Ciencia

Un estudio revela que el océano puede secuestrar hasta un 28% más de CO2

La investigación internacional, en la que participa el científico canario Federico Baltar, señala el papel de las salpas marinas en la bomba biológica al exportar carbono a través de las heces

El investigador canario Federico Baltar, profesor de la Universidad de Viena, durante su última visita al Parque Científico Tecnológico de la ULPGC en Taliarte.

El investigador canario Federico Baltar, profesor de la Universidad de Viena, durante su última visita al Parque Científico Tecnológico de la ULPGC en Taliarte. / Juan Castro

María Jesús Hernández

María Jesús Hernández

«La capacidad del océano de secuestrar carbono es mayor de lo que pensábamos, pero depende fundamentalmente del tipo de organismos involucrados en el proceso». Así define el investigador canario, Federico Baltar, actualmente profesor en la Universidad de Viena, la principal conclusión del estudio realizado por un equipo internacional, liderado por científicos de USA y en el que participan también investigadores de Nueva Zelanda, España y Viena. Han descubierto el significativo papel de las salpas marinas -zooplancton gelatinoso- en la denominada bomba biológica del océano -transporte del CO2 de la atmósfera a las profundidades marinas-, a través de las heces, lo que eleva hasta un 28% la capacidad de los océanos como reservorios de carbono y, por tanto, en la mitigación del calentamiento global.

El estudio, publicado la pasada semana en la revista Nature Communications, destaca la importancia biogeoquímica de los gránulos fecales de zooplancton. «Una de las funciones mas importantes del océano es su capacidad para secuestrar carbono de la atmósfera. Si no fuera por esta capacidad, las concentraciones de CO2 en la atmósfera serían muchísimo mayores y, por consiguiente, el calentamiento también», señala el profesor Baltar.

El equipo científico está formado por investigadores de EEUU, España, la Universidad de Viena y Nueva Zelanda

Hasta ahora, se sabía que las plantas microscópicas llamadas fitoplancton tienen un papel clave en la transferencia de carbono de la atmósfera al océano. «En el océano, el fitoplancton fija CO2 mediante la fotosíntesis y el carbono de ese CO2 lo usan para crecer -lo incorporan en su biomasa-. Luego, una gran parte de ese carbono se termina hundiendo a más de mil metros, por eso lo llamamos secuestro, porque se queda en las aguas profundas hasta que esas aguas vuelvan a estar en contacto con la atmósfera, lo cual tarda miles de años, y a este proceso se le conoce como la bomba biológica de carbono», explica el investigador canario.

Con este estudio, ahora se pone el foco de atención en las salpas, los organismos gelatinosos que se alimentan de ellas, y han descubierto que, cuando el crecimiento de fitoplancton ocurre a la vez que aparecen salpas, estas aumentan de dos a ocho veces la cantidad de carbono que se hunde y se secuestra, «elevando la eficiencia de la bomba biológica de carbono de un 5% a un 28%, todo un récord».

Esto es debido, según explica Baltar -titulado en Ciencias del Mar por la ULPGC-, a que las salpas son organismos que comen muy rápido y, además, se alimentan de otros organismos de un gran abanico de tamaños y con una gran capacidad para generar «pelets fecales» que se hunden rápidamente.

Reemplazan al krill

«Lo aun mas curioso, es que este estudio lo hicimos en las aguas subtropical y subpolares cerca del océano sur, y coincide con que debido al cambio climático está habiendo un tendencia a que las salpas reemplace al krill, por lo que esta expansión de las salpas hacia al sur en aguas antárticas puede resultar en un cambio substancial de la capacidad de secuestro de carbono del océano global».

La nueva investigación vincula aumentos importantes en la absorción de carbono con la prevalencia de salpas en los tramos superiores del océano, una eficiencia que se encuentra entre las tasas más altas conocidas en cualquier lugar de los océanos del mundo. «Puede cambiar un ecosistema que ha sido bastante bajo en la exportación de carbono a ser muy eficiente en la entrega de carbono a las profundidades», señaló Moira Décima, ecologista de zooplancton de la Institución Scripps de Oceanografía de la Universidad de California en San Diego (USA), otra de las investigadoras del estudio SalpPOOP.

El zooplancton gelatinoso eleva de dos a ocho veces el CO2 que se libera de la atmósfera y se secuestra a más de mil metros de profundidad en el océano

El proceso es una de las muchas vías por las cuales el dióxido de carbono se elimina de la atmósfera, se convierte en una forma sólida y se secuestra en las profundidades del océano. «Por lo tanto, es un proceso clave existente en la naturaleza que mitiga los efectos del uso de combustibles fósiles y otras actividades que contribuyen al cambio climático», señalan desde la institución americana.

Las salpas se reproducen tanto sexual como asexualmente. Florecen durante la reproducción asexual, liberando cadenas de cientos de diminutas salpas que crecen rápidamente, creando una sopa gelatinosa en pocos días. Aunque parecen medusas, en realidad son cordados, con un cordón nervioso similar al de los vertebrados. Los investigadores tomaron muestras principalmente de una especie, Salpa thompsoni -cuyo tamaño varía desde una fracción de pulgada hasta más de cinco de largo-, con el objetivo de distinguir el efecto de las salpas de una línea de base normal, a la hora de alterar los patrones de exportación de carbono.

De esta forma, han descubierto que las salpas marinas representan un aumento de dos a ocho veces en la exportación de carbono, con un promedio de cinco veces. Unas cifras a las que llegaron midiendo la cantidad de carbono exportado en el agua con floraciones de salpas en comparación con las floraciones sin salpas, observando los gránulos fecales recolectados en las trampas de sedimentos, midiendo las tasas de consumo de fitoplancton por parte de las salpas y calculando una tasa de producción de gránulos fecales basada en su abundancia, cuánto están consumiendo y la temperatura. «No siempre están presentes en grandes cantidades, pero cuando lo están pueden tener un gran impacto en la exportación de carbono y la red alimentaria en general», concluyeron.

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El estudio SalpPOOP, se llevó a cabo en la región alrededor de Nueva Zelanda, porque reúne las condiciones idóneas para este experimento natural. Y es que las aguas subtropicales más cálidas se encuentran con las aguas subantárticas más frías, y cada una se caracteriza por diferentes tipos de fitoplancton y, en consecuencia, potencial de exportación de carbono. Los investigadores querían saber si las floraciones de salpa crearían una «autopista hacia las profundidades» para todo tipo de células, grandes y pequeñas. A este respecto, encontraron que «más o menos independientemente de la comunidad de fitoplancton subyacente o del tipo de masa de agua, el efecto era el mismo. Es decir, si tenía una gran abundancia de salpas, aumentaba enormemente la exportación de carbono a las profundidades, tanto en zonas subtropicales como subtropicales. Aguas antárticas», señalaron desde la Institución Scripps de Oceanografía de la Universidad de California en San Diego. Encontraron floraciones en ambas áreas con diferentes tipos de comunidades microbianas. | M. J. H.

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