Salud | El fin de la mascarilla en el transporte

Dos años y nueve meses de rostros incompletos

A partir de hoy se podrá acceder a aviones, barcos, guaguas y tranvía sin portar la mascarilla de forma obligatoria

Se acaba la obligatoriedad de la mascarilla en el transporte público

ZML

Verónica Pavés

Verónica Pavés

A principios de 2020 casi nadie sabía ponerse la mascarilla. Hoy, casi tres años después del estallido de la pandemia, son pocas las personas que no saben diferenciar entre una mascarilla quirúrgica y una FFP2. Aquel fatídico año, el cubrebocas salió de los hospitales para convertirse en un accesorio esencial en la vida de los canarios. Desde entonces la mascarilla ha ido reivindicando su espacio dentro de bolsos, bolsillos, guanteras de coches y cajones. Sin embargo, tras dejar de ser obligatoria en interiores y exteriores, y con su inminente retirada del transporte público –que se hará efectiva este miércoles 8 de febrero–, todo parece indicar que la herramienta estrella contra el virus está a punto de convertirse en el recuerdo de un mal sueño. 

La mascarilla no lo ha tenido fácil para ser aceptada. Antes de ser considerada una herramienta vital para el control de la pandemia, el cubrebocas tuvo que enfrentarse a un fuego cruzado de críticas entre los epidemiólogos, médicos y otros científicos que no parecían ponerse de acuerdo entre si valía la pena o no que la población la utilizara como una herramienta más de protección contra el virus. 

Informe

Muestra de este desacuerdo es un informe de la Organización Médica Colegial de España de abril de 2020, en el que participaron hasta 30 profesionales, en el que se no recomendaba el uso de FFP2 para la población general por considerarlas «innecesarias, ineficientes y contraproducentes». Justificaban su opinión en la fatiga y mareos que su uso podría provocar en personas mayores y por la «falsa sensación de seguridad» que podrían generar en la población si se manipulaban de manera incorrecta. Este mensaje llegó a ser reproducido en diversas ocasiones por los órganos de Gobierno estatales y regionales. Pese al candente debate generado en España, las directrices de la Organización Mundial de la Salud (OMS) eran claras: la mascarilla había demostrado su eficacia para frenar los contagios. De ahí que la organización sanitaria instara a los países a establecerla como obligatoria o, al menos, recomendarla a la población. 

Al principio de la pandemia el precio de las mascarillas podrían oscilar entre los siete y diez euros

Tras este debate científico-sanitario también se ocultaba un intento desesperado por evitar un desabastecimiento absoluto que dejara a los sanitarios sin recursos para trabajar. La escasez convirtió las mascarillas en un bien de lujo y fueron dos circunstancias sobrevenidas las que la llevaron a ostentar ese lugar. En primer lugar, la demanda, pues superó varias veces la oferta mundial. Por otro, el transporte de mercancías que la propia crisis sanitaria obligó a paralizar durante varias semanas para evitar la expansión del virus. 

El comercio mundial de mascarillas se transformó en una verdadera jungla donde tan solo ganaba el mejor postor. El Gobierno de Canarias y el estatal hicieron frente a la escasez buscando mascarillas y otro material de protección sanitaria (guantes, EPIs, gel hidroalcohólico) cerrando acuerdos con empresas Chinas y habilitando la producción en empresas cuyo objetivo nunca fue el de dedicarse a la sanidad. 

Dos años  y nueve meses  de rostros incompletos

Dos años y nueve meses de rostros incompletos / Verónica Pavés

Precios desorbitados

La población notó esta guerra abierta entre países en el precio que adquirieron las mascarillas. Se reportaron casos de compra de mascarillas en farmacia por un valor de siete a diez euros. El ejecutivo de Pedro Sánchez, viendo la rápida escalada de precios, trató de garantizar el acceso a toda la población limitando su importe a 0,96 euros.

La mascarilla empezó a ser obligatoria en espacios cerrados de uso público el 20 de mayo de 2020, pocos días de comenzar la primera desescalada tras el duro confinamiento que recluyó a la población española en sus casas durante casi tres meses. Solo se podría prescindir de ella para consumir alimentos, al estar completamente solo o si, por motivos médicos, se recomendaba no llevarla

La primera norma, sin embargo, resultó demasiado vaga e insuficiente para controlar todos los posibles ámbitos de uso. A mediados agosto se extendió la restricción a los espacios abiertos y en septiembre, el Gobierno de Canarias también la impuso en ámbitos privados y en el entorno laboral, en un intento de frenar la escalada de contagios que se estaba produciendo por aquel entonces. 

Moda

Aupada por la pandemia, la mascarilla se convirtió en un must de cualquier español que quisiera seguir relacionándose con humanos sin una pantalla de por medio. La industria de la moda se adaptó a los tiempos, creó tendencia a su alrededor y aprovechó la contingencia sanitaria para hacer caja. Aparecieron las mascarillas de tela, con colores llamativos, dibujos o algún patrón de diseño que las hiciera únicas y capaces de combinar con la ropa como si fuera un accesorio más. 

2022 fue el principio del fin. Cuando el efecto de las vacunas parecía empezar a tener un reflejo positivo en los datos de mortalidad, el Consejo de Ministros decidió que el 9 de febrero dejarían de ser obligatorias en los exteriores. Posteriormente, el 20 de abril dejaron de serlo también en interiores.

Si bien eliminar su obligatoriedad en exteriores resultaba hasta obvia –ya de por sí era una medida muy discutida por el poco riesgo de contagio en entornos abiertos–, no se entendió derogación del real decreto que instaba a utilizarlas en interiores. Del día a la mañana cualquiera que quisiera acceder a una sala de cine, comprar en un supermercado o acceder a un trámite en la administración pública podía hacerlo sin mascarilla. Solo se mantendría en el transporte público, los hospitales y centros de salud, residencias de ancianos y farmacias, por haber demostrado ser focos de enfermedad y por ser frecuentados por personas vulnerables.

Peligro

Los expertos consideraron la medida anunciada por la Ministra de Sanidad, Carolina Darias, «apresurada» y advirtieron del precio que podría costar para el devenir de la pandemia. Así trataba de evidenciar los problemas asociados a esta decisión el vicepresidente de la Sociedad Española de Epidemiología, Óscar Zurriaga: «El uso de la mascarilla en interiores es una medida muy icónica, y muy visible, y su eliminación también transmite el mensaje de que ya no hay necesidad de ninguna medida».

Dos años  y nueve meses  de rostros incompletos

Dos años y nueve meses de rostros incompletos / Verónica Pavés

Cuando llegó el momento de la verdad, fueron muchos los que decidieron continuar utilizándola por precaución. Aunque no fue fácil recuperar la confianza perdida en el aire respirable, pronto la mascarilla perdió la relevancia que había ganado a pulso. La mascarilla cayó en el olvido y con ello también llegaron los despistes. ¿Quién no habrá rebuscado entre los recovecos del bolso en busca de una deformada mascarilla que le permita entrar en la farmacia o ha pasado por alto que la protección haya sido usada por otra persona para poder subir a la guagua?

A partir de este miércoles, las mascarillas también dejarán de ser obligatorias en los transportes públicos. En el Consejo de Ministros celebrado ayer se aprobó modificar el Real Decreto actualmente en vigor, de 19 de abril de 2022, para poner fin a esta norma. De esta manera, ni en la guagua, ni en el tranvía, ni tampoco en taxis, barcos o aviones será necesario cubrirse la boca para entrar. La Ministra de Sanidad, Carolina Darias, no obstante, ha recordado que se mantiene la obligatoriedad del uso de la mascarilla en centros y servicios sanitarios y en las oficinas de farmacia y en los botiquines y para los trabajadores de centros residenciales. 

¿Dónde tendré que seguir llevando mascarillas?

  • Las mascarillas serán obligatorias en las oficinas de farmacia, dada la cantidad de personas vulnerables que continúan asistiendo a este tipo de recintos así como para proteger a los profesionales.
  • Los hospitales y centros de salud se consideran los lugares en los que más riesgo de contagio hay, dado que son los lugares a los que acuden antes los enfermos. La obligatoriedad se mantiene.
  • En los centros socio-sanitarios, donde se mantendrán obligatorias para las personas que trabajen en ellos siempre que estén en contacto con personas residentes y los visitantes en zonas compartidas.

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  • Estalla la pandemia de coronavirus y el 14 de marzo el Estado obliga a toda la población a confinarse dentro de sus hogares. Las mascarillas escasean para los sanitarios, debido a problemas de producción y distribución mundial. El Gobierno de Pedro Sánchez trata de centralizar las compras para que todas las comunidades puedan acceder al material, sin embargo, las demoras y la urgencia obligan a algunas de ellas -entre ellas Canarias- a buscar asumir la compra de material de protección. Esto supone hacer pactos con distribuidoras de todo tipo. 
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  • Las recomendaciones de médicos y científicos sobre el uso de las mascarillas hace que la demanda en Canarias crezca hasta romper los stocks de las oficinas de farmacia. Un producto que apenas se adquiría pasa a ser un material de lujo con precios desorbitados. Los precios se elevan y llegan a ser de entre siete y diez euros por mascarilla. En China la cotización de las mascarillas había repuntado hasta llegar a los 0,72 céntimos la unidad, cuando anteriormente las cajas costaban menos de 10 céntimos. Pocos días después se regula el precio de la mascarilla y se impone una norma de razonamiento: las quirúrgicas solo se podrán dispensar cada tres días y las FFP2 cada diez. Canarias empieza a recibir mascarillas del Estado, pero algunas de ellas no pasan los controles de calidad. 
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  • Con la desescalada del confinamiento a la vuelta de la esquina, se abre un intenso debate entre asociaciones de médicos, epidemiólogos y otros expertos sobre la necesidad o no de recomendar su uso a la población. El 15 de mayo la Organización Medica Colegial de España firma un informe en el que no recomiendan mascarillas FFP2 a la población en general. El 20 de mayo de 2020 el Ejecutivo de Pedro Sánchez da luz verde al Real Decreto que obligará a usar mascarillas en espacios interiores públicos a todas las personas mayores de seis años. 
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  • Ante el incremento de casos debido a un brote multitudinario en tres discotecas de Gran Canaria, el 5 de agosto el Gobierno regional -al que han ampliado las competencias- decide imponer el uso de mascarillas en espacios interiores independientemente de la distancia, dado que la evidencia científica ya demostraba que una de las vías de transmisión del virus eran los aerosoles. El 15 de agosto el Ejecutivo decidió ampliar la norma a los espacios al aire libre. 
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  • El Ejecutivo canario amplía el uso obligatorio de mascarillas obligatorias a los espacios privados y, entre ellos aplica la obligatoriedad de la mascarilla en centros de trabajo. Comienza el curso escolar y también se recomienda que los alumnos y profesores lleven mascarilla durante la jornada, así como que se dividan en los conocidos como «grupos burbuja». 
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  • El Estado acota aún más la norma para llevar mascarilla. En un último Boletín Oficial del Estado (BOE), endurece la norma para el uso de tapabocas con la siguiente frase: «habrá que llevarlo siempre, independientemente de la distancia interpersonal, tanto al aire libre como en interiores, sean públicos o privados». 
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  • Con la vacuna ya disponible para toda la población, el presidente Pedro Sánchez, anuncai que a partir del día 26 de junio ya no será obligatorio el uso de mascarilla en espacios abiertos. Los expertos lo vieron con un movimiento arriesgado teniendo en cuenta la previsible diseminación de la variante Delta. Los expertos advierten de que el debate llega pronto cuando solo el 30% de la población tiene la pauta completa. 
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  • Se reitera la retirada de la mascarilla en espacios exteriores que en invierno se tuvo que volver a recomendar. 
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  • La mascarilla deja de ser obligatoria en espacios interiores, a excepción del transporte, los centros sanitarios, farmacias y residencias. 
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  • Tras muchas peticiones, el Ministerio de Sanidad decide eliminar la mascarilla del transporte público. Permanece en centros sanitarios, farmacias y residencias. 

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