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Una mutación detrás de la toxicidad de un fármaco contra el cáncer de mama

Una investigación española, en la que participa Canarias, busca aumentar la seguridad y la eficacia de los tratamientos para el cáncer de mama más agresivo

Una investigadora realiza estudios de laboratorio en la Unidad de Investigación del Hospital Universitario de Canarias. | | E.D

Una investigación española, que involucra a más de 20 centros hospitalarios españoles y que se está coordinando desde el Hospital Universitario de Canarias (HUC), ha descubierto las mutaciones genéticas concretas de las pacientes con cáncer de mama triple negativo que afectan al buen funcionamiento de uno de los fármacos más novedosos y eficaces para tratar este agresivo tumor: sacituzumab govitecan.

Este estudio independiente –no involucra al sector farmacéutico –, llamado Mama-SSG1, tiene un doble objetivo. Por un lado se quiere conseguir una mayor seguridad para las pacientes y, por otro, –de forma cosustancial – ahorrar costes al sistema sanitario.

«El propósito de este estudio es buscar los huecos que, por diferentes motivos, la industria no cubre», explica Fernando Gutiérrez jefe de la Unidad de Investigación del Hospital Universitario de Canarias (HUC) y quien coordina este estudio multicéntrico desde el Archipiélago. En este caso, los investigadores de diversos hospitales –entre ellos también el resto de centros de Canarias– se han centrado en la seguridad, dado que los estudios de eficacia han sido realizados por la industria.

La toxicidad que sufren los pacientes al ser tratados contra el cáncer es uno de los mayores retos a los que se enfrenta la investigación sanitaria española. Los tratamientos especializados tienen como objetivo evitar ese daño colateral, pero su precio es tan alto que no todo el mundo se lo puede permitir.

«No podemos olvidar que la toxicidad de los tratamientos es uno de los aspectos que mayor calidad de vida resta a los pacientes oncológicos», señala Fernando do Pazo Oubiña, uno de los investigadores principales de este proyecto del Hospital Universitario Son Espases, en las Islas Baleares.

Un enfoque distinto

De ahí que los investigadores hayan cambiado el enfoque para reducir los daños que ocasionan los fármacos con los que ya se está trabajando y muestran efectividad. Este estudio también quiere romper con la dirección que ha tenido la investigación oncológica en los últimos años.

«Habitualmente la oncología se dirige a eliminar el tumor y nosotros queremos centrarnos en la persona y sus características genéticas», resalta Fernando Gutiérrez. De esta manera también se garantiza cierta estabilidad en el tratamiento, dado que «los genes humanos muta mucho menos de lo que lo hace una célula tumoral», insiste.

Los datos preliminares de este estudio muestran que la mutación en cuestión es la del gen UGT1a. Esta enzima es la responsable de la desactivación metabólica de uno de los compuestos en los que se basa el fármaco, por tanto, su eliminación repercute la actividad del catalizador. En definitiva, como el catalizador no desaparece del organismo, su toxicidad se potencia.

La alteración genética es en UGT1a, que ya ha sido estudiada en otros tipos de cáncer

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«Esta mutación se encuentra en el 30% de la población», explica Gutiérrez. Estas alteraciones genéticas «hacen que el fármaco se metabolice menos, y por tanto sea más tóxico» causando graves problemas en las pacientes a las que se les ha indicado. El estudio se abrió en junio y hasta ahora se han reclutado cerca de 40 pacientes y los primeros análisis parecen confirmar la hipótesis, «las pacientes mutadas en UGT1A no toleran las dosis de inicio indicadas en la ficha técnica del fármaco», resalta Gutiérrez.

Las pacientes corren el riesgo de sufrir una diarrea muy grave (hasta en un 10% de los casos) –de las que te obligan a ir al baño hasta 15 veces al día– y también provoca neutropenia –una disminución de la cantidad de glóbulos blancos–, hasta en el 51% de las pacientes. De manera más residual también pueden padecer anemia (8%) y neutropenia febril (6%). «Esto significa que tienen mayores riesgos de coger una infección leve, lo que para estas pacientes puede resultar mortal», insiste Gutiérrez.

Y es que el cáncer de mama triple negativo «es la versión más agresiva de este tumor», tal y como explica Gutiérrez. Este tumor representa entre un 15 y un 20% de todos los cánceres de mama y su pronóstico es uno de los peores, dado su rápido crecimiento. La media de supervivencia es, de hecho, de entre 8 y 15 meses.

Las reacciones al fármaco van desde la caída de los glóbulos blancos hasta una diarrea grave

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Con una simple prueba, que apenas cuesta entre 20 y 80 euros, los servicios sanitarios pueden saber si la paciente es portadora de dicha mutación y, en el caso que fuera necesario, rebajar la dosis para ajustarla a sus necesidades. «Solo necesitamos una gota de sangre de la paciente puesta en un papel que, además, perdura en el tiempo y es muy estable», resalta el investigador. De esta manera, a su vez, se produce un ahorro en el sistema público, tanto por evitar las graves consecuencias que provoca su toxicidad, como por el precio del propio fármaco que le cuesta las arcas públicas 5.500 euros al mes por paciente.

Esta prueba, sin embargo, aún no está al alcance de todos los hospitales de España. Razón por la cual desde el HUC se han ofrecido para realizar las determinaciones. «Ya hemos hecho unas cuantas», resume Gutiérrez.

La genética y el cáncer

«El objetivo de este estudio es demostrar la implicación de los factores genéticos en el tratamiento del cáncer para asentar las bases que permitan que a estas pacientes, de inicio, se les pongan dosis menores limitando la toxicidad y sobre todo sin perjudicar la eficacia», explica el jefe de la Unidad de Investigación.

Para Betel del Rosario, otra de las autoras de este estudio en el HUC, «este estudio es un ejemplo más de la línea de investigación desarrollada en el servicio de farmacia del Hospital Universitario de Canarias desde hace más de una década, sobre la personalización de los tratamiento».

El estudio sigue en marcha en todos los centros hospitalarios y pretende llegar a reclutar al menos a 250 pacientes hasta su finalización. Sin embargo, estos primeros resultados los investigadores han resultado tan prometedores que los científicos ya están pensando en qué harán a partir de ahora.

«El siguiente paso que tenemos que dar en este estudio consiste en analizar como estas mutaciones condicionan las concentraciones plasmáticas del fármaco y establecer un rango de seguridad y eficacia», afirma Eva Legido, del Hospital Arnau de Vilanova-Lliria, en Cataluña. Esta evidencia se une a los estudios que este grupo ya ha realizado anteriormente en este sentido. «Recientemente publicamos una revisión sobre el manejo de mutaciones en UGT1 en cáncer colorrectal», explica Marta Miarons, investigadora principal del Hospital Vall d’Hebrón, Cataluña.

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