El ecosistema marino se regenera tras la irrupción de la lava del volcán de La Palma
El impacto de la erupción volcánica en Cumbre Vieja ha generado 48 hectáreas de nuevas tierras en La Palma, afectando drásticamente al fondo marino y su biodiversidad

Andrés Gutiérrez/Verónica Pavés
La medianoche del 28 de septiembre de 2021 marcó un hito en la historia de La Palma. La erupción del volcán Cumbre Vieja vertió toneladas de lava al océano Atlántico, creando un nuevo delta de lava y alterando significativamente la costa de la isla. Este evento no solo cambió la geografía de la región, sino que también tuvo un impacto profundo en el ecosistema marino, afectando tanto a la flora como a la fauna submarina.
Según un comunicado del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), el encuentro entre la lava a más de mil grados centígrados y el mar generó grandes columnas de gases y modificó drásticamente el fondo marino. Este proceso añadió 48 hectáreas de nueva tierra a la isla, lo que equivale a 60 campos de fútbol.
La erupción del volcán Cumbre Vieja continuó durante 85 días, formando un segundo delta de lava al norte del primero. En total, la erupción creó 78 nuevas hectáreas de fondo submarino, de las cuales 48 son visibles en la parte subaérea y 30 están completamente sumergidas. Según el investigador principal del proyecto Vulcana, esta nueva masa de tierra llegó a profundidades de hasta 370 metros, rellenando completamente algunos de los valles submarinos cercanos a los deltas.
Consecuencias para el ecosistema marino
El impacto en el ecosistema marino fue inmediato y devastador. Gracias a las imágenes de alta resolución capturadas por el robot submarino ROV Liropus 2000 del IEO-CSIC, los científicos pudieron observar por primera vez el proceso de enterramiento y arrastre de organismos bentónicos (ligados al fondo marino) causado por el avance de las coladas submarinas y la deposición continua de cenizas volcánicas.
Este material fino, depositado en profundidades de más de 450 metros alrededor de los deltas lávicos, enterró y destruyó gran parte de la vida marina en la zona. Sin embargo, a poca distancia de las áreas afectadas, los investigadores encontraron organismos vivos listos para repoblar las nuevas superficies creadas por la lava.
Destrucción y nuevas oportunidades
Cinco meses después de la llegada de la lava al mar, en febrero de 2022, el equipo del Instituto Español de Oceanografía del CSIC regresó a La Palma para observar nuevamente los fondos marinos afectados. Para su sorpresa, comenzaron a detectar signos de recuperación en las áreas impactadas por la lava. Según Eugenio Fraile, oceanógrafo del CSIC, este hallazgo demuestra cómo la naturaleza tiene la capacidad de regenerarse incluso después de eventos tan devastadores.
"Como tantas veces ocurre en la naturaleza, la destrucción de algunos será una oportunidad para otros", reflexiona Fraile. Este proceso de regeneración ofrece una visión esperanzadora para el futuro del ecosistema marino de La Palma, aunque el camino hacia una recuperación completa será largo.
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