32 años dedicada a una población

La doctora Alicia Monzón finaliza su carrera profesional y se despide de sus mil pacientes con una carta, tras tres décadas en el Consultorio Médico de Juan Grande

La doctora Alicia Monzón junto con alguno de sus pacientes en la plaza de la Era, donde le rindieron un homenaje como muestra de agradecimiento a su dedicación.

La doctora Alicia Monzón junto con alguno de sus pacientes en la plaza de la Era, donde le rindieron un homenaje como muestra de agradecimiento a su dedicación. / La Provincia / DLP

La doctora Alicia Monzón, especialista en Medicina General y Comunitaria, finaliza su carrera profesional tras 40 años de dedicación. Esta sanitaria de 65 años ha trabajado los últimos 32 años de su vida en el Consultorio Médico de Juan Grande, donde ha creado lazos muy estrechos con sus pacientes. De hecho, para despedirse de las mil personas que atendía, decidió redactar una carta a cada una. 

Tras cuatro décadas de plena dedicación a sus pacientes, la doctora Alicia Monzón, especialista en Medicina General y Comunitaria, ha puesto punto y final a su carrera profesional y empieza un nuevo capítulo vital. «He cumplido con mi deber y ya ha llegado el momento de jubilarme, aunque reconozco que me da mucha pena dejar a la población que he seguido durante tanto tiempo», confiesa esta sanitaria de 65 años, que ha pasado los 32 últimos años de su vida en el Consultorio Médico de Juan Grande. «Tuve la suerte de entrar como interina y después conseguir ahí mi plaza. En un primer momento pensé en marcharme porque vivo en Tafira, pero como ya conocía el historial de todos mis pacientes y estaba acostumbrada a tratar con ellos, decidí quedarme», cuenta. 

Allí permaneció hasta el pasado martes, 24 de enero. Tal y como afirma, en su agenda figuraban un millar de personas con las que tuvo la oportunidad de crear vínculos muy estrechos. Por eso, antes de dejar su puesto, se le ocurrió la idea de elaborar una carta para cada una. «Siempre les he hecho un plan personalizado a mis pacientes, por lo que quise despedirme de ellos haciendo un escrito que sirviera también para recordarles cuándo deben someterse al próximo control médico», detalla la facultativa. Así, desde el pasado junio, la profesional se puso manos a la obra y comenzó a preparar las cartas atendiendo al historial clínico, la edad y los factores de riesgo de cada paciente.

La labor de reparto arrancó en octubre y, por fin, el pasado martes, coincidiendo con su último día de trabajo, concluyó la tarea. «La mayoría de los documentos los entregué personalmente en los domicilios. Como llevaba familias enteras -hasta cuatro generaciones–, avisaba a uno de los miembros para que todos estuvieran presentes el día de mi visita. Otras personas, en cambio, los recogieron en el centro de salud», anota. 

Gracias a este trabajo, sus pacientes se han quedado tranquilos. De hecho, en su último día, le hicieron un homenaje en la plaza de la Era, donde además le entregaron una placa como muestra de agradecimiento a su dedicación. 

«Mi propósito ha sido que no se sientan abandonados y que sigan cuidando de su salud», dice la sanitaria

Los documentos que preparó, también contemplan consejos de autocuidado que promueven hábitos de vida saludables. «Elaboré un texto común para todos y tres modelos de cartas: uno dirigido a los jóvenes sanos, otro a las personas de mediana edad con patologías y otro a las personas mayores que también sufren enfermedades», relata la la doctora. «Mi propósito ha sido que no se sientan abandonados y, por supuesto, que sigan cuidando de su salud», prosigue. 

Lo cierto es que la especialista encontró en la localidad que ha prestado servicios casi la mitad de su vida un segundo hogar, un lugar en el que se ha sentido «muy cuidada» y donde ha podido participar en miles de vivencias. «Lo más importante ha sido haber tenido la oportunidad de vivir en primera línea muchas historias durante 32 años. Esto no solo ha facilitado que conozca a mis pacientes en profundidad, también me ha hecho crecer como persona y aprender muchas cosas de ellos». 

La Medicina siempre ha sido su vocación. Tan es así, que cuando la pandemia golpeaba con fuerza a las Islas y los centros de salud potenciaron las consultas telefónicas para proteger a la población, algunos de sus conocidos de la capital grancanaria contactaron con ella porque las citas con sus médicos de cabecera requerían entre cinco o seis días de espera. «Cuando se declaró el estado de alarma, estuve 15 días en casa por una situación personal. Allí, empecé a llevar los casos de covid de mis conocidos y de personas cercanas a ellos», recuerda.

La profesional comenzó a preparar los escritos el pasado julio e inició en octubre la tarea de reparto

Cuando se incorporó a su centro de trabajo, intentó tratar a todos sus pacientes con la mayor agilidad posible. «En ese momento, no había test para todos y me preocupaba que algunas personas que tuvieran síntomas compatibles con el virus pudieran estar desarrollando una neumonía covid. Por esta razón, atendía en la propia plaza del pueblo a todos los pacientes mayores que creía que necesitaban una exploración», desvela la profesional, quien no duda en poner de relieve que siente pasión por su especialidad. «A nivel social puede que suene mejor ser Cardiólogo que Médico de Familia. No obstante, desde mi punto de vista, somos un colectivo muy importante y la población es muy consciente de ello», destaca. 

Por todo esto, anima a las nuevas generaciones de médicos a apostar por esta especialidad tan necesaria, en la que además escasea el número de efectivos. «Sin duda, es una de las ramas de la Medicina más humanas, pero también es la más completa, variada y difícil. Se aprende de todo, desde un simple catarro hasta un infarto». 

Ahora bien, es consciente de que hace falta mejorar los recursos que se destinan a la Atención Primaria. «Necesitamos contar con un presupuesto mayor, mejorar los contratos de todas las personas que han concluido la especialidad e incrementar el tiempo para la formación y la investigación, entre otras muchas cosas», asevera. 

Atrás deja recuerdos muy especiales, por lo que espera seguir en contacto con sus pacientes. Además, en esta nueva etapa que ha iniciado, tiene previsto prestar ayuda en aulas de salud y estudiar las causas que explican la alta incidencia de las patologías oncológicas. «Hace pocos días que dejé de trabajar y aún no tengo muy claro por dónde voy a empezar. No tengo prisa y lo iré decidiendo con el paso del tiempo», apunta la doctora Monzón, una mujer que no puede estar más orgullosa de la profesión que decidió ejercer desde muy joven.

Médica por vocación

La doctora Alicia Monzón siempre tuvo muy claro que quería estudiar Medicina. Esta sanitaria de 65 años, se licenció en la Universidad de La Laguna en 1972 y concluyó la especialidad en Medicina General y Comunitaria en 2008. Comenzó a trabajar en una consulta médica de Tamaraceite y, posteriormente, realizó interinidades en servicios de Urgencias de otros centros de salud de Gran Canaria. Más tarde, llegó al Consultorio Médico Juan Grande, donde pasó 32 años. «Me llevo muy buenos recuerdos. A pesar de que alguna vez ha habido situaciones tensas, el balance que hago es muy positivo», valora la facultativa. «Mi intención es seguir en contacto con mis pacientes. Hay que tener en cuenta que he pasado tres décadas en el mismo centro, lo que me ha permitido crear lazos muy fuertes con las personas que he atendido», añade. |Y.M. 

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