Claves sobre los betabloqueantes

Estos medicamentos son empleados para tratar patologías cardíacas y trastornos de ansiedad, si bien en este último caso no deben ser la terapia primaria

Blísteres de betabloqueantes.

Blísteres de betabloqueantes. / LP/DLP

Los betabloqueantes son fármacos que, como su propio nombre indica, bloquean los efectos de adrenérgicos en los receptores beta del organismo. Estos medicamentos suelen emplearse para tratar algunas enfermedades cardíacas, aunque también pueden ser útiles para abordar la ansiedad o hacer frente a situaciones que provocan nerviosismo. Pero, ¿es recomendable recurrir a estas sustancias para este último fin? Con el propósito de despejar este y otros interrogantes, el doctor Federico Segura, especialista en Cardiología en el Hospital Universitario Insular de Gran Canaria y presidente de la Sociedad Canaria de Cardiología, hace hincapié en una serie de claves destinadas a profundizar en el conocimiento que se tiene de estos fármacos. 

-Funciones. Tal y como explica el facultativo, son medicamentos actúan sobre la frecuencia cardíaca, evitando que el corazón demande más oxígeno al trabajar. «De hecho, consiguen un efecto bradicardizante –una frecuencia cardíaca más baja–, lo que hace que disminuya la isquemia y que el músculo tenga más tiempo para oxigenarse», señala el profesional. Por esta razón, también tienen una función antiarrítmica y antihipertensiva. «Logran reducir la tensión, sobre todo cuando tiende a elevarse por algún componente emocional o por situaciones de estrés», agrega. Pero los betabloqueantes también pueden utilizarse para tratar los efectos que provoca la ansiedad. Ahora bien, el problema surge cuando las personas deciden automedicarse. «Hay que tener en cuenta que no son ansiolíticos y que en ningún caso deben ser la solución para tratar este trastorno», recalca el experto. «La ansiedad produce un incremento del sistema adrenérgico y precisa terapia psicológica. Sin embargo, a pesar de que estos medicamentos no actúan directamente a nivel del sistema nervioso central ni de los transmisores neurológicos, son capaces de controlar los síntomas que provoca», prosigue. 

-Uso puntual. Son muchas las personas que recurren a los betabloqueantes en momentos puntuales para hacer frente a situaciones de estrés o nerviosismo. ¿Pueden ser útiles en estos casos? En base al criterio del doctor Segura, sí. No obstante, antes de ingerirlos, es imprescindible consultar con un especialista. «Lo mejor es autocontrolarnos, pero es cierto que los betabloqueantes ayudan a disminuir los síntomas que provocan ciertas circunstancias», anota. Un ejemplo lo pone el hecho de tener que pronunciar un discurso en público o protagonizar una conferencia. «En estos casos, al no notar que nuestra voz tiembla ni estar acelerados, estaremos mucho más tranquilos y ganaremos confianza». 

El doctor Segura subraya la importancia de consultar a los especialistas

-Dependencia. A diferencia de las benzodiacepinas, los betabloqueantes no crean adicción. Sin embargo, sí pueden crear dependencia psicológica. «Cuando se consumen para encarar situaciones que nos provocan nerviosismo, es muy probable que nos sintamos intranquilos si no los tomamos», advierte el presidente de la Sociedad Canaria de Cardiología. 

-Efectos secundarios. Como todos los medicamentos, los betabloqueantes pueden producir efectos secundarios. Por tanto, es imprescindible consumirlos siempre bajo supervisión médica y que sea el profesional el que ajuste la dosis necesaria para cada paciente. Cabe destacar que algunos de los efectos descritos son bradicardia –frecuencia cardíaca más baja de lo normal–, hipotensión y, en el caso de los pacientes asmáticos, experimentar crisis. A todo esto hay que sumar la posible aparición de trastornos del sueño y pesadillas. «En menor medida, pueden causar impotencia a los hombres», añade el cardiólogo. 

-Contraindicaciones. Teniendo en cuenta todo lo anterior, estos fármacos están desaconsejados para los pacientes aquejados de asma grave, arteriopatía periférica, hipotensión o bradicardia.

-Tiempo máximo de consumo. Por lo que concierne al tiempo máximo de consumo, hay que decir que no existe un límite definido. «No se han descrito incidencias por su consumo a largo plazo. En realidad, son fármacos bastante seguros siempre y cuando esté muy bien seleccionado el perfil de los pacientes que deben consumirlos», asevera el doctor. 

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