El núcleo de la Tierra pierde fuelle y se ralentiza

Esta estructura cambia su potencia de giro cada 70 años | Este fenómeno afecta a la duración del día y al campo magnético

El núcleo interno de la Tierra está hecho principalmente de hierro sólido, y puede girar por separado con respecto a las partes exteriores del planeta. | | JOHAN SWANEPOEL (SPL)

El núcleo interno de la Tierra está hecho principalmente de hierro sólido, y puede girar por separado con respecto a las partes exteriores del planeta. | | JOHAN SWANEPOEL (SPL) / Verónica Pavés

Verónica Pavés

Verónica Pavés

El núcleo de la Tierra se ha ralentizado. Este cambio de velocidad en la estructura interna de nuestro planeta - que se asemeja a la pipa de un melocotón-, que en principio pudiera parecer ser alarmante, en realidad lleva sucediendo durante milenios. Y es que, según han hallado un grupo de investigadores, cada unos 70 años, el núcleo terrestre gana o pierde velocidad, lo que le permite correr más rápido o más lento que el resto de las estructuras del planeta, es decir, la corteza y el manto. Con estas oscilaciones, es capaz de modular la duración de los días o la intensidad de la magnetosfera, pero lo hace de una forma que resulta imperceptible.

Así lo han establecido dos investigadores del Instituto de Geofísica Teórica y Aplicada de la Universidad de Pekín, China, en un reciente artículo publicado en Nature. La investigación se ha llevado a cabo a través del análisis de más de 200 grandes terremotos que han ocurrido en el mundo desde principios de los 90, cuyas ondas expansivas se han adentrado lo suficiente en la Tierra como para transitar por el interior del planeta. A partir de estos datos, los investigadores han realizado una reconstrucción de la estructura aparente del interior de la Tierra.

El planeta se divide esencialmente en tres capas. Una esfera sólida de unos 1.200 kilómetros de radio rodeada de hierro y otros metales en estado líquido (núcleo), otra capa que se extiende hasta los 3.000 kilómetros de profundidad, ocupa el 84% del volumen del planeta y está compuesta por silicatos (manto terrestre) y por último la corteza que en donde descansan los continentes y el océano.

Todo lo que conocemos de la estructura interna de nuestro planeta proviene de cómo se propagan las ondas sísmicas a través de él; pues hasta ahora llegar al centro de la Tierra ha sido una misión imposible. Eso no significa que no se haya intentado. A finales de los años 70, un grupo de científicos soviéticos trató de cavar un pozo en la península de Kola, al norte de Rusia. Muchos años de trabajo después solo habían llegado a 12 kilómetros bajo tierra. La misma profundidad a la que se encontraba la bolsa magmática que alimentó la erupción de La Palma.

Los resultados no han dejado a nadie indiferente. No es de extrañar pues en el resumen de este artículo ambos investigadores, Yi Yang y Xiaodong Song, aseguran que "el núcleo interno se ha detenido", algo que para el resto de los geofísicos es más que matizable.

Su movimiento está desacompasado con respecto a la velocidad de giro de la corteza y el manto

"No podemos decir que se haya detenido porque no es verdad, tan solo se ha ralentizado con respecto a la velocidad que tenía antes", explica el geólogo Nahún Méndez, divulgador y autor de la cuenta de Twitter @geologoenapuros. En este sentido también se manifiesta el Instituto de Geociencias - adscrito al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)- que insiste que "esta nueva investigación afirma que el núcleo ha decrecido su velocidad" lo que provoca que su movimiento esté "desacompasado" con respecto a la velocidad de a la que gira el resto del planeta. Esta ralentización se viene gestando desde 2009, cuando el núcleo empezó a desacelerarse tras varios años girando mucho más rápido que sus capas compañeras.

¿Entonces por qué afirman los investigadores que esta estructura se ha parado o que en poco tiempo empezará a girar hacia atrás? Básicamente porque "ahora su velocidad está a cero". Sin embargo, lo que podría confundirse con un parón, lo que "significa es que está avanzando a la misma velocidad que el resto de estructuras", insiste Méndez. "Cuando todos avanzamos al mismo tiempo parece que no nos movemos, pero si uno se descompensa parece ir más rápido o más despacio", insiste. De hecho, si el resto de estructuras no girara con ella, y de algún modo el núcleo estuviera solo en el universo, un valor de cero sí podría representar dicho frenazo. Pero la realidad no es así, dado que el núcleo terrestre se encuentra dentro de una estructura más compleja. 

Tres corredores de maratón

El fenómeno se entiende mejor si se explica concibiendo las capas terrestres como tres corredores en una maratón. Uno es la corteza, otro el manto y el tercero el núcleo. Los tres corren en la misma dirección y al mismo ritmo, pero hay veces que el núcleo se bebe un batido de proteínas y va más rápido y otras que le da un flato y va más lento que los otros dos. Ahora mismo nos encontramos en un momento en el que el núcleo se ha cansado de tanto correr.

Por tanto, se trata de un parón aparente. "Su velocidad puede ser cero desde nuestro punto de vista, pero solo porque se ha sincronizado con nuestro movimiento", recalca. Por eso tampoco se puede decir que en el futuro vaya a viajar en dirección contraria. "Cuando eso ocurra simplemente se estará desplazando a una velocidad menor que el resto de capas y por eso, aparentemente, parecerá que gira hacia el otro lado", destaca Méndez. 

Este cambio en la dinámica del núcleo tiene consecuencias en la rotación de la Tierra, aunque son prácticamente imperceptibles. Según el estudio podría a acortar los días en milésimas de segundo y también alterar la protección magnética de la Tierra. Pero no sería la primera vez que se acortan los días. Gracias al registro geológico se sabe que en el Mesozoico, por ejemplo, los días duraban apenas 23 horas. En este caso, sin embargo, se debe a que la luna se aleja de nosotros cada año unos 4 centímetros, lo que puede ralentizar (de nuevo de manera imperceptible). la rotación de la Tierra.

No obstante, más allá del movimiento que pueda tener en estos momentos el núcleo, lo que la ciencia internacional discute sobre el modelo presentado por estos investigadores es si tiene sentido o no. Los científicos han teorizado, a través del cálculo de las trayectorias de ondas sísmicas o atómica que se mueven por el interior de la Tierra que la velocidad del núcleo oscila en ciclos de 70 años. Pero este resultado - el principal del estudio- está aún en entredicho, como lo está la propia existencia del núcleo. "Este debate es probable que se convierta en uno de los más importantes de los próximos 20 a 15 años en la geofísica", asegura Méndez. Así también lo asume el IGEO que insiste que "se necesitarán algunos años para confirmar esta hipótesis" aunque insiste que de este trabajo lo que sí se puede concluir es "que el núcleo es más complejo de lo que pensábamos, posiblemente mucho más heterogéneo y tal vez tenga mayor influencia en superficie (además del campo geomagnético) de lo que se pensaba".

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