200 alumnos canarios siguen su formación educativa sin salir de casa

El Centro de Enseñanza en Línea de Canarias (CEL) lleva la formación al alumnado de todos los niveles que, por diversas razones, no puede ir a su centro presencial

200 alumnos canarios siguen su formación educativa sin salir de casa. Alumnado con alguna discapacidad, convalecientes, madres solteras, jóvenes víctimas de acoso escolar o con algún problema de salud mental. Este es un rápido resumen del crisol de alumnos y alumnas que están matriculados en el Centro de Enseñanza en Línea (CEL) de Canarias. Hasta este finales de marzo el centro contaba con 201 jóvenes procedentes de todos los rincones del Archipiélago y de todos los niveles educativos cursando sus estudios de forma telemática.

«Cada vez tenemos más matrículas, el año pasado terminamos el curso con 203 y este año estamos en marzo y tenemos 201. Es un centro vivo. El objetivo final es que los alumnos vuelvan a la educación presencial en la medida de lo posible», explica Milagrosa Pérez García, directora del CEL.

Este modelo de formación reglada, no presencial, abierta, flexible y que se apoya en las nuevas tecnologías, está promovido por las direcciones generales de Personal y de Ordenación, Innovación y Calidad de la Consejería de Educación, Universidades, Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias. La idea es que el alumnado que por diversas razones no pueda acudir a su centro educativo de referencia, durante un periodo mayor a 30 días, pueda continuar su formación educativa. 

Hay alumnos con problemas de agorafobia o fobia social, otros que están bajo tratamiento sanitario por diversas patologías o estudiantes convalecientes tras un accidente. Todos tienen en común el interés por seguir formándose como el resto de jóvenes de su edad para no perder el tren educativo.«Anteriormente estaba la atención domiciliaria, que tenía la Consejería de Educación, en la que un profesor voluntario iba a su casa y le daba entre cuatro y ocho horas lectivas a la semana. Nosotros les ofrecemos un horario completo, como cualquier centro, y con la posibilidad de sociabilizar, que es muy importante para este ellos. No están solos en casa con un profesor, sino que se conectan a clase con alumnos de diferentes Islas y crean entre ellos unos lazos muy fuertes. Hasta se han formado parejas, igual que en un centro completamente presencial», destaca la directora mientras recorre el centro.

Milagrosa recuerda, cuando comenzó este proyecto, el asombro y la alegría de un alumno de 4º de la ESO al ver que no estaba solo con el profesor. «Cuando se conectó me dijo ‘no estoy solo, hay más niños y niñas como yo en casa que no pueden ir a clase’»; recuerda sin poder evitar emocionarse. Y es que esa conexión entre el profesorado y el alumnado es uno de los aspectos más gratificantes de su labor diaria.

La actividad lectiva se organiza de manera que pueda garantizarse la adquisición de los aprendizajes esenciales que permitan al alumnado afrontar con éxito su proceso de escolarización. Para ello, ha sido fundamental la integración de las herramientas digitales que pone a disposición de toda la comunidad educativa, el Área de Tecnología Educativa.

Líneas de trabajo

La formación se divide básicamente en dos tipos: la síncrona y asíncrona. La primera se basa en la formación de forma telemática con los alumnos que forman cada clase y el docente en cuestión, una enseñanza en directo y en línea. La segunda forma, la asíncrona, se realiza a través de la plataforma EVAGD, que es un entorno virtual alojado en los servidores de la Consejería de Educación, Cultura y Deportes, donde se cuelga todo el material necesario para que el estudiante que por alguna circustancia personal no pueda conectarse un día a clase no pierda el hilo. «Hay alumnado que está hospitalizado y le cuesta más llevar el seguimiento, se conecta a través de la EVAGD y lo tienen todo ahí. Así cuando se vuelva a conectar síncronamente no está perdido. Es una manera perfecta», añade.

Cuentan con una media de 18 alumnos por clase y cubren todos los niveles educativos desde Primaria hasta 2º de Bachillerato. Este año han visto reducido el número de alumnos de Primaria mientras los de Secundaria han crecido ligeramente. Y es que, una de las características de este centro es que está vivo

Física y Química

José Carlos Apolinario Monzón es profesor de Física y Química, además de tutor de una de las clases de 2º de Bachillerato. Es uno de los 34 docentes que forman parte de la plantilla del CEL. Da sus clases desde su pequeña aula en el centro, con dos pantallas de ordenador, una cámara, un micrófono y varios utensilios de laboratorio. Todo ataviado con la bata blanca típica de las clases prácticas de su asignatura. 

«Dar Física y Química tiene sus retos, sobre todo por la parte experimental que tiene esta materia. Realizo algunos experimentos científicos, los mismos que haría en un centro presencial, para que ellos vean esa parte práctica. Además busco experimentos que ellos mismos puedan hacer desde casa con materiales del día a día, como vinagre, aceite o bicarbonato», apunta.

Una de las ventajas de las nuevas tecnologías es que para desarrollar sus clases puede apoyarse en vídeos y herramientas disponibles en Internet. Una opción que hace que sus lecciones sean aún más prácticas y fáciles de entender por los estudiantes. 

«El objetivo es que no sientan ningún tipo de carencias por sus circunstancias personales, que no tengan un desfase curricular frente al resto del alumnado que sí está acudiendo a su centro educativo. La meta es que cuando se incorporen, que lo harán tarde o temprano porque es una medida temporal, lo hagan con las mejores garantías y que no se sientan en desventaja», remarca.

Cuenta con un horario lectivo y con el mismo grupo de alumnos con los que contaría en cualquier centro presencial del Archipiélago. Lo único que cambia es la forma en la que da sus clases. Imparte lecciones a dos grupos de 2º de la ESO, dos de 4º de la ESO y un grupo de 2º de Bachillerato. Este último, incorporado este año al abanico educativo que imparte el CEL, tiene ración doble de reto profesional al ser el curso previo a la entrada en la universidad. 

«Es un desafío porque cada alumno viene de un centro diferente y ha tenido una forma de aprender, de aquí para atrás, distinta. Intentamos adaptarnos a cada una de las formas en las que entienden la materia para ayudarles y facilitarles el aprendizaje», comenta. Apunta, como el resto de sus compañeros, que dar clases en línea a este alumnado es, si cabe, aún más gratificante que darlas en un centro presencial. 

Inclusión

Este año, por primera vez desde la constitución de este centro a principios de 2021, cuentan con alumnado de 2º de Bachillerato en una apuesta por extender aún más esta formación telemática a todos los niveles. «Cuando terminan con nosotros pueden ser derivados a sus centros de procedencia para que preparen la EBAU, en el caso de que quieran presentarse. Este año contamos con una alumna que está hospitalizada en Madrid y que quiere estudiar Medicina», destaca. Pero la apuesta por la inclusión va mucho más allá. 

Este curso también tienen una alumna con discapacidad auditiva que cuenta con el Servicio de Intérprete de Lengua de Signos Española para poder seguir las clases. «Es educación sin barreras e inclusiva en toda la extensión de la palabra», subraya emocionada.

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