Diez años de barbarie contra las mujeres y los crímenes no decaen

Hace una década se registraron 51 fallecimientos asociados a esta grave lacra social, frente a los 49 sumados durante 2022

Pedro Martín, presidente del Cabildo de Tenerife.

Pedro Martín, presidente del Cabildo de Tenerife. / Nuria Marrón

Nuria Marrón

Los 11 crímenes machistas de diciembre –el más cruento en dos décadas– sumados a los otros cuatro de los últimos días componen prueba de cargo de las flaquezas de la lucha contra la violencia de género. Más aún cuando las cifras apuntan con tozudería a que en la última década no se ha conseguido rebajar sustancialmente el número de mujeres asesinadas (en 2012 fueron 51 y 49 en 2022). ¿Qué está pasando? ¿Qué debería cambiar? Profesionales de la educación y la psicología, juristas y médicos forenses especializados apuntan las claves.

Fallos de protección.

Los problemas en la protección de las víctimas es una crítica recurrente de los colectivos feministas y una realidad admitida desde el Gobierno. El consenso general es que, a la vez que han aumentado las denuncias, la respuesta de la Administración se ha revelado, cuando menos, deficitaria, algo «absolutamente inaceptable», afirman los especialistas. De entrada, los procesos judiciales son demasiado largos, lo que apuntala la impunidad del agresor y contribuye a que las víctimas acaben desistiendo. La psicóloga Alba Alfageme apunta a la urgencia de: a) persistir en las formaciones de perspectiva de género en el estamento judicial; b) revisar e incorporar el resultado de las investigaciones en el sistema de valoración del riesgo; c) profundizar en la investigación policial para determinar si es violencia sostenida en el tiempo, y d) potenciar la coordinación entre instituciones.

Impunidad de los agresores.

El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, compareció en Navidad ante la escalada de crímenes machistas y anunció que extremaría la vigilancia sobre los agresores reincidentes. El domingo se supo que el ministerio ultima un sistema que permitirá incrementar su control y, en el caso de que mantengan otra relación, se avisará a sus nuevas parejas. El 40% de los casos, los agresores reinciden, lo que requiere un cambio en el abordaje de este tipo de violencias. Mientras algunos expertos considera critican que las mujeres son las que deben «limitar su vida, mientras que el agresor sigue con su día a día». Alfageme cuestiona si no se deberían hacer «los seguimientos policiales» a los agresores, para revertir su impunidad.

A pesar de que las denuncias no dejan de crecer, aún hay mucha violencia oculta en la sociedad

Entornos poco preparados.

El número de denuncias ha aumentado en los últimos años, pero todavía existe mucha violencia oculta por diversos motivos: la falta de confianza en el sistema judicial, el miedo y las dificultades económicas. «El entorno es crucial tanto a la hora de identificar las violencias como para acompañar a las víctimas, y muchas mujeres se sienten muy solas», explica Alfageme.

Falta de educación y prevención.

La primera ley de violencia de género es de 2004, pero la educación igualitaria y afectivo-sexual que se imparte en primaria y secundaria sigue siendo deficitaria. La nueva ley de educación ( Lomloe) señala que debe impartirse, pero depende casi en exclusiva del centro. De entrada, falta formación entre el personal docente y su carácter transversal hace que a menudo se diluya.

Negacionismo, victimismo y reacción ante el avance de la igualdad.

Miguel Lorente, médico forense, profesor universitario y exdelegado del Gobierno de Violencia de Género, apunta que algo grave está ocurriendo cuando el descenso de feminicidios se ha estancado. En su opinión, una de las razones es «la gran reacción que estamos viviendo ante las leyes de igualdad y el avance del feminismo», que en determinadas esferas se entiende desde «el victimismo» y como un «ataque a los hombres».