La permeabilidad intestinal predispone a los pacientes a sufrir más patologías

Esta alteración puede derivar en hipotiroidismo de Hashimoto, artritis reumatoide o psoriasis-El diagnóstico es complejo y no hay una terapia genérica establecida

La especialista en Nutrición y Dietética Roshni Peswani, en su consulta del Hospital Perpetuo Socorro.

La especialista en Nutrición y Dietética Roshni Peswani, en su consulta del Hospital Perpetuo Socorro. / LP/DLP

El síndrome del intestino permeable es una alteración poco conocida que acontece cuando la mucosa intestinal no cumple con su función de barrera para impedir la entrada de patógenos o sustancias nocivas para el organismo, lo que puede provocar problemas de salud que no solo afectan al sistema digestivo. «Cuando hablamos de permeabilidad intestinal, hacemos referencia a la capacidad que tiene la pared del intestino para permitir el paso de sustancias al torrente sanguíneo. En condiciones normales, la barrera intestinal es muy selectiva y solo permite el paso de las sustancias que son beneficiosas para el organismo. Sin embargo, cuando este filtro se daña o se inflama, aumenta el espacio que hay entre las células y pasan sustancias que tendrían que haberse desechado», explica Roshni Peswani, especialista en Nutrición y Dietética en el Hospital Perpetuo Socorro (HPS).

Pero, ¿cuál es la sintomatología característica de este aumento de la permeabilidad? En realidad es muy variada. Tan es así que puede provocar tanto diarreas como estreñimiento, dolor abdominal, hinchazón, reflujo y otros síntomas sistémicos como migrañas, palpitaciones, sensación de picazón, rosácea, rinitis o alteraciones hormonales

Y es que al aumentar la permeabilidad se cuelan diferentes sustancias como proteínas, hormonas o toxinas, algo que desemboca en una inflamación de bajo grado. «Esto provoca una sobreactivación del sistema inmunitario, ya que gran parte de este está ubicado en nuestro intestino. Por esta razón, se asocia a problemas de autoinmunidad como el hipotiroidismo de Hashimoto, la artritis reumatoide, la psoriasis o el lupus, además de alteraciones hormonales como el síndrome del ovario poliquístico o patologías neurodegenerativas», detalla la experta.

Son muchos los factores que pueden contribuir a la aparición de esta dolencia. Entre ellos figura el tipo de alimentación, el ritmo de vida, el abuso del consumo de medicamentos como antibióticos, antiácidos o laxantes e, incluso, el estrés. «Otra de las causas asociadas es la disbiosis intestinal, un desequilibrio de la microbiota del intestino, como puede ser un sobrecrecimiento de bacterias, una infección por helicobacter pylori o cualquier otro tipo de microorganismo», agrega Peswani.

«Lo más común es solicitar una analítica completa y una prueba de aire», dice Roshni Peswani

La alteración puede debutar a cualquier edad. De hecho, puede pasar desapercibida durante muchos años por desconocimiento. «Cuando les hemos preguntado a nuestros pacientes, muchos no saben cuándo comenzaron a experimentar problemas. Otros, en cambio, aseguran que ha aparecido cuando han sufrido picos importantes de estrés, después de una intervención quirúrgica como consecuencia del consumo de una gran cantidad de antibióticos o por una infección intestinal», cuenta la especialista. 

El diagnóstico es complejo. Lo primero que deben hacer los profesionales es una entrevista nutricional y, en el caso de las personas que ya sufren algunos de los problemas descritos, realizar una serie de pruebas para averiguar si los desórdenes derivan de otras afecciones. «Lo más común es solicitar una analítica completa y una prueba de aire. Sobre todo, intentamos descartar la presencia de una infección por helicobacter pylori, el sobrecrecimiento bacteriano en el intestino, un déficit enzimático y el hipotiroidismo», señala la nutricionista. 

Por lo que concierne al tratamiento, hay que decir que está dirigido a fortalecer la mucosa intestinal y a revisar tanto los hábitos de alimentación como el estilo de vida. «Es importante basar la dieta en productos naturales, incluyendo fibras fermentables como vegetales, frutas, legumbres, grasas de calidad como el aceite de oliva virgen extra, frutos secos o aguacate, y evitar el consumo de productos ultraprocesados, pues están cargados de aditivos, grasas industriales, azúcares y harinas refinadas». También es fundamental regular el horario de las comidas y controlar el estrés. 

Todo esto puede estar respaldado por suplementos como la glutamina o probióticos. «Lo cierto es que no hay una terapia genérica establecida para todos los afectados. Lo importante es descubrir cuál es el origen del problema para poder aplicar un tratamiento dirigido a cada caso y corregir los hábitos que llevaron a sufrir esa alteración», apostilla la profesional del citado centro sanitario capitalino.

Hay que señalar que este trastorno se puede corregir. Ahora bien, requiere tiempo. «Las células de la pared intestinal se renuevan en ciclos de cuatro o cinco días, por lo que lo habitual es que en unas pocas semanas de tratamiento los pacientes sientan una gran mejoría aunque el problema no esté del todo resuelto», informa Peswani. 

Atención a los desórdenes

«No hay que normalizar los problemas intestinales, sino todo lo contrario. Lo importante es descubrir lo que está sucediendo para poder pautar un tratamiento», advierte Roshni Peswani,especialista en Nutrición y Dietética en el Hospital Perpetuo Socorro de la capital grancanaria. Y es que, según afirma, son muchos los pacientes que acuden a las consultas de los nutricionistas para otros fines y que admiten no prestarle atención a esta clase de desórdenes «No es normal que alimentos sanos como la sandía, el pimiento o el ajo sienten mal y provoquen reflujo o hinchazón, por ejemplo. Mucha gente deja de consumirlos por eso y normalizan que su cuerpo no los acepta», cuenta la profesional. «Es muy importante consultar estas alteraciones cuanto antes para conocer el origen del problema», insiste. | Y.M.

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