidió con la convocatoria de elecciones generales el 28 de octubre de 1982, hecho que provocó un nuevo aplazamiento.

La celebración del cuarto centenario de la muerte de Santa Teresa era la motivación de un viaje que debía comenzar el 14 de octubre de 1981, con la apertura del año jubilar. Pero el 13 de mayo de ese mismo año el Papa resultaba gravemente herido en un atentado y cancelaba su agenda.

Una vez recuperado, se plantea como fecha para la visita el 15 de octubre del 82, para la clausura del Año Jubilar Teresiano.

El Papa Juan Pablo II bendice a los peregrinos congtegados en 2004 ante el Vaticano. Shutterstock

Jesús de las Heras, deán de la catedral de Sigüenza (Guadalajara), era entonces un joven seminarista que esperaba ser ordenado sacerdote por el propio Juan Pablo II en una ceremonia en Valencia.

A finales de agosto del 82, viajaba a Loyola junto a un grupo de seminaristas para realizar unos ejercicios espirituales previos a la ordenación cuando les sorprende la noticia: el presidente del Gobierno, Leopoldo Calvo-Sotelo, disuelve las Cortes y convoca elecciones para el 28 de octubre.

"Lo primero que pensamos fue qué iba a pasar con la visita del Papa", recuerda en una entrevista con EFE. Finalmente el viaje se reprograma y se fija para el 31 de octubre.

La ordenación se mantuvo, pero peligró en varias ocasiones más, entre ellas por la rotura de la presa de Tous, el 20 de octubre, por el desbordamiento del río Júcar en la provincia de Valencia, que provocó 38 víctimas mortales y la evacuación de cien mil personas.

El Papa improvisó una escala en su viaje y visitó a los afectados antes de celebrar la ceremonia de ordenación de 141 nuevos sacerdotes, entre ellos Jesús de las Heras, el lunes 8 de noviembre.

El Papa Francisco, durante la oración del Ángelus de este año. EFE

Más de 2000 periodistas acreditados

La expectación de esta primera visita de un Papa a España, recién elegido gobierno socialista, era máxima y prueba de ello son los más de 2.000 periodistas acreditados ante la Conferencia Episcopal Española (CEE) que siguieron los pasos de Juan Pablo II por Madrid, Ávila, Salamanca, Toledo, Segovia, Sevilla, Granada, Zaragoza, Barcelona, Valencia y Santiago de Compostela.

Testigo del momento fue María Luisa Martín, que en 1982 trabajaba en la oficina de prensa de la CEE y que fue la encargada de acreditar a la prensa y acompañar al pontífice, con quien viajó en el avión que le trasladaba de una ciudad a otra.

"Fue algo impresionante, parecía un mundial de fútbol", recuerda María Luisa, que tiene grabada en su memoria la eucaristía por las familias cristianas que se celebró en el madrileño Paseo de la Castellana, el acto más multitudinario hasta ese momento en la historia de Madrid, y un encuentro con los jóvenes en el estadio Santiago Bernabéu.

Hasta las religiosas contemplativas, "que no salían nunca" del convento, en esa ocasión 'se saltaron' la clausura.

El viaje, organizado a tres bandas entre el Gobierno, la Nunciatura y la CEE, supuso un reto organizativo y para la seguridad y los perfiles de los más de 2.000 periodistas acreditados fueron mirados con lupa por el Ministerio del Interior, que llegó a rechazar alguno.

Después de aterrizar en Madrid, el Papa acudió a la CEE, donde fue recibido por el entonces presidente de los obispos, Gabino Díaz Merchán, y saludó a los trabajadores de la oficina, entre ellos María Luisa, que se llevó a su madre para tan histórico acontecimiento.

"Me pareció un hombre impresionante, lleno de fuerza", rememora. Y tuvo ocasión de comprobarlo durante los diez días que duró el viaje desde un lugar privilegiado. "Viajaba con el Papa en el avión y en el autobús que iba detrás del 'papamóvil'".

El Papa Benedicto XVI (José Alois Ratzinger) en la Basílica e Iglesia Expiatoria de la Sagrada Familia el 7 de noviembre de 2010 en Barcelona, España. Shutterstock

Un libro de firmas, cánticos en polaco y día festivo en Toledo

La visita del papa a Toledo dejó sin dormir toda la noche al entonces seminarista Juan Díaz, hoy responsable de medios diocesanos de Toledo y canónigo de la catedral.

"El día antes de la visita nos dimos cuenta de que no teníamos libro de firmas y me encargaron comprar uno y diseñar una orla para la primera página, acompañado de un texto en letra gótica. Así que esa noche me la pasé entera dibujado para que el papa pudiera firmar en el libro de honor de la catedral", rememora.

La visita coincidió con la onomástica de san Carlos Borromeo, el 4 de noviembre, santo también del pontífice Karol Wojtyla, y el seminario de Toledo le recibió con cánticos en polaco. "No se lo esperaba y realmente le sorprendió mucho".

Juan Pablo celebró una misa en una gran explanada situada en un polígono industrial de Toledo al que acudió medio millón de personas, procedentes de toda la provincia, pues se había decretado ese día como festivo en Toledo. "Movilizó la ciudad por completo", recuerda Juan, que relata cómo llegaron autobuses repletos de niños que venían de colegios y movimientos parroquiales.

Díaz recuerda también la homilía del papa en Guadalupe, donde habló de los derechos de los inmigrantes y cómo en esa etapa tuvo lugar un atentado terrorista de ETA que acabó con la vida el militar Víctor Lago, jefe de la División Acorazada Brunete.

"En el helicóptero que le trasladó desde Guadalupe a Toledo el papa se preparó unas palabras de repulsa que pronunció en la celebración", señala.

Juan Pablo II volvió a España en otras cuatro ocasiones (en 1984, 1989, 1993 y 2003), pero el de 1982 fue el viaje más largo de todos.