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Encuentro en Sharm el-Sheikh

La cumbre del clima en el desierto se queda sin botellas de agua

El recinto que acoge el evento ha agotado, en más de una ocasión, las botellas de agua y las fuentes | El elevado precio de la comida y el frío del aire acondicionado también cosechan críticas entre los asistentes

Operarios desmontando instalaciones del COP27.

Incluso antes de arrancar, la cumbre del clima de Sharm el-Sheikh parecía algo paradójico. Pues se mire como se mire, celebrar el mayor evento del año sobre políticas medioambientales y sostenibilidad en una ciudad con mil piscinas en el desierto resulta cuanto menos contradictorio. Durante la celebración de este congreso, el contraste entre el contenido de los debates climáticos y el lugar que los hospeda se ha vuelto hasta burdo. Como cuando vimos que el recinto que acoge este evento apenas tiene puntos de reciclaje. Y por si fuera poco, la cumbre del clima celebrada en el desierto, más de un día, en más de una ocasión, se ha quedado sin agua.

Los 'veteranos' de las cumbres afirman que la organización de este año ha sido más caótica de lo normal. Sobre todo en cuanto a logística. El agua es quizás el ejemplo más claro. En Sharm el-Sheikh el agua de grifo no es potable. Así que para hidratarse hay básicamente tres opciones: comprar botellas de plástico en los supermercados, recolectar los tetrabricks de 'agua alcalina' que regala la organización o recargar la cantimplora en las (pocas) fuentes de agua que se pueden encontrar en los pasillos. En más de una ocasión, estas tres fuentes de agua se han agotado. En algunos casos, la organización ha logrado solventar el problema en cuestión de otras. En otros, ha instado a los asistentes a esperar al día siguiente (con todos los problemas que implica quedarse sin agua potable en un lugar tan cálido como Sharm el-Sheikh). 

Algo similar está ocurriendo con la comida. En el recinto que acoge la cumbre del clima las opciones para comer se limitan a un puñado de casetas de comida rápida y un solo restaurante de 'buffet libre' para alimentar a las más de 35.000 personas que han pasado por este evento. A mediodía, las colas para conseguir comida superan la media hora de espera. Las casetas tienen poca selección de productos y son, por lo general, muy caros. Y por si fuera poco, la gran mayoría de opciones que se ofrecen son solo aptas para carnívoros (de hecho, los veganos tienen muy pocas opciones para comer en la cumbre).

Frío artificial

La cumbre del clima en el desierto también suma críticas por la potencia de su aire acondicionado. Mientras en el exterior del recinto se registran temperaturas diurnas cercanas a los 30 grados, en el interior los termómetros bajan de manera brusca. Los pasillos de Sharm el-Sheikh están hechos para ir con americana, chaqueta o incluso con un jersey invernal. Varios asistentes explican, con pañuelo en mano, que con tantos contrastes térmicos se han resfriado. Imaginen qué paradójico resulta acatarrarse por un frío artificial en el desierto.

Hasta los lavabos han causado polémica. Este año, en el inmenso recinto que acoge la cumbre del clima hay menos lavabos de lo esperable para un evento tan grande. Por eso mismo, la entrada al aseo suele estar presidida por una larga cola. En algunas zonas exteriores, los inodoros están en casetas (muy similares a las de los festivales, por cierto) y se aguantan sobre un suelo un tanto inestable. 

Problemas logísticos

Los problemas logísticos marcaron el arranque de la primera semana del evento, se repiten en el cierre de la segunda y levantan dudas justo en un momento en que las negociaciones se están alargando más allá de la fecha oficial de clausura. La cumbre del clima de Sharm el-Sheikh debía cerrar este viernes pero la falta de consenso en algunos de los puntos claves de la negociación están alargando el debate. Todo apunta a que las conversaciones se extenderán a lo largo del fin de semana. 

Mientras el debate se extiende, las pocas casetas de comida y café de la cumbre cierran definitivamente la persiana. A partir de mañana, y hasta quién sabe cuándo, la organización afirma que solo habrá una pequeña selección de locales abiertos para los diplomáticos, negociadores y periodistas que quieran asistir hasta la clausura definitiva de este evento. (Sobre)vivir al cierre de esta cumbre del clima en el desierto pinta cuanto menos entretenido.

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