Compras

Cómo huir de las compras compulsivas cuando todo tu alrededor son ofertas

Una mujer, que ha superado su adicción a las compras, relata su calvario | "Las rebajas para ellos es como la barra libre para las personas con alcoholismo", asegura una experta

Los descuentos y rebajas pueden ser ahora durante todo el año.

Los descuentos y rebajas pueden ser ahora durante todo el año. / EPE

María G. San Narciso

Soraya es la única hija de unos padres que, cuando nació, tenían muy poco. Más bien pasaban necesidades. Cuenta que, con mucho esfuerzo, consiguieron salir adelante. El trabajo les hacía viajar con frecuencia. Para compensar a la pequeña, a su vuelta venían cargados de regalos. Ella era una niña solitaria y huidiza, pero sus juguetes atraían al resto de compañeras del cole. Jugaban con ella, aunque cree que más por lo que tenía que por quién era. Se seguía sintiendo sola. Con 18 años consiguió su primer trabajo y se independizó. A los 20 llegó la primera tarjeta de crédito. De repente, tenía la sensación de que todo era gratis: los zapatos, los perfumes, la decoración de la casa... Disfrutaba de la idea de comprar. Le ocurría, sobre todo, con ropa de su talla. Por su sobrepeso, no era fácil encontrar prendas, así que cada una que conseguía era un triunfo. Aunque no la estrenase y ni siquiera le quitase la etiqueta.

Los objetos se amontonaban en su armario. En solo dos meses había llegado a su límite. Adquirió otra tarjeta solo para ofertas. A medida que llegaban los gastos, lo hacían también las llamadas intimidatorias de los acreedores. Debía dinero y llegó a robar. Sus padres pagaron todas sus deudas. Se fue a vivir con ellos, pero eso significó que podía gastar toda su nómina en nuevas compras. La primera quincena del mes era una fiesta; la segunda, un sentimiento continuo de frustración e irascibilidad. Conoció a un hombre, pero sus compras, y los cientos de gastos que tenían, hacían que vivieran con lo justo. Derrochaba y le mentía con lo que adquiría. Siguieron las llamadas y cartas. Harto de sus engaños, la dejó.

A día de hoy, Soraya (nombre cambiado para mantener su anonimato) es una persona que, gracias a haber buscado ayuda terapéutica, ha superado su adicción a las compras, un problema que se caracteriza por la pérdida de control y dependencia a la hora de comprar. Las personas que padecen compras compulsivas se gastan cada vez más dinero e invierten más tiempo comprando. Muchas veces sobrepasan sus posibilidades económicas, así que se endeudan hasta que es imposible hacer frente a los gastos. Por eso, para ellas, "cualquier época de descuentos y de rebajas es como para alguien con alcoholismo una barra libre".

Lo explica Neus Soler, profesora de Economía y Experta de la UOC y experta en Marketing, a modo de metáfora. "Al final, es una oportunidad que tienes delante y que no puedes dejar pasar", añade.

Porque los descuentos van de eso mismo: de tener productos delante a un precio que, a priori, es beneficioso para nosotros. Para alguien que es adicto, eso se traduce en oportunidades. "Son jornadas en las que la gente actúa por impulso. Para los no adictos, irte de rebajas y comprar de forma compulsiva está socialmente aceptado porque es lo que toca en ese momento. Es algo que más o menos podemos hacer todos", explica.

Sin embargo, para la persona que padece la enfermedad "es un gran problema". "De hecho, para ellos puede parecer fantástico, porque no solo tienen la oportunidad, sino también la justificación de que es lo que toca. Pueden tirar la casa por la ventana sin que nadie les juzgue. Pero una cosa es que sea más fácil y, otra distinta, que les favorezca. Porque así como en otras épocas del año sabe que debería controlarse, aquí pueden permitirse el lujo de descontrolarse", afirma Soler.

El problema es que, desde la liberalización de las rebajas hace 10 años, parece que vivimos en una era constante de descuentos, además de jornadas concretas como el Black Friday, el Cyber Monday, semanas fantásticas o días sin IVA.

¿Qué hace tu gusto por comprar se vuelva una adicción?

Consuelo Tomás, psicóloga clínica y fundadora y directora del Instituto Valenciano de Ludopatía y Adicciones No Tóxicas, el primer centro especializado en adicción a las compras, recuerda que estamos constantemente sometidos a la publicidad. Al final, no dejamos de vivir en una sociedad de consumo. Pero que haya rebajas a lo largo de todo el año que incentiven a consumir no quiere decir que sean causa y efecto de una adicción.

"Aunque es verdad que una persona que tiene problemas con el alcohol, si pasa por un pub va a tener muchas más posibilidades de beber que en mitad del campo", apunta la psicóloga, que también utiliza la comparación con el alcohol.

Las rebajas y descuentos son un factor socioambiental, pero también influyen los personales y familiares. Entre los primeros estarían la baja autoestima o la alta discrepancia entre el yo real y el irreal. "Son personas que no están demasiado contentas con cómo les ven el resto, así que creen que tienen que ser como realmente les gustaría ser", explica la psicóloga. Así llegan las compras de perfumes buenos o de ropa de marca, con la idea de que les tomen más en consideración. Por lo general, tienen estilos de vida poco satisfactorios. Utilizan las compras como vías de escape para aliviar esos estados negativos.

Sobre los factores familiares, puede ocurrir que, como Soraya, los padres 'compren' algunas carencias de sus hijos con muchos regalos, o que ocurra todo lo contrario y tengan carencias en la infancia que suplen en el futuro.

Las redes sociales incitan a consumir

Tengas o no adicción, no paramos de recibir mensajes para que compremos. "Cuanto más bombardeo de publicidad haya, más nivel de rechazo va a mostrar tu cerebro. Lo que ocurre es que el marketing ha evolucionado en ese sentido y ahora la publicidad no es intrusiva", explica Soler.

No se entiende como tal, aunque al final busca lo mismo: que consumas. Todos hemos visto publicaciones en las redes sociales de influencers con determinada ropa, complementos, alfombras, cuidadores de perros, hoteles o restaurantes que, si no llega a ser por la etiqueta con el nombre de quien paga, parecería una simple fotografía o vídeo.

"Lo que está ocurriendo es que el marketing ha evolucionado en ese sentido y ahora la publicidad no es intrusiva. Pero aunque no moleste tanto, al final es publicidad igual. La consumes pero ni te enteras, ni te molesta. Esto también ha podido motivar a que se compre más", afirma Soler.

Las adicciones, por su parte, cree que responden más a problemas sociales y al marketing. Como explicaba también la psicóloga Consuelo Tomás, ante frases como 'no puedo con la vida' o 'todo es un desastre', las compras son vías de escape. El momento de ver una prenda de ropa en una tienda, probársela, ver que queda bien e ir a caja para pagarla, produce placer. Lo mismo cuando das con algo que te gusta por internet.

La satisfacción que experimentan las personas adictas al estrenarla, asegura Soler, se queda muy corta al lado de lo que sienten con ese proceso. Eso sí, los remordimientos llegan tan pronto salen por la puerta del local. Si este es tu caso, lo mejor es que, como Soraya, busques ayuda para superarlo cuanto antes.