Deforestación

Europa marca el paso hacia un consumo responsable

Una nueva legislación permitirá trazar, el origen de soja, carne bovina, cacao o café, algunos de los productos que contribuyen a la deforestación

Recolección de soja en el estado de Mato Grosso, en Brasil, uno de los principales productores del mundo.

Recolección de soja en el estado de Mato Grosso, en Brasil, uno de los principales productores del mundo.

Heriberto Araujo

Es muy probable que durante las fiestas navideñas que acaban de concluir se hayan colado en la mesa o bajo el árbol de Navidad no uno, sino varios productos que, a través de complejas cadenas de suministro global, están vinculados con la deforestación de las selvas tropicales. La preservación de estos bosques es estratégica para la lucha contra crisis climática, pues las selvas tropicales son inmensos sumideros de carbono. Por eso la tala y la quema liberan emisiones de efecto invernadero que exacerban el calentamiento global..

Al evocar las apocalípticas imágenes de destrucción selvática, la primera jungla que nos viene a todos a la cabeza es el Amazonas brasileño, la mayor y más biodiversa de todas. Al respecto, usted puede haber contribuido a su erradicación —sin quererlo o siquiera saberlo— si, por ejemplo, ha consumido jamón , pues la soja brasileña, de la que España es el segundo mayor importador mundial solo por detrás de China , es fundamental para la confección de piensos destinados al engorde porcino. Si además los Reyes Magos le acaban de obsequiar con un bolso, una cartera o unos zapatos de piel, es posible que ese regalo también haya contribuido a la deforestación, pues la producción de bovino —para comercializar su carne y cuero— es otro vector de destrucción medioambiental . Y no solo eso. La deforestación en la región amazónica es apenas la punta de un iceberg de un problema mayor: la lucha violenta por el control de tierras. Todos los años se cobra vidas humanas, sobre todo de activistas, indígenas y pequeños campesinos.

El cacao

La situación no es menos preocupante en lo referente a otro producto estrella de la Navidad: el chocolate. Un estudio reciente de Trase , una organización que monitorea las cadenas de suministro y denuncia sus impactos socioambientales, reveló que en Costa de Marfil —primer productor mundial de cacao con una cuota de mercado global del 40%— la deforestación asociada a este cultivo se llevó por delante, entre 2000 y 2019, nada menos que 2.4 millones de hectáreas, es decir, una extensión de selva equivalente a la superficie de la Comunidad Valenciana. Como europeo es difícil no sentirse de alguna forma copartícipe de esta tragedia, pues dos tercios de la producción de cacao marfileño va a la Unión Europea y a Reino Unido para confeccionar chocolate. Quienes más se lucran con este multimillonario negocio son las grandes distribuidoras de materias primas. Según los expertos, apenas un 5-6% del precio de una tableta de chocolate acaba en el bolsillo del campesino que produce el cacao.

Y ahora la pregunta fundamental: “¿qué responsabilidad tengo yo en todo esto?” La respuesta es poca o casi ninguna. Son precisamente las grandes distribuidoras de materias primas, cuyo modelo de negocio consiste en conectar a una miríada de productores con los grandes fabricantes europeos de chocolate, las que tienen la capacidad de dejar fuera de juego a los suministradores que infringen la ley y destruyen el planeta.

Estas multinacionales (denominadas 'traders') llevan años prometiendo y firmando acuerdos para limpiar sus cadenas de suministro de productos que proceden de mafias medioambientales que operan en los sectores maderero, sojero y cafetero, por citar apenas algunos. Pero la realidad, según revelan numerosos estudios, es que no lo logran. Por una parte, es sumamente complejo y costoso hacerlo, a causa de la atomización de la producción y de la complejidad de las cadenas de suministro, que involucran a múltiples intermediarios. A nivel local, el fraude documental para blanquear el origen ilícito de los productos tampoco es desdeñable, como demuestran investigaciones sobre la carne , la madera o el oro . Un último factor es la inexistencia de una legislación que penalice la llamada “deforestación importada”, por lo que, pese a la buena voluntad que puedan tener, las 'traders' carecen de razones para invertir en el saneamiento y monitoreo de sus cadenas de suministro.

Acuerdo en diciembre

Es precisamente en este punto en el que acaban de producirse grandes novedades. El Parlamento europeo, el Consejo (los estados de la UE) y la Comisión llegaron a un acuerdo en diciembre para implementar una pionera y ambiciosa legislación que, cuando entre en vigor, probablemente durante los próximos 12-18 meses, nos permitirá saber, por primera vez, el origen detallado de una serie de productos de gran impacto en la destrucción de selvas: aceite de palma, cacao, café, caucho, ganado, madera y soja, así como sus derivados.

En la práctica, las compañías que comercialicen los productos deberán demostrar que sus 'commodities' o derivados no proceden de áreas (granjas, plantaciones o concesiones forestales con nombres y apellidos) que han sido objeto de deforestación ilegal desde el 31 de diciembre de 2020. Las empresas que no sigan los protocolos podrán ser multadas, y fuentes del sector advierten que, para que la norma no quede en papel mojado, estas sanciones serán lo suficientemente duras como para que las 'traders' se involucren de lleno en la materia. No es una cuestión baladí: la trasparencia de las cadenas de suministro ha sido un pilar de la reducción drástica de los índices de deforestación en zonas de producción de palma aceitera en Indonesia durante los últimos años .

La sociedad civil se ha referido al acuerdo europeo como un “revulsivo” para atajar la “deforestación importada”. Las organizaciones participantes de la Alianza Cero Deforestación —WWF, Greenpeace, Ecologistas en Acción y Seo/BirdLife, entre otras— se congratulan por el hito, pero recuerdan que la UE, aunque es el segundo mayor responsable mundial de la deforestación tropical, representa apenas el 16% del total mundial. En otras palabras: si no le siguen Estados Unidos, Japón, India y, sobre todo, China, la estrategia para preservar las selvas tropicales podría tener resultado parcial, pues los productos de origen dudoso serían simplemente dirigidos a mercados de legislación más laxa. Pero, por lo menos, las próximas Navidades estaremos algo más cerca de cumplir nuestro deber de consumidores responsables.

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