Ciencia

Los volcanes submarinos del mundo son sumideros de carbono sin explorar

La ULPGC colabora en un estudio sobre la explosión de vida en 200.000 kilómetros alrededor del volcán Tonga, capaz de captar este gas de efecto invernadero

Momento de la erupción del volcán Tagoro, en El Hierro, en 2011.

Momento de la erupción del volcán Tagoro, en El Hierro, en 2011. / LP/DLP

Verónica Pavés

Verónica Pavés

El volcán Tonga emergió en el Pacífico el 15 de enero de 2022 conmocionando al mundo con un estruendoso rugido que recorrió todo el planeta y una columna de humo tan grande que hasta los satélites lo captaron. Un año y medio después, una vasta vida marina ha proliferado a su alrededor, entre ellos, unos microorganismos capaces de eliminar parte del dióxido de carbono acumulado en la atmósfera. Una circunstancia que abre la posibilidad a que otros volcanes submarinos del mundo, como el Tagoro en El Hierro, actúen como sumideros de carbono naturales. Una posibilidad que no se había barajado hasta el momento.

Es el resultado de una investigación publicada en la prestigiosa revista Science por parte de un grupo internacional de científicos entre los que se encuentra el grupo de investigación QUIMA de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC). El estudio viene a resolver una de las incógnitas que había en torno a la vasta vida marina en esa región del planeta. «Sabíamos que ahí proliferaba una gran cantidad de diazótrofos, una bacteria capaz de captar CO2 y producir nitrógeno reutilizable por los organismos marinos, pero no sabíamos por qué», revela David González, investigador postdoctoral del grupo QUIMA del Instituto de Oceanografía y Cambio Global (IOCAG) de la ULPGC.

Los 90 científicos de 14 laboratorios franceses y 6 universidades internacionales se embarcaron hasta las aguas del Pacífico para encontrar la razón por la que ocurría esto. Allí encontraron la respuesta que buscaban: es el hierro que emana del volcán fertiliza la zona y logra que los microorganismos crezcan como nunca antes lo habían hecho. Pero no una molécula de hierro cualquiera porque esta, al emanar de fuentes hidrotermales, es más fácilmente «asumible» por los organismos y, por ello, facilita este crecimiento exacerbado y rápido.

El hierro que expulsan las erupciones submarinas permiten fertilizar el océano

El volcán Tagoro también ha provocado una explosión de vida a su alrededor que se ha mantenido durante la última década por lo mismo. «Las condiciones son similares», revela González. De hecho, esta fertilización del mar también ocurre cuando la lava de un volcán subaeréo llega al mar. «Estamos estudiando el delta lávico del volcán de La Palma y hemos encontrado también esta aportación de hierro que está favoreciendo la proliferación de distintos organismos.

Lo que quedaría por resolver en Canarias es si este aporte de hierro al mar hace que crezcan organismo capaces de atrapar el CO2.

El volcán Fontanelas capta una cantidad de CO2 equivalente a 37 años de emisiones en España

Para que un volcán submarino pueda tener las mismas condiciones que se han visto en el Tonga es necesario «que estén cerca de la superficie». El pico más alto de Tonga, por ejemplo, se encuentra a tan solo 500 metros de la superficie, lo que «puede favorecer este aumento de la producción primaria». En El Hierro, el gran edificio volcánico alcanzó los 80 metros por debajo del nivel del mar. Pero eso no significa que los volcanes más profundos no puedan ayudar. Y es que no solo los microorganismos que nacen a raíz de las erupciones submarinas son capaces de ejercer de sumideros carbono; los propios volcanes que se encuentran bajo el mar también tienen potencial para captar CO2 por sí mismos. Según otro reciente estudio publicado en la revista Geology, un volcán extinto como el volcán Fontanelas, que se encuentra en las costas de Portugal, puede captar hasta 8,6 gigatoneladas de dióxido de carbono de la atmósfera, una cifra equivalente a lo que emite España en 37 años. Este volcán se encuentra a 100 kilómetros de la costa de Lisboa y a 1.500 kilómetros debajo del nivel del mar.

El volcán Tagoro, en El Hierro, y los deltas lávicos de La Palma han generado una explosión de vida

Según los investigadores de este trabajo, los volcanes extintos pueden capturar dióxido de carbono gracias a un proceso denominado «carbonatación mineral in situ». En este proceso, el CO2 reacciona con los elementos que contienen ciertos tipos de roca, como calcio, magnesio o hierro, para producir nuevos minerales (calcita, dolomita y magnesita) que son capaces de almacenar el dióxido de carbono de manera permanente en las rocas.

Estos trabajos muestran que, durante años, hemos subestimado el potencial de otros sumideros de carbono que podrían elevar la contribución del planeta a eliminar el CO2 atmosférico. Sin embargo, hay dudas de que los volcanes puedan contribuir de manera activa a reducir el problema del cambio climático. «Probablemente no sean factibles para reparar los daños que ya existen porque es probable que lo que absorben sea equivalente a lo que emiten», reseña González, quien insiste en que lo que hacen es mantener el planeta en un equilibrio que la humanidad ha quebrantado.

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