Jóvenes y adolesacentes

La generación de cristal: ¿son más frágiles los jóvenes de hoy o nos irrita su nueva sensibilidad?

"Llamarnos 'generación de cristal’ es algo despectivo que nos menosprecia e infantiliza", afirma Yaiza Sánchez, de 22 años | Los expertos afirman que el término es "demasiado simple" y resultado de un "conflicto intergeneracional permanente"

Yaiza y Albert claman contra los tópicos peyorativos que pesan sobre la generación zeta.

Yaiza y Albert claman contra los tópicos peyorativos que pesan sobre la generación zeta. / FERRAN NADEU

Marina León

"No me gusta que se refieran a nosotros como 'generación de cristal', es algo despectivo que menosprecia nuestros sentimientos y nos infantiliza, lo usan para decirnos, de forma indirecta, que nuestros valores valen menos, simplemente, porque somos jóvenes", se queja Yaiza Sánchez, de 22 años. Su tensionada (y precaria) situación laboral define bien a la llamada generación zeta, los nacidos entre 1995 y 2010: “Trabajo 10 horas al día, hago jornada completa de telefonista y algunas horas en un medio de comunicación, el tiempo de ocio lo saco a las 2 de la madrugada y aun así me dicen que 'eso no es nada, que tendría que haber visto lo que era trabajar en la obra'".

Hace tiempo que a los más jóvenes se les recrimina que sean "demasiado frágiles". La profesora de Derecho Constitucional Montserrat Nebrera hace más de una década acuñó el término "generación de cristal" para aludir a la vulnerabilidad emocional que, según ella, tienen los adolescentes y jóvenes actuales: chicas y chicos "sobreprotegidos en exceso por su familia” y, en consecuencia, “con muy poca tolerancia ante la crítica y la frustración", dijo. El término, no obstante, no es más que una adaptación del célebre "copo de nieve" que escribió Chuck Palahniuk en 'El club de la lucha' (1996). En el libro aparecía la frase "tú no eres especial, tú no eres un precioso y único copo de nieve". Un vocablo que, sin freno ni piedad, ha utilizado la ultraderecha norteamericana en los últimos años para ridiculizar especialmente a los jóvenes progresistas.

Factor generacional

Entonces, ¿qué hay de cierto en esa sensación compartida por las generaciones más sénior de que sus hijos se rompen con facilidad y de que a menudo acaban consolando a sus compañeros de trabajo más jóvenes porque una crítica suele ser un camino directo al llanto? ¿Son realmente más frágiles las nuevas generaciones que sus padres y abuelos? ¿Qué hay de prejuicio en ello y qué de realidad?

Empecemos por el factor generacional. Para la catedrática de Sociología de la Universidad de Valladolid Almudena Moreno, el concepto ‘generación de cristal’ es "demasiado simple", además del resultado de un "conflicto intergeneracional permanente". La socióloga, especializada en infancia y juventud, apunta a que los adultos "construyen el mundo en función de sus categorías culturales” que “están en descomposición", pero que continúan proyectando en los jóvenes.

Algo con lo que Yaiza Sánchez, la chica que encabeza este reportaje, está de acuerdo: "Creo que les molesta que se cuestionen cosas que ellos ya daban por sentadas, como la jornada laboral de ocho horas; entienden que, como ellos han vivido eso, nosotros también debemos hacerlo". "Se sienten amenazados y no tienen la misma capacidad que nosotros para adaptarse a los cambios, algo que para mí -que no me gusta usar el término- es la fortaleza de la 'generación de cristal'", opina su pareja, Albert Aguilar, de 22 años.

Polémica recurrente

Por supuesto, la supuesta fragilidad e incapacidad para gestionar la adversidad se ha convertido en un tema recurrente de polémica desde Twitter y la calle hasta la academia. La divulgadora en temas de crianza Eva Millet, por ejemplo, opina que la sobreprotección familiar está derivando en una peculiaridad cada vez más palpable entre las nuevas generaciones: la baja tolerancia a la frustración, lo cual puede suponer un grave problema cara al futuro. Y Álvaro Bilbao, doctor en Psicología y neuropsicólogo, advierte de que muchos padres y madres se entregan de tal manera a sus hijos que son incapaces de poner límites, lo que se está convirtiendo en un envenenado legado de futuro.

Sin embargo, el concepto 'generación de cristal' es tan difuso y genérico que lo que unos leen como fragilidad juvenil otros lo entienden como un cambio de reglas del juego que los mayores viven "con resentimiento", afirma la psicóloga María Bilbao, especializada en infancia y adolescencia. “A menudo dicen que eres de cristal por no aguantar un chiste machista o por poner límites, algo que molesta a los que hasta ahora se podían beneficiar de que antes no se pusieran”, explica.

Conceptos activadores

La socióloga Almudena Moreno abunda en esa línea que mantiene que los chicos y chicas de hoy son más sensibles a los problemas sociales, defienden la diversidad y valoran la importancia de la salud mental: “Los jóvenes siempre han sido los que lideran la innovación, ellos definen el cambio social y hablan de cosas nuevas que no se habían planteado, quizás porque no interesaba hacerlo”.

Lo que sí es cierto es que hay una serie de palabras y conceptos que, al menos en redes sociales, hacen activar el vocablo 'generación de cristal'. Por ejemplo, el uso del lenguaje inclusivo o el reconocimiento de la diversidad de género, "términos que definen las relaciones de poder e implican subvertir el orden establecido”, afirma la socióloga.

“Somos una generación mucho más comprometida con las causas sociales que las anteriores y eso no puede ser algo malo”, sostiene Albert, quien defiende, también como algo positivo, la visibilidad que sus coetáneos otorgan a la salud mental. La psicóloga está de acuerdo: “Hasta hace poco este tema se consideraba una ‘chorrada’, los problemas de salud mental no son cosa de esta generación, lo que pasa es que ahora son atendidos”.

Futuro incierto

En el lado júnior de la brecha generacional, mantienen que, a pesar de las críticas, el pulso con la adversidad es su día a día. Los jóvenes barceloneses deben destinar el 85% de su sueldo a pagar el alquiler, según Comisiones Obreras. Y los datos de Eurostat (2022) señalan que se ven obligados a aplazar la emancipación hasta casi a los 30 años. “Nuestro contexto está marcado por la precariedad laboral y, aunque no todos queremos lo mismo, ser independientes económicamente es básico”, afirma Yaiza, que se compara con su padre: “Él empezó a trabajar con 20 años y sabía que su puesto era estable, nosotros no podemos ni imaginarnos dónde estaremos en cinco años porque encadenamos contratos temporales y eso genera mucha frustración”.

De los 'ninis' a los 'chicos de cristal'

Para Bilbao, sin embargo, la principal causa de la frustración juvenil no es tanto la incertidumbre -“porque no hay más que en otras épocas”- como que “el listón está más alto” y ven que las condiciones de vida que se les prometía “están en peligro”. “Antes se conformaban con formar una familia y trabajar, y si no hacías eso eras raro. Nosotros nos planteamos la vida de otra manera”, expone Albert. “Lo vemos de otra forma, sí, pero cuando llevas meses buscando un trabajo que no sale… asumes que nuestro futuro es más incierto”, sentencia Yaiza.

En definitiva, recuerda la socióloga Almudena Moreno, la crítica a las nuevas generaciones siempre ha sido de gatillo fácil. “Siempre hay un motivo para criticar a los jóvenes -apunta-. Se les ha llamado ‘generación perdida’, ‘ninis’, 'grandes contagiadores’ durante la pandemia y ‘generación de cristal’ ahora. Solemos etiquetarlos y siempre de manera negativa”.

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