Muere Carlos Gaviño de Franchy

Su muerte pone fin a una trayectoria vital intensa y fructífera y una presencia atenta y activa en el panorama de la creación artística de Canarias en las últimas décadas

Carlos Gaviño de Francy.

Carlos Gaviño de Francy. / La Provincia / DLP

Juan Ramón Gómez-Pamo

Carlos Gaviño de Franchy falleció en su casa de Santa Cruz de Tenerife la noche del 23 de diciembre de 2022, acompañado de sus hijas Carlota y Claudia Gaviño Mariz y de María Teresa Mariz Lojendio. Terminaba así una trayectoria vital intensa y fructífera y una presencia atenta y activa en el panorama de la creación artística de Canarias en las últimas décadas.

Desde muy joven estuvo inmerso en la vida cultural tinerfeña. Acreditó su categoría literaria al dar a la luz unos poemarios, «La emancipación de los objetos», «Mundana», entre otros, que reflejaban su gran vida interior y su capacidad para recrearla a través de versos que ofrecían imágenes inesperadas y con gran capacidad de evocación. Su tarea al frente del Círculo de Bellas Artes de Tenerife deparó uno de las etapas más brillantes de la vida cultural de la isla, en ese momento en la primera línea de las vanguardias artísticas. Dedicado profesionalmente a la edición, le debemos la publicación de la obra de escritores jóvenes, hoy autores consagrados, el rescate de obras importantes de la tradición literaria canaria, y monografías sobre artistas de las islas. En esa tarea no escatimaba esfuerzos para conseguir un resultado que reforzara el valor de la obra de literatos y creadores. Así mismo desarrolló una relevante producción como crítico y como investigador y divulgador en temas de historia, arte y genealogía.

Carlos solía afirmar que tenía los mejores amigos del mundo. Ciertamente como tales los trataba, era un verdadero privilegio contar con su amistad. El mismo esmero y el afán por buscar la perfección que dedicaba a la elaboración de sus poemas o a la tarea de edición de un libro, los empleaba en su firme propósito de complacer a las personas que estimaba. Una reunión en su casa le proporcionaba la oportunidad de cuidar todos los detalles: preparaba el mismo los platos, disponía la mesa, escogía la vajilla y procuraba un ambiente cálido y acogedor que propiciara el bienestar y la conversación fluida.

Atendía a sus invitados en un entorno refinado, su residencia reflejaba su personalidad exigente y su buen gusto certero. Sus paredes estaban literalmente tapizadas de estanterías rebosantes de libros, obras de arte antiguas y modernas, y recuerdos familiares. Es esas reuniones Carlos desplegaba toda su inteligencia y brillantez, su facilidad para la conversación amena e ingeniosa. Junto a un gran derroche de imaginación ofrecía su amplia cultura y relataba con gracia el rico anecdotario de una vida que había exprimido con delectación.

Sus amigos se han beneficiado de su gran generosidad, compartía con ellos, sin asomo de pedantería, sus enormes conocimientos sobre la historia y el arte de las islas. A los investigadores que le consultaban les facilitaba datos reunidos y elaborados a lo largo de décadas de laboriosas pesquisas en distintos archivos. Estudiosos de la historia, el arte y la genealogía han recibido sus consejos, el resultado de sus trabajos y han podido beneficiarse del contenido de su archivo personal. Sus colecciones de documentos incluían manuscritos originales, numerosas transcripciones y extractos de archivos de difícil acceso, su correspondencia con escritores y artistas de las últimas décadas, así como un importante conjunto de grabados y una de las más numerosas y documentadas colecciones de fotografías de los siglos XIX y XX de las islas.

Siempre comentó que una de sus mayores satisfacciones era confeccionar los libros de sus amigos. Sin ánimo exhaustivo, podemos recordar la serie de publicaciones sobre la historia de la Iglesia en Canarias promovidas por el sacerdote e historiador Julio Sánchez Rodríguez, citaremos dos por su gran empeño «Bartolomé Cairasco de Figueroa y su Templo Militante» y «Luis de la Encina, obispo de Arequipa, y su paje Antonio Pereira»; El libro de Alfonso Soriano Benítez de Lugo «Corte y sociedad: canarios al servicio de la Corona»; La obra de Manuel Lobo Cabrera y Fernando Bruquetas de Castro «El condado de la Vega Grande de Guadalupe»; «El capellán menor del Rey: Fray Juan de Alzolarás, obispo de Canarias», de Carlos de Millán Hernández-Egea, y el reciente trabajo de Jorge Cólogan González-Massieu «Uniformes nobiliarios: protocolo y etiqueta en España».

Estos libros, algunos de los más hermosos publicados en las islas, han sido calificados de verdaderos museos de papel por la gran cantidad de imágenes, muchas de ellas aportadas por primera vez, siempre de gran calidad, y que constituyen un repertorio lucido del patrimonio cultural de Canarias. En nuestra ciudad se recuerda el enorme empeño que puso en el catálogo de la exposición «La huella y la senda», celebrada en la Catedral de Santa Ana y que permite apreciar el magnífico resultado de aquella grandiosa muestra.

Sus grandes conocimientos sobre las artes gráficas, patentes en sus excelentes realizaciones como editor, le valieron ser nombrado académico de la Real Academia Canaria de Bellas Artes.

Su hija Carlota leyó, durante las honras fúnebres, celebradas el 25 de diciembre, un poema inédito, escrito por Carlos en 2015 «Di mi nombre y viviré». Los que lo conocieron y apreciaron su inteligencia, cultura y generosidad lo recordarán siempre. Su legado creativo e investigador permitirá que su memoria perdure «más allá de las tres generaciones que el recuerdo habita».

El miércoles 25 de enero, a las siete de la tarde, se celebrará en la ermita del Espíritu Santo, en Vegueta, una misa en memoria de Carlos Gaviño de Franchy.