Héroes sin capa. Los incendios forestales son una trágica realidad que, lamentablemente, debemos enfrentar cada año con una sensación de impotencia a medida que se acerca el verano. La devastación de los bosques por las llamas es una imagen desoladora, pero la llegada de equipos de extinción y la aparición de helicópteros y aviones desplegados para combatir los incendios representan un esfuerzo encomiable para mitigar estos desastres naturales.
En particular, la presencia imponente de los icónicos Canadair y Bombardier en el horizonte, con sus llamativos colores y su apariencia que recuerda a un barco con alas, "nos inspira confianza y esperanza", según recoge un artículo de National Geographic. Estas aeronaves son fundamentales en la lucha contra los incendios forestales y su diseño cromático, utilizado en la mayoría de los países, guarda una coincidencia visual con la bandera de España debido a su origen como distintivo de la Armada española, facilitando la identificación de los buques en alta mar.
Estos aviones especiales
El teniente coronel Carlos Javier Martín Traverso, Jefe del 431 Escuadrón, nos ofrece una perspectiva histórica de estas aeronaves antiincendios. En 1971, los primeros aviones CL-215, fabricados por la empresa canadiense Canadair, llegaron a la Base Aérea de Getafe en España. Estos aviones, que siguen siendo referentes en este campo, han pasado por diversas unidades a lo largo del tiempo, incluyendo el 803 Escuadrón, el 404 Escuadrón en 1973 y, finalmente, el 43 Grupo en 1980. A lo largo de su historia, han tenido bases en Getafe, Cuatro Vientos y Torrejón de Ardoz, a partir de enero de 1978.

Aunque en términos generales, el diseño de estos aviones apenas difiere del que se mostraba en las aventuras de Tintín en "El Cetro de Ottokar", Canadair tuvo que adaptarse a las especificaciones técnicas requeridas por las autoridades españolas, teniendo en cuenta las características geográficas del territorio y las condiciones en las que se desempeñarían estas aeronaves. Como explica Carlos Traverso, "no es lo mismo operar en un gran pantano con aguas tranquilas que en una ensenada con olas o en un pequeño embalse rodeado de montañas con viento impredecible". Además, la precisión en las descargas de agua es esencial, ya que "debajo de la aeronave hay personas en riesgo", añade.
43 Grupo: 150 personas y 17 aviones
Actualmente, el 43 Grupo está compuesto por aproximadamente 150 personas y 17 aviones. Su labor se desarrolla durante todo el año en dos fases: la primera se centra en el mantenimiento y la formación en la base de Torrejón, de noviembre a mayo. Durante este período, al menos dos aviones están en alerta, y en caso de necesidad, pueden llegar a utilizar hasta seis aeronaves. La segunda fase se dedica específicamente a la extinción de incendios forestales, de junio a octubre, y es cuando los Canadair CL 215T, Bombardier CL 2415 y el personal se despliegan en bases ubicadas en Badajoz, Pollensa, Málaga, Zaragoza, Santiago de Compostela, Salamanca, Albacete y Madrid.

Al observar estos aviones de cerca y escuchar las explicaciones de los pilotos y mecánicos, se aprecia aún más la singularidad de estas aeronaves anfibias. Como señala el subteniente Pedro Barroso, "no es un hidroavión, tenemos ruedas y actuamos como barcos voladores, incluso tenemos cabos, ancla y bichero". Además, estos aviones son conocidos por su versatilidad y eficacia, lo que los convierte en una herramienta excepcional para combatir incendios forestales.
Un trabajo exhaustivo
Estos aviones tienen una autonomía de 4,5 horas, y si es necesario, la tripulación puede trabajar hasta nueve horas al día. La jornada comienza al amanecer, y el equipo de mecánicos se encarga de realizar una revisión exhaustiva de todos los sistemas del avión para garantizar su operatividad en el menor tiempo posible.
Después de los vuelos, a menudo se requiere un nuevo mantenimiento, como la limpieza de los depósitos de agua después de descargar en áreas afectadas por el mejillón cebra, una especie invasora. Según el subteniente Pedro Barroso, esta limpieza es necesaria para evitar la propagación de la especie en otros embalses no afectados. La seguridad y la funcionalidad son prioritarias, ya que, como explica, "abajo hay gente que también se la está jugando".

Con la llegada de un aviso, la tripulación se enfrenta a condiciones extremas, como altas temperaturas en la cabina. La tensión aumenta cuando se acercan al incendio, pero la estricta aplicación de protocolos es fundamental para realizar su trabajo de manera segura y efectiva. La comunicación constante con otros equipos en el aire y en tierra es esencial, y el Director de Extinción desempeña un papel crucial al evaluar las necesidades de los medios a utilizar en cada operación.
Las tareas del piloto, copiloto y mecánico
Cada miembro de la tripulación tiene roles claros durante las descargas: el piloto busca la trayectoria óptima mientras el copiloto se encarga de la potencia y la velocidad del avión, y el mecánico sigue las instrucciones para configurar las cargas y descargas de agua. Durante las descargas, la sincronización es esencial, ya que cualquier error puede ser costoso. Según el teniente Javier Gimeno, "este es el único avión en el que pueden intervenir tres personas para controlar todos los parámetros". Para minimizar el estrés y el cansancio, los pilotos y copilotos se alternan en la realización de cada carga y descarga.

La lucha contra el viento y las condiciones adversas es un desafío constante, y los miembros del 43 Grupo consideran esta tarea como la forma más auténtica de experimentar el vuelo. Para ellos, volar significa jugar y lidiar con diversos elementos, como el viento, la velocidad, el peso de la aeronave, el agua, el rugido de los motores y más. La coordinación entre la tripulación y la aeronave es fundamental en estas situaciones extremas.
A pesar de los riesgos, el 43 Grupo siente un profundo orgullo por su labor en la lucha contra los incendios forestales, y su dedicación es innegable. Al final del día, cuando regresan a la base, pueden decir con satisfacción "Apaga y vámonos", sabiendo que han contribuido en la batalla contra el fuego. Y al día siguiente, enfrentarán un nuevo desafío.