Salud mental

Sobrevivir a un trastorno alimentario en Navidad: "Estas fechas son un infierno"

Las fiestas navideñas se celebran alrededor de una mesa repleta de comida, algo que supone un auténtico reto para las personas con TCA

Anna Comellas frente a la fira de Santa Llúcia, en Terrassa.

Anna Comellas frente a la fira de Santa Llúcia, en Terrassa. / ANNA MAS TALENS

Paula S. Cañasveras

Diciembre es un mes cuajado de comidas y cenas. En muy pocos días se acumula una gincana de cenas de empresa y encuentros con la familia; todo bajo el mismo motivo: la Navidad. Y todo gira siempre alrededor de la comida. Sin embargo, para las personas con un trastorno de la conducta alimentaria (TCA), estas fechas son "algo muy parecido a un infierno", o lo han sido en algún momento de su vida.

Es el caso de Anna Comellas. Ella sufrió un trastorno por atracones durante dos años. Cuando recibió el diagnóstico, supo que también había pasado por una anorexia. “Un TCA no es algo cerrado. Puede ser que en un momento dado pases por una anorexia, que luego se convierta en bulimia y más tarde sea un trastorno por atracones”.

Para ella, las fiestas de Navidad siempre han sido un motivo de preocupación por su aspecto físico. Una obsesión se instalaba en su cabeza: la posibilidad de engordar. Al pasar los días festivos, se miraba en el espejo y seguía sin gustarse a pesar de haberse prohibido algunos alimentos. “Por mucho que me hubiera adelgazado 20 kilos, seguiría sin gustarme. El problema lo tenía en mi cabeza, no en mis ojos”.

Anna ha pasado dos navidades con TCA. Durante las primeras, sin saber que sufría un trastorno alimentario, siguió a rajatabla la dieta que le había preparado su nutricionista. No se la saltó ni para comerse un polvorón, pese a que la misma especialista le había animado a hacerlo. “Es Navidad, Anna. Puedes comer polvorones y 'neules', me decía; pero yo fui incapaz”. La segunda, sin embargo, ocurrió entre atracones, que compensaba haciendo muchas horas de deporte. Este año lo afronta de otra manera. Ella se encuentra bien y considera que está recuperada. “Este año tengo ganas de Navidad, me apetece mucho”.

Aun así, dice haber subsistido a las dos navidades en las que tenía TCA. “Pasar la Navidad con un TCA, para mí, era un reto al que tenía que sobrevivir”.

En la misma situación se encuentran muchas otras jóvenes. Cerca de 400.000 personas sufren algún tipo de trastorno de la conducta alimentaria. En algunos casos, las fiestas de Navidad son un reto que deben superar. En otros, cuando vuelven a terapia se les detecta un leve retroceso, según cuenta la doctora Laia Castro, psicóloga experta en TCA infantil y juvenil del Hospital Parc Taulí de Sabadell. “Los casos son muy individuales, aunque para todos los pacientes la Navidad es complicada”.

Citas con mucha tensión

S. es una joven de 16 años que sufre anorexia nerviosa desde los 14. Ha pasado por ingresos de 24 horas y por el hospital de día. Actualmente se encuentra en la fase ambulatoria. Su madre, Teresa, cuenta a El Periódico de Catalunya las complicaciones añadidas que tienen estas fechas cuando tienes un hijo con TCA. “Afrontamos las fiestas con mucha tensión porque no puedes controlar los comentarios de la familia, especialmente de los niños y los abuelos”.

Teresa es voluntaria en la Asociación contra la Anorexia y la Bulimia de Barcelona, donde colabora esporádicamente. En ella ha encontrado mucho apoyo de los expertos y también de otras familias afectadas, reconoce. Además, explica que pasar las navidades con restricciones ocasionadas por el covid-19 fue favorable para S., ya que todos los encuentros se reducían a un máximo de 10 personas: “Habíamos llegado a ser más de 20 antes de la pandemia”, reconoce.

Temas y distribución

Para ayudar a su hija durante las comidas y cenas de Navidad, Teresa consideró importante que toda su familia supiera el trastorno por el que pasaba S. Además, tanto ella como su marido prepararon una serie de temas de conversación –que compartieron con todos los asistentes– para evitar hablar del aspecto físico de las personas, cuestión que que sigue siendo uno de los grandes clásicos durante las comidas.

También idearon un mecanismo para poder estar toda la familia junta, pero a la misma vez separada. Teresa y su familia pasan el día 25 en casa de su hermana. Así, el año pasado, decidieron poner tres mesas separadas en un mismo espacio, y en cada una de ellas se sentó un núcleo familiar: en una estaba S. con sus padres y su abuelo; en otra la hermana de Teresa con su marido y su hija; y en la tercera estaba la prima de Teresa y su familia. De esta manera, las comidas de S. podían estar mucho más controladas sin que esto influyera en el resto de asistentes.

¿Cómo puede ayudar el entorno?

Las tres coinciden en que el papel de la familia es esencial. Para Anna, su madre se convirtió en su persona de emergencia, a quien debería acudir cuando se encontrara en una situación de estrés y la que le ayudaría a controlar las comidas en los grandes encuentros. Tener esa figura de referencia, le habían dicho los especialistas, puede ser una vía de escape en un momento de agobio es una de las recomendaciones de los expertos.

Junto a esta estrategia, la doctora Castro también recomienda que las personas con TCA no colaboren en la planificación del menú para así reducir la ansiedad asociada a la comida. También es importante pactar un espacio de acceso más difícil -ya sean armarios alto o el fondo de los cajones- en el que se deben guardar los alimentos que puedan dar pie a atracones.

Pactos y estrategias

En este sentido, Teresa considera que a su hija le ha ido muy bien que la propia familia adapte las recomendaciones de los expertos a su personalidad. “Hay padres a quienes les cuesta asumir el trastorno de sus hijos, pero una vez pasada esta fase inicial de negación, son los primeros que piden ayuda”, afirma la doctora Castro.

De hecho, en el momento de las comidas y las cenas, tanto en su casa como en la de sus familiares, Teresa sí ha seguido los consejos de los psicólogos y ha pactado con su familia no servir la comida en la mesa: trayendo los platos ya servidos se evitan las comparaciones (y ansiedades) que pueden provocar las distintas cantidades.

Este año, Teresa todavía va a tener que idear estrategias para que las comidas y las cenas de esta Navidad sean más llevaderas para su hija. Anna, en cambio, se enfrenta con muchas ganas a la Navidad por primera vez en mucho tiempo.

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