En la piel del 'kraken' canario

El Instituto Español de Oceanografía (IEO-CSIC) realiza una necropsia al animal encontrado en octubre para conocer su dieta, su edad y sus posibles depredadores

Verónica Pavés

Verónica Pavés

El calamar gigante encontrado en Los Gigantes en octubre de 2022 pesa casi 70 kilos, era joven y medía tres metros, de los que casi la mitad eran brazos y tentáculos. El rescate de este animal casi intacto ayuda a conocer mejor la especie y a plantear hipótesis sobre sus recurrentes apariciones por Canarias. Y es que este animal es el espécimen 47 encontrado desde 1994 en aguas isleñas.

En las profundidades de Los Gigantes buceaba un calamar gigante del Atlántico (Architeuthis dux) joven, que ya había crecido hasta los tres metros de largo –representando sus tentáculos y brazos casi la mitad de su tamaño– y que pesaba 67 kilos. Poco tiempo fue, sin embargo, el que vivió un paz, pues un cetáceo aprovechó la oportunidad para hincarle el diente y arrancarle la parte posterior de su cuerpo, donde guarda sus partes blandas (y más sabrosas). El cuerpo del animal quedó vagando moribundo a la deriva. Hoy, ese mismo calamar gigante se encuentra postrado en una mesa metálica en una sala del Instituto Español de Oceanografía (IEO-CSIC) de Tenerife, a la espera de ser evaluado para la ciencia. 

Quienes auscultan a este animal de semblante de alienígena invasor de mundos en busca de respuestas sobre su estirpe son Catalina Perales, investigadora del IEO en Canarias y Alejandro Escánez, de la Universidad de Vigo y del Instituto Mare Madeira. El gran animal lleva cuatro días descongelándose para poder ser revisado con fundamento, tanto por fuera como por dentro, por parte de los investigadores del IEO. «Está en muy buen estado», comenta Perales con sorpresa mientras extiende sobre la mesa los grandes y pesados brazos del animal abisal. 

El calamar gigante cuenta con un total de ocho brazos –algunos más vigorosos que otros– y dos grandes tentáculos que le otorgan una silueta que hace recordar a la de una sepia gigante. Cada uno de sus brazos está repleto de ventosas dotadas, a su vez, de diminutas dentaduras con la que «abrazarse mejor a sus presas», como revela Perales. Las ventosas están unidas al cuerpo por un pequeño trozo de piel que le permite hacer movimientos más ágiles. Son armas que, además, utilizan en la lucha por sobrevivir pues, según Escánez, «se han observado pequeñas marcas redondas como estas en la piel de algunos cachalotes». 

Rescatado en Los Gigantes

Este espécimen de Architeuthis dux fue rescatado el 8 de octubre de 2022 en las aguas de Los Cristianos del naturalista y fotógrafos de cetáceos Teo Luca. Ese sábado, el también fundador de la Asociación Gigante Azul, recibió el aviso de una embarcación recreativa de avistamiento de cetáceos y no lo dudó ni un segundo. Acudió con su barco y recogió al animal a seis millas de Los Gigantes que flotaba en la superficie. Cargó sus casi 70 kilos en la cubierta y volvió a puerto para avisar al IEO. «Llevamos muchos años colaborando con Teo», explica Perales, que indica que gracias a este naturalista, por ejemplo, ha podido estudiar los picos de los calamares gigantes a fondo. 

«No son fáciles de conseguir porque, cuando alguien encuentra un ejemplar de este cefalópodo se lo quita porque piensa que no es importante», replica. En realidad el pico –o la boca– del cefalópodo otorga muchas pistas sobre su vida. En concreto, proporciona «información sobre su edad», explica Catalina Perales, que se ha especializado en ello.

Este animal, en concreto, era joven. Los especialistas lo saben al segundo de extraer el pico. «Aún está blanco, si fuera más adulto se hubiera ennegrecido», revela Escánez. En los últimos 30 años, en Canarias se han avistado 47 especímenes. «El más grande medía 7 metros, pero estos animales pueden llegar a medir 20», relata, por su parte, la investigadora.  

Tampoco es fácil encontrarlo en tan buenas condiciones. «Es muy común encontrarlos flotando al morir, y despedazados», explica Escánez, que apunta hacia los calderones como posibles responsables de esta masacre animal. «Lo estamos estudiando», revela el investigador, que insiste en que es una de las teorías más plausibles para explicar que la mayoría de estos especímenes sean rescatados ya desmembrados. Menos claro es el motivo de su muerte. 

«Barajamos varias teorías», revela Perales. Una de ellas considera que es la mordedura de los cetáceos la causante de la muerte del animal. Pero tampoco se descarta que los cetáceos encuentren los cuerpos inertes de los calamares flotando a la deriva. «Hay cefalópodos que tras reproducirse mueren», explica Escánez. El caso más conocido –por el exhaustivo seguimiento que se ha realizado de su comportamiento– es el de los pulpos. 

Automutilación

Las hembras de los pulpos, en concreto, entran en una espiral de autodestrucción tras dar a luz que acaba con su muerte, abandonando a su progenie a su suerte. Las hembras dejan de comer y se automutilan, se dan golpes contra las paredes o retuercen sus tentáculos a su alrededor tras desovar. Los científicos que han estudiado este comportamiento creen que tiene relación con un cambio hormonal que aumenta el nivel de esteroides en su cuerpo. 

«En los calamares gigantes también podría ser así», relata el científico de la Universidad de Vigo, aunque lo cierto es que falta aún mucha información para corroborarlo. Estos hallazgos son piezas de un puzle mucho más grande para entender por qué estos kraken aparecen Canarias. «Estos animales suelen vivir a profundidades de 300 a 1.000 metros; se cree que existe un cañón submarino entre Tenerife y La Gomera donde podrían habitar», explica Catalina Perales. No obstante, es una teoría aún sin resolver y que requiere más información, más investigación y más especímenes para entender cómo se desarrolla la vida en las profundidades de Canarias. 

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