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SALUD CEREBRAL

Ana Maiques, CEO de Neuroelectrics: "La privacidad mental está en juego"

La 'emprendedora del gorro de electrodos' defiende que su dispositivo reduce en un 50% las crisis epilépticas en pacientes que no responden a la medicación

Ana Maiques. ZOWY VOETEN

En la liga de las 'big tech' la identifican rápido como la 'emprendedora del gorro de electrodos'. El dispositivo –Starstim se llama– busca paliar enfermedades como la epilepsia, la depresión o el alzhéimer a través de la estimulación eléctrica transcraneal. La cocreadora es Ana Maiques (Valencia, 1972), CEO de Neuroelectrics, un 'spin-off' de Starlab Neuroscience Research fundado en Barcelona junto al físico y matemático Giulio Ruffini. Este viernes, la premio Goldman Sachs Most Exceptional Entrepreneurs 2022, cierra el Cornellà Creació Fòrum. (Su gorro no faltará a la cita). 

¿Qué es lo meritorio de su gorro?

Desde que pensamos por primera vez en la neurociencia, hemos creado una tecnología que está presente en dos estudios clínicos de la FDA [Food and Drugs Administration, la agencia reguladora del Gobierno de Estados Unidos]. Uno en epilepsia y otro, en depresión. Aún no tenemos la aprobación de la FDA, que permitirá su uso terapéutico, pero en las pruebas piloto con 200 pacientes de 25 hospitales norteamericanos hemos demostrado que podemos reducir en un 50% las crisis epilépticas en pacientes que no responden a la medicación y que los enfermos de depresión mejoran.

"Podemos reducir en un 50% las crisis epilépticas en pacientes que no responden a la medicación"

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Medio millar de científicos del Human Brain Project tratan sin éxito de cartografiar el cerebro desde 2013. ¿Cómo aplicar soluciones sin mapa?

Nosotros hacemos modelos matemáticos del cerebro a nivel eléctrico, no químico, y tratamos de entender cómo las corrientes afectan a los pacientes. Tenemos la voluntad de encontrar un punto intermedio entre conocer al detalle cómo funciona el cerebro humano y ayudar a los pacientes que lo necesitan hoy.

¿Cómo funciona eléctricamente el cerebro?

Es como la red eléctrica de una ciudad. Tenemos 100 billones de neuronas que –también – se comunican eléctricamente y podemos modular con corrientes eléctricas la actividad cerebral de manera artificial. Los pacientes epilépticos, por ejemplo, tienen crisis porque una zona de su cerebro está hiperexitada. Con el Starstim podemos ‘inyectar’ corrientes negativas para bajar esa excitación.

¿Ha indagado en sus propias corrientes?

No tengo ninguna patología. Como compañía nos tranquiliza trabajar con cerebros que no funcionan bien. Nos da miedo estimular a gente sana.

"Comenzar a jugar con el cerebro tiene consecuencias muy superiores a las de cualquier otra tecnología"

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¿Su gorro puede 'volver' a alguien más listo?

Eso pretende Elon Musk en Neuralink Corporation, que busca implantar chips en el cerebro y desarrollar interfaces cerebro-máquina. A nuestra compañía la orienta la ciencia y el impacto social, proteger a los pacientes. Comenzar a jugar con el cerebro tiene consecuencias muy superiores a las de cualquier otra tecnología. Estamos viendo la influencia política que tienen las redes sociales, pero de Facebook o Twitter podemos salir. Imagine que no hubiera filtro.

Alguna vez habló usted de la aspiración de 'copiar' el cerebro para subirlo a la nube. ¿Se desdice?

Pensamos que el futuro de nuestra tecnología serán los 'neurotwins', copias digitales de nuestro cerebro de modo que se pueda simular la respuesta a un determinado tratamiento antes de administrarlo. Como un simulador de vuelo que permite a los pilotos enfrentarse a las dificultades sin riesgo. Ahora bien, la pregunta es: ¿quién tendrá los datos? ¿se podrán vender a terceros?

"Los antidepresivos no ha cambiado mucho en 30 años. Los innovadores tenemos la obligación de dar otras respuestas"

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El cerebro es la caja negra.

Ahí entra la neuroética. Hasta hablar con expertos en neuroética, yo pensaba que hacía las cosas bien. Nadie de la FDA me había preguntado si cuando estimulo a un paciente estoy alterando su autonomía, identidad o agencia. ¿Es posible que estimulándote pueda cambiar tu pensamiento o tu identidad? ¿Dónde está la frontera? La privacidad mental está en juego. Los gobiernos deben empezar a pensar en la regulación. Rafa Yuste, neurocientífico de la Universidad de Columbia, promueve los neuroderechos universales. Chile es el primer país del mundo que impulsa una legislación frente a los riesgos de la neurotecnología.

No está por el 'mejoramiento'.

Nuestro objetivo es la prevención en salud del cerebro. Si hubiera una tecnología para hacerte más listo, ¿quién tendría acceso? ¿Los ricos se harán más listos y lo pobres, más tontos? Hablé con la gente de Blue Origin [la empresa fundada por Jeff Bezos], que manda gente al espacio por un millón de dólares. Eso tiene unas connotaciones graves para una compañía. Espero que los humanos seamos suficientemente listos para evitar el control sobre nuestros cerebros. Lo que no puede ser es que las élites tecnológicas controlen nuestra manera de pensar. Serán las nuevas generaciones las que decidirán cuál será el umbral, que quizá sea más bajo que el nuestro.

Y mientras hay una hemorragia en el área de salud mental

Y el panorama de los antidepresivos no ha cambiado mucho en 30 años. Se necesita un abordaje nuevo a las enfermedades psiquiátricas y neurodegenerativas. Los innovadores tenemos la obligación de aportar nuevas nuevas maneras de interactuar con el cerebro. Ya sea con herramientas digitales como los videojuegos, la electroestimulación o la tentativa de Silicon Valley de sintetizar LSD y otras dorgas psicodélicas contra la depresión.

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