Salud

Los hospitales ‘camaleón’ de Canarias, sin uso 7 meses después de su construcción

La constructora aún no ha entregado la obra a los hospitales | Al no estar conectados al resto de centros, dificulta la recepción de pacientes

Edificio polivalente anexo al Hospital Universitario Nuestra Señora de Candelaria.  |  | MIGUEL BARRETO

Edificio polivalente anexo al Hospital Universitario Nuestra Señora de Candelaria. | | MIGUEL BARRETO / Verónica Pavés

Verónica Pavés

Verónica Pavés

Los nuevos edificios de enfermedades emergentes –también llamados polivalentes o camaleón–, construidos frente al Hospital Universitario Nuestra Señora de Candelaria, el Hospital Juan Carlos I de Gran Canaria y el Hospital Doctor Molina Orosa, siguen sin funcionar 7 meses después de su construcción. Los edificios nacieron con el objetivo de liberar camas y ampliar la oferta de hospitalización de las Islas de cara al invierno, dotando a los hospitales del mayor incremento de camas de la última década. La realidad es que pese a su rápida construcción –en apenas 8 meses–, su puesta en funcionamiento es aún utópica.

La constructora aún no ha entregado los mamotretos de cuatro plantas a la Consejería de Sanidad pese a que la Administración había previsto que el nuevo edificio estuviera acogiendo pacientes a finales del verano pasado. La Consejería de Sanidad ha corroborado que estos edificios están pendientes de recepcionar y asegura que la previsión es que entren en funcionamiento durante este trimestre. «Lo antes posible», resaltan fuentes de la administración sanitaria. 

Sin embargo, fuentes sanitarias insisten en que la operatividad de los edificios no solo depende de un trámite, sino también de la logística. Al encontrarse desconectado del resto de los complejos hospitalarios, la posibilidad de utilizarlos para hospitalización de pacientes se reduce de manera considerable. 

El personal sanitario consultado — y que desea mantener su privacidad—, sin embargo, ha advertido del «peligro» que supone trasladar a un paciente hospitalizado a estos edificios, donde no hay capacidad para llevar a cabo pruebas complementarias ni existe una UCI o un quirófano. «¿Cómo van a poner a un paciente covid en ese espacio, qué pasa si se desestabiliza de pronto?», destaca una fuente sanitaria que ha pedido mantener el anonimato. Estas limitaciones hacen muy difícil utilizar el edificio con el propósito con el que nacieron: aliviar la presión asistencial de los hospitales tras la covid. 

Así lo prometió el presidente del Gobierno de Canarias, Ángel Víctor Torres en una visita a las obras, prácticamente finalizadas, a principios de julio del año pasado: «Estas infraestructuras servirán para el reforzamiento de la atención hospitalaria, lo que contribuirá a la recuperación de la actividad asistencial que se ha perdido durante la pandemia». Los edificios se presentaron como recintos hospitalarios «polivalentes», lo que supone que podrá dar cabida a todo tipo de patologías y contingencias sanitarias. En otras palabras, aunque en periodos de «normalidad» pueda atender a todos los pacientes, el hospital está pensado para transformarse de forma rápida en caso de que se produzca una crisis sanitaria, de la envergadura del covid (2020) o como la del ébola (2014). 

Siete meses después, pese a la inversión de 45 millones de euros en estos tres edificios y los miles de metros cuadrados construidos, las 222 camas que se han dispuesto para ampliar la oferta de Tenerife, Gran Canaria y Lanzarote siguen sin poder ser ocupadas por ningún paciente. 

Pese a ello, la Consejería de Sanidad sigue trabajando en el proyecto. Durante este tiempo de espera, ha trabajado el protocolo de funcionamiento de los centros, dado que, en el caso de Gran Canaria y Tenerife, serán de referencia Insular. En este trabajo está la definición del perfil del paciente y de las consultas así como la formación a los profesionales. También se está ultimando el equipamiento necesario en función del perfil de paciente que se va a trasladar a estos edificios y de la prestación a ofertar. «Se valorará en todo caso el estado y los factores de riesgo asociados, así como las posibles complicaciones», aseguran desde Sanidad.

Los dos edificios fueron construidos en un tiempo récord del que se congratularon tanto el presidente del Gobierno de Canarias, Ángel Víctor Torres, como el consejero de Sanidad, Blas Trujillo, en diversas ocasiones durante el pasado verano. «Es muy relevante que en tan sólo 8 meses exista un edificio anexo al hospital de La Candelaria donde antes había un solar», destacó. También se vanaglorió de que este incremento de camas — unido a la reforma del Cuerpo D del HUC y en Lanzarote—  era el mayor de la década. 

Esta inversión, que ascendía a 47 millones de euros, contaba con cuatro actuaciones. Por un lado la construcción del edificio de hospitalización de La Candelaria, con 88 camas y una inversión de 12 millones de euros. También un edificio junto al Hospital Juan Carlos I —también conocido como Hospital Militar— con una dotación final de 95 camas y un gasto de 14 millones de euros. Y el inmueble de hospitalización junto al Hospital Doctor José Molina Orosa, en Lanzarote, con un número aproximado de 100 camas y una inversión de 15,5 millones de euros. El proyecto también contemplaba la reforma de tres plantas del edificio ‘D’ del Hospital Universitario de Canarias (HUC), con un total de 46 camas. 

Como ha podido saber este periódico en el Hospital Universitario de Canarias las tres plantas reformadas están operativas desde septiembre. Como, además, el centro hospitalario había realizado una reforma previa de dos plantas (la 1 y la 2), el total de camas que están ahora en funcionamiento respecto antes de la pandemia son 88. Es la única, de las cuatro actuaciones, que ha podido empezar a utilizarse.

Estos proyectos buscaban disponer de infraestructuras estables, adecuadas y de carácter polivalente para dar respuesta a situaciones excepcionales, como la pandemia por SARS-CoV-2, y que los hospitales vuelvan a destinar sus instalaciones, recursos humanos y medios técnicos a la actividad asistencial ordinaria, que ha sufrido los efectos de la atención a la patología por covid-19. Esta búsqueda por recuperar la actividad asistencial ordinaria está directamente relacionada con los objetivos del Plan Aborda, que persigue reducir las listas de espera en un 30% y situar las demoras por debajo de los 90 días.

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