Medio ambiente

Cinco buenos propósitos ecologistas para el 2023 (más allá de reciclar)

Todas las acciones, por pequeñas que sean, contribuyen a poner su granito de arena para impulsar un cambio mucho más global

Una mujer compra en una tienda de productos a granel.

Una mujer compra en una tienda de productos a granel. / Jordi Otix

Valentina Raffio

El año nuevo es sinónimo de buenos propósitos así que, tras un año especialmente marcado por el caos climático, qué mejor idea que arrancar el 2023 con hábitos más sostenibles y respetuosos con el planeta. El análisis más grande realizado hasta la fecha sobre cómo frenar el avance de la crisis climática destaca la necesidad de impulsar cambios a todos los niveles: desde las políticas dictadas por gobiernos y empresas hasta el comportamiento de los ciudadanos de a pie de calle. Es decir, que todas las acciones, por pequeñas que sean, contribuyen a poner su granito de arena para impulsar un cambio mucho más global.

¿Pero por dónde empezar? Ser ecologista va mucho más allá de reciclar. De hecho, más allá de desechar correctamente los residuos que generamos, hay un muchos hábitos que podemos adoptar para ser más un poco más sostenibles.

Allá va una pequeña guía de buenos propósitos ecologistas para el año nuevo.

Reduce tu consumo de carne

Un pequeño cambio que puede marcar una gran diferencia en tu huella ecológica es reducir tu consumo de carne. Los datos son muy claros al respecto. Para producir un solo kilogramo de carne se necesitan cerca de 20.000 litros de agua. Consumir este tipo de productos de origen animal entre tres y cinco veces a la semana (algo habitual en muchas familias) produce 1.600 kilos de gases de efecto invernadero. Según apuntan innumerables estudios, el modelo de alimentación actual es insostenible para el planeta. Pero por suerte hay alternativas. 

El famoso informe de la 'dieta planetaria' de Naciones Unidas apunta a que una dieta sostenible incluiría consumir pescado dos veces por semana y carne roja una vez al mes. Cambiar a una dieta vegetariana o vegana podría reducir la huella ecológica de una persona entre un 50 y un 70%. Otro argumento clave para impulsar un cambio en la alimentación, según explican Julio Basulto y Juanjo Cáceres en 'Más vegetales, menos animales', es justamente el de la salud. Una dieta con más productos de origen vegetal y menos carnes y ultraprocesados se asocia con menos riesgo de enfermedades y mejor calidad de vida.

Moda sostenible

La industria de la moda es una de las más contaminantes del planeta. Para fabricar un solo tejano se requieren 7.500 litros de agua y la emisión de más de 30 kilos de dióxido de carbono. La fabricación masiva de ropa consume es responsable del 10% de las emisiones que están desencadenando el calentamiento global. El 'boom' del fast fashion (y de marcas como Shein) ha multiplicado exponencialmente la producción de piezas y la contaminación asociada a fabricar, transportar y entregar puerta a puerta cada uno de los paquetes. 

Por suerte hay maneras de ser fashionista y ecologista. Por ejemplo, replanteándonos nuestra relación con las compras (y preguntándonos si realmente necesitamos ropa nueva antes de comprarla), apostando por prendas de segunda mano o por marcas de moda sostenibles. Sin ir más lejos, un buen propósito ecologista sería intentar comprar menos cosas pero de mejor calidad.

Vacaciones menos contaminantes

Uno de los propósitos más repetidos en año nuevo es el de viajar más, pero en función de cómo se plantee puede convertirse en algo que multiplique nuestra huella ecológica. El caso más claro es el de los viajes en avión. Esta modalidad de tranporte es la que concentra más gramos de dióxido de carbono por pasajero y kilómetro. Es decir, se trata de los trayectos más contaminantes que podemos hacer. En la última década, este sector ha crecido casi un 30% y en estos momentos destaca como una de las actividades económicas más contaminantes al alza. 

Viajar de forma más sostenible es posible. El ecólogo Fernando Valladares, por ejemplo, sugiere apostar menos por "vacaciones en la otra punta del mundo" y más por viajes de proximidad. Por ejemplo, por descubrir (o redescubrir) ciudades cercanas. Desde la plataforma 'Stay Grounded' sugieren sustituir los viajes en avión por trayectos en coche, autobús, barco y tren. Este último, de hecho, destaca como la alternativa más limpia. En Francia, por ejemplo, ya se han prohibido los vuelos nacionales cortos que se puedan realizar en tren.

Cesta de la compra de proximidad

Replantearnos nuestros hábitos de consumo y nuestra manera de hacer la compra también puede ayudarnos a reducir nuestra huella ecológica. Por ejemplo, yendo menos a supermercados y más a comercios locales y especializados, como fruterías, carnicerías, pescaderías o tiendas de legumbres. O comprando menos productos importados y más alimentos de temporada y de proximidad. O con gestos tan sencillos como evitar los artículos procesados y envueltos en plástico (como las mandarinas en bandeja de poliespán y envueltas en celofán) y apostando más por artículos a granel. También es buena idea llevar tu tupper a la carnicería o pescadería para evitar los envases de un solo uso. Cargar siempre con una bolsa de tela (o reutilizable) para evitar las plásticas. Y planear las compras para evitar el desperdicio de alimentos.

Muestra interés por el tema

Uno de los propósitos ecologistas más importantes que podemos en nuestro día a día para ayudar al planeta es mostrar activamente nuestra preocupación por la crisis climática. El ambientólogo Andreu Escrivà, autor de 'Y ahora qué hago: cómo evitar la culpa climática y pasar a la acción', sugiere hablar abiertamente de la preocupación que nos genera esta crisis, participar en asociaciones (o movimientos activistas) dedicados a la protección del medio ambiente, implicarnos en la comunidad de vecinos o vida de barrio para construir espacios más sostenibles y suscribirse a medios de comunicación o iniciativas que informen con frecuencia y rigor sobre la crisis climática. 

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