Educación

Las lagunas en la comprensión lectora convierten enseñar a leer en un reto

El acompañamiento en las aulas a través de estrategias como la oralidad y la adaptación al interés o la cotidianidad del alumnado resultan fundamentales

Un aula de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.

Un aula de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. / La Provincia

Iván Alejandro Hernández

Iván Alejandro Hernández

Las Palmas de Gran Canaria

La labor de los docentes es esencial para fomentar la lectura y la comprensión de textos desde los primeros años de escolarización, especialmente en unas islas que, a nivel nacional, se encuentran en los últimos puestos en este indicador. Esto se evidencia tanto en los resultados del estudio PIRLS, que evalúa a los estudiantes de cuarto de primaria, como en el informe PISA, que analiza el rendimiento del alumnado de cuarto de la ESO. Las causas, como sucede en numerosos indicadores en el ámbito educativo, no pueden ser atribuidos a una sola causa.

Por ello, cabe matizar el Archipiélago ha mostrado mejoras en su evolución histórica, al partir de una situación educativa más desfavorable en comparación con otras autonomías (cuando se transfirieron las competencias a las comunidades, el índice de analfabetismo en las islas era elevado). Además, el desarrollo de las competencias lectoras está influenciado por diversos factores, incluidos los socioeconómicos, que van más allá de lo que ocurre en las aulas.

Juana Rosa Suárez Robaina lleva más de tres décadas dedicada a la docencia en todos los niveles, desde Primaria a Secundaria o Formación Profesional. Hoy imparte clases en la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, es Investigadora del Instituto Universitario de Análisis y Aplicaciones Textuales y una de las particiantes de La calma lectora, el Club de Lectura de la Biblioteca Universitaria. A su juicio, quien se dedique a la enseñanza "debe ser una persona ganada para la lectura" independientemente de la especialidad a la que se dedique y lo fundamental es "el acompañamiento", tanto en el hogar como en los centros educativos.

"En el aula poco podemos hacer si el estudiante no está inmerso en un ambiente familiar adecuado", explica Suárez. En este sentido, tiene claro que prefiere trabajar desde el estímulo o el entusiasmo frente a la imposición. Porque se trata de enseñar a leer; aunque parezca una habilidad básica, es un aprendizaje continuo que se desarrolla a lo largo de toda la vida, detalla Suárez.

Se trata de diseñar diferentes estrategias en el aula con el objetivo ampliar el concepto de la lectura. Para ello, Suárez considera importante el tratamiento individual y que los docentes sepan adaptarse a las expectativas de sus estudiantes. Trae a colación una anécdota durante su etapa como docente en un centro de Bañaderos, en el que la mayoría de su alumnado reconocía que apenas leía porque se pasaban la mayor parte de su tiempo libre en la playa o practicando deportes acuáticos. Entonces, un día, les trajo un cubo de agua y mostró libros que se podían sumergir sin sufrir desperfectos. "Ahora nadie tiene excusa para no leer", les decía en un tono serio, pero con ironía.

"Hay que leer con el alumnado", dice Suárez, porque "es muy importante que los docentes hablen y se fomente la oralidad en las aulas; la comprensión está muy vinculada a la comprensión de la oralidad". Pero también, agrega, es importante saber elegir fragmentos de libros que puedan despertar interés entre el alumnado o, incluso, jugar o valerse de otras actividades complementarias como la pintura.

Para profundizar en la comprensión, Suárez también recurre a mensajes cotidianos con el objetivo de destacar la importancia de entender bien lo que se lee en diversas situaciones de la vida diaria: desde envases de alimentos hasta anuncios publicitarios en guaguas o las etiquetas de la ropa. "Intento llegar a la comprensión invitando al estudiante a que se acostumbre a leer todo tipo de mensajes que se expresan en la lengua en uso", describe Suárez.

Era digital

En la era digital y del consumo tecnológico, la lectura de un libro se enfrenta a una competencia constante de estímulos y a una atención cada vez más sobrecargada. En sus clases universitarias o del Máster de Formación del Profesorado, Suárez detecta que el alumnado realiza lecturas más superficiales y tiene más dificultades para profundizar, es decir, dedicar tiempo para reflexionar sobre las diferentes capas de significado de un texto y establecer conexiones con conocimientos previos.

Juana Suárez, docente de la ULPGC, aboga por fomentar el estímulo y el entusiasmo

Sin embargo, Suárez no considera que se lea menos que antes de la llegada de las pantallas a la cotidianidad, sino que "se lee de otra manera" y, además, puede ser aprovechable. "Una estudiante de Máster que ya es docente, usa instagram para hablar sobre literatura; selecciona lecturas que cree que pueden ser atractivas, las comenta y cuelga reseñas en las redes", ejemplifica.

Más allá del profesor de Lengua

Lo que sí ha influido sobremanera en las enseñanzas en las aulas son las sucesivas leyes educativas que han establecido las hojas de ruta que deben seguir los docentes. Desde contenidos vinculados a lo metacognitivo y metalingüístico con cuestiones fonéticas, fonológicas o léxicas a la obligación de seguir un programa de literatura estratificado en mostrar a un determinado número de autores en función del curso, con fijos como La Celestina o El Lazarillo de Tormes.

"Ahora no hay una delimitación de un programa, sino una invitación a que los docentes trabajen a partir de contenidos. No hay una obligación curricular de llegar de un siglo a otro (...). En la prueba de acceso a la universidad ya no se pide morfología o sintaxis, sino un ejercicio de comprensión crítica de un texto", expone Suárez. A su juicio, a la hora de enseñar autores, considera que debe usar un canon flexible, con autores locales y nacionales: "Un ejercicio que hacía con colegas de inglés en el instituto era trabajar El Realismo con Benito Pérez Galdós, pero también con Charles Dickens o los franceses y los rusos".

En este sentido, reivindica que el fomento de la lectura no es solo competencia del docente especializado en lengua y literatura, sino que debe ser responsabilidad de todo el claustro de un centro educativo y, también de las familias. "Hay que leer de modo natural, meterlo en la rutina y empoderar la lectura, como si fuera algo necesario o vital. Leer te coloca en el mundo porque estamos leyendo permanentemente. La pregunta es: ¿vamos a querer tener tiempo para leer?", concluye.

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents