Violencia machista

Gulalai Hotak, una jueza en el punto de mira talibán

La magistrada afgana narra la persecución que vive toda mujer que ha tenido poder en Afganistán desde que el integrismo llegara al Gobierno

Gloria Poyatos y Gulalai Hotak, ayer, en el auditorio Alfredo Kraus, durante la segunda jornada del Congreso.

Gloria Poyatos y Gulalai Hotak, ayer, en el auditorio Alfredo Kraus, durante la segunda jornada del Congreso. / José Carlos Guerra

La vida en Afganistán se ha convertido en un infierno si eres mujer y trabajas en algún órgano de poder civil. Asi se pudo constatar durante la segunda jornada del II congreso Justicia y Sostenibilidad Democrática: la respuesta contra la violencia de género, que se celebra en el Auditorio Alfredo Kraus y que hoy se clausura. La magistrada afgana del Tribunal Supremo, Gulalai Hotak, contó su experiencia en el país desde que llegaron los talibanes al poder el 15 de agosto de 2021. Ella ha sido una de las 180 juezas que han podido salir y huir de una muerte segura gracias a la ayuda de la Asociación Internacional de Mujeres Juezas.

Precisamente, la magistrada del Tribunal Superior de Justicia de Canarias, Gloria Poyatos, es una de sus integrantes permanentes y estuvo acompañando a Hotak durante su charla. «Las mujeres juezas han estado durante 20 años en el sistema judicial afgano y han desarrollado un camino lento de avances pero esos logros fueron destruido cuando los talibanes llegan al poder y se convirtieron en víctimas de las políticas extremas y violentas de los talibanes», recordó Hotak nada más empezar.

«Dos juezas fueron asesinadas a plena luz del día cuando iban a trabajar», recordó Hotak

Durante 20 años las juezas afganas desempeñaron sus funciones en diferentes departamentos de la corte suprema de Afganistán, pero para una mujer trabajar como jueza en una sociedad conservadora como esa no es tarea fácil, aunque constituían el 10 % del total de jueces en Afganistan que son 260. «Los talibanes no solo acabaron con todo eso, sino que asesinaron a dos juezas a plena luz del día cuando se dirigían a sus trabajos», subrayó. Por eso, después de que los talibanes llegaran al poder las juezas y sus familias se enfrentaron a problemas de seguridad. «Hace dos meses el líder de los talibanes anunció que iba a abolir todas las leyes civiles de Afganistán, y en su lugar implantará leyes basadas en el sistema islámico y las mujeres son las primeras víctimas de esta política talibán». Y ahora las mujeres tienen prohibido trabajar en el apartado gubernamental y en actividades políticas civiles. De acuerdo con estas leyes las juezas ya no pueden trabajar en órganos de poder y todas sus decisiones quedan anuladas.

Esta decisión de los talibanes cancela la membrecía en todas las convenciones de las que Afganistán es miembro. Uno de los apoyos más importantes fue la resolución 1325 del Consejo de Seguridad de la ONU sobre el papel de la mujer sobre seguridad y cuestiones relacionadas con la paz. Pero tras dicha anulación se libera a este grupo talibán de cualquier tipo de responsabilidad internacional.

Sin embargo, las mujeres afganas no son las únicas que soportan una severa opresión en esta región del mundo, porque las iraníes también se enfrentan a un problema similar. «Las mujeres en esta región del mundo somos conocidas como seres humanos de segunda clase. Hoy las mujeres afganas e iraníes luchan por la igualdad en las peores condiciones, por lo que unamos nuestras manos y no permitamos que las mujeres y niñas afganas sean nuevas víctimas de las políticas de las superpotencias mundiales. Seamos el camino para ellas desde este rincón del mundo. Devolvámosles los derechos civiles como en otros países». Y es que los jueces afganos atrapados en Afganistán e Irán para cooperar y ayudar en su rescate también están recibiendo malos tratos y viviendo en unas condiciones difíciles. «Los jueces en Irán, que son aproximadamente 100, se enfrentan a la deportación a Afganistán por parte de la policía iraní. Existe la posibilidad de que cualquier momento sean arrestados y si ocurre eso su muerte es segura.Los hijos de los jueces que viven en Irán se ven privados del derechos y las manifestaciones en Irán han tenido un impacto negativo en todos los inmigrantes, especialmente en los jueces afganos que no pueden viajar libremente», concluyó.

«La Convención de Ginebra no protege por razón de género», recordó Gloria Poyatos

Seguidamente Gloria Poyatos subrayó que «aquí hemos oído a una víctima de violencia de género en Afganistán» y recordó cómo «desde la Asociación Internacional de Juezas estamos ayudando a salir de Afganistán a nuestras socias afganas que son 250 mujeres, y tenemos prioridades en las que están en las listas de ejecución por parte de los talibanes, que si son capturadas por ellos es muy probable que pierdan la vida». Poyatos recordó que «Gulalai estaba en el Tribunal Supremo, con lo que era la más perseguida porque el talibán realiza una actuación estratégica para aleccionar a la población que todavía está en shock. Y para evitar que la población femenina se rebele, las detienen y torturan y matan a mujeres que han ostentado el poder como Gulalai que salió por Turquía donde la pudimos rescatar con un pasaporte español». En este momento «hemos conseguido sacar legalmente 180 juezas que, con sus familias, son alrededor de 1000 personas. Hemos llegado más lejos que muchas naciones porque la Convención Internacional de Ginebra es denigrante para las mujeres porque no incluye ni el sexo ni el género, con lo que se limita la protección internacional», dijo, produciéndose casos como el de Hotak «que es perseguida con mucha mayor saña por haber juzgado a hombres siendo mujer».

Finalmente, Poyatos deseó que España pueda proponer la revisión de dicha convención a la ONU, y pedir una reacción internacional para que se actualice, «y que no se hace porque hay pocas mujeres en los órganos de poder que mueven el mundo».

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